CAPÍTULO 28

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Innet

Cubro todo su cuello, rostro y labios de besos atrevidos, él lleva las manos a su camisa con la intención de deshacer el cierre de los botones pero yo alejo sus manos con rapidez.

—¿Vas a domarme vestido de traje? —cuestiona, emocionado—. Dios mío, tal vez estoy en el paraíso.

—Imaginemos que haces de un mafioso. —bromeo.

—Prefiero el título de empresario, belleza.

Él mismo guía sus manos de regreso a cada lado de su cabeza. Cierra los ojos y me ofrece una sonrisa encantadora. Me siento sobre su regazo y viajo a su oído.

—¿Dónde está tu clóset? —Fiodor señala una de las puertas de la habitación con tanta rapidez que pareciera estar dispuesta a cumplir mis más íntimos deseos en esta noche. Me pongo de pie con torpeza pero evitando caer, llego hasta su armario. Busco cuidadosamente con la vista hasta dar con el objeto que deseo. Dos corbatas, y un cinturón.

Salgo apresurada y vuelvo a él, captando su atención.

—¿Puedes... recostarte contra el espaldar? —pregunto con timidez, asiente y lo hace inmediatamente. Se sienta sobre la cama dejando que su espalda golpeé el acolchado respaldo.

Me acerco a un lado de la cama y tomo su brazo, lo extiende para mí y permite que ate una de las corbatas en su muñeca, para luego unirla con la punta del espaldar. Hago lo mismo del otro lado y luego tomo el cinturón y ato sus dos piernas juntas, evitando cualquier movimiento.

Me coloco en la parte baja de la cama y observo mi obra de arte, Fiodor no para de sonreír mientras me examina.

—No puedo creer que seas tan codiciosa. —dice, con malicia—. Creo que nunca me hubiese dado cuenta a simple vista.

Escondo mi cabeza estando roja de la vergüenza.

—¿Es demasiado...? —susurro.

—¿Demasiado? Quiero que me sigas haciendo tuyo hasta que no me queden fuerzas. Es un placer dejarte tomar el control, Innet.

Aprovecho la dosis de autoestima que me ha proveído y la uso a mi favor, pues simplemente quiero hacer y decir todo lo que pienso, solo para él.

Tomo mi vestido y lo levanto, dejando mi cuerpo únicamente en ropa interior, él gruñe. Voy a quitar mis zapatos pero escucho su negación.

—Déjatelos, por favor.

Decido hacerme caso en eso pero en su lugar, retiro mi sostén mostrando mis pezones erectos. Se mueve incómodo mientras su erección sigue proyectándose en busca de su liberación. Mis manos se adueñan de ellos y empiezan a masajearlos, mi boca se abre dejando salir jadeos y mi cabeza se deja caer hacia atrás sintiendo cada vibración. Vuelvo a elevar mi cabeza y regalo una sonrisa socarrona.

—Recuerda que si yo tengo el control, no tienes derecho a exigir nada. 

Explico. Subo a la cama y gateo hasta él, me siento en su regazo y dejo mis piernas a ambos lados de su cuerpo. Sigo tocando mis senos mientras froto mi intimidad con su entrepierna, buscando mi propio placer.

—Eres egoísta... —jadea.

—¿No debería serlo? —pregunto, apretando sobre su miembro. Un gruñido ensordece el lugar.

—Tú puedes ser todo lo maldito que quieras ser en este mundo. —responde y sonríe—. Y si no puedes por tu cuenta, yo haré lo que tenga que hacer para que puedas serlo.

Esta vez soy yo quien gime, siento la humedad llegar a mí. Una de mis manos se desliza lentamente hasta introducirse dentro de mis bragas, tocando mi clítoris haciéndole algunos masajes. Él se limita a observar y aunque no participa directamente parece disfrutarlo increíblemente.

Ni siquiera creo que le moleste lo dolorosa que debe sentirse la presión de su miembro bajo el pantalón, Fiodor ni siquiera piensa en eso cuando yo estoy encima de él dándome todo el placer posible. Por él y para él.

Retiro la mano de mi interior y me inclino sobre su cuerpo, acerco mis dedos a su boca y no duda en dejar que los introduzca en su boca. Los chupa y lame mientras degusta mi sabor sabiendo que es él único capaz de tenerlo.

Retiro los dedos y dibujo la forma de sus labios.

—¿Qué me harás ahora? Estoy ansioso por verte enloquecer frente a mí nuevamente. —habla.

Yo no respondo, solo lo beso con desesperación mientras me deshago del cierre de su pantalón y luego introduzco mi mano para dejar salir su miembro.

Luego giro sobre su cuerpo y aún sobre su regazo termino dándole la espalda.

—No vas a hacerlo... —dice—. ¿Realmente vas a prohibirme ver tu rostro mientras te follo?

Tomo su miembro con rapidez y lo dirijo a mi entrada, rozándolo contra mi intimidad ya lista para recibirlo.

—Haré algo mejor. Te daré la oportunidad de fantasear con la forma en que se ve mi rostro cada vez que me haces tuya.

Flexiono mis rodillas para mejor comodidad mientras voy dejando caer mi cuerpo y su miembro dentro de mí. Dejo salir un gemido al igual que él. Ambos sentimos cuando me llena totalmente. Coloco mis manos sobre sus piernas para conseguir una leve inclinación y poder moverme con más libertad. 

Empiezo con leves pero profundos movimientos y agradezco a los juegos precios la excitación actual. Puedo percibir la lucha de su pelvis por unirse al acto, sin tener mucho éxito. Mis movimientos se hacen mucho más rápidos e intensos y lo único que puedo escuchar es el choque de piel contra piel y sus ruidosos gruñidos de placer y frustración.

—Eres... increíble.. —jadea.

—¿Lo soy? —respondo, igualmente acompañada de un jadeo—. Supongo que tengo un gran maestro.

Ambos reímos. Poco a poco me encuentro más cerca del clímax y puedo decir lo mismo de él.

Hago mis movimientos más certeros y segundos más tarde ambos nos dejamos llevar. Retiro mis manos de sus piernas y dejo caer mi espalda sobre su torso. Respiraciones entrecortadas, mi cabeza en el hueco de su cuello y sus labios dejando cortos besos por todos los lugares de mi rostro a los que puede llegar.

—¿Qué tienes que decir de mi trato? —pregunto.

Mantiene silencio por unos segundos y luego, besa mi frente.

—Te amo.

Mi corazón se acelera al igual que hace unas horas en el laberinto. No sé si lo dice enserio esta vez, o es solo la emoción del momento.

—¿La emoción del momento? —bromeo, deseando que no diga lo que no quiero escuchar.

—No. Espero realmente que el sentimiento dure muchos años.

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