Flashback 4/4

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Su cuerpo cae al suelo por el impacto y salpica sobre la sangre de mi madre, corro hasta él y quito el arma de su mano, reviso su herida con preocupación y dejo salir mi llanto.

—¡Papá! —llamo, sin respuesta alguna pues el pulso se ha detenido—. ¡No puedes irte, oíste! ¡No puedes ser egoísta y dejarme aquí sufriendo solo!

Grito, pero aquel dolor luego se transforma en tristeza y abrazo su cuerpo porque aunque intente negarlo, la reciente pérdida ha terminado de calar mis huesos y emociones.

Unos minutos pasan desde que me mantengo en el suelo abrazando el cuerpo de mis padres, aferrándome a su sangre derramada. Escucho algunos ruidos y decido ponerme en pie, aún con su arma en mi mano. Respiro con dificultad y como puedo, llego hasta la planta baja.

Bajo las escaleras sin ninguna emoción dejando un rastro de sangre detrás de mí. Para mi suerte emocional, los hombres de mi padre se encargan de recoger el cuerpo de Zariè evitando que pueda sufrir nuevamente. Sigo caminando con todos los ojos clavados en mí, incluso los de mi tío.

—Fiodor... ¿qu-

—Hablemos en el despacho. —lo corto.

◇◇◇

Me siento detrás del escritorio con la mirada perdida mientras el anterior suceso se reproduce una y otra vez en mi mente. Mi tío se coloca frente a mí.

—¿No vas a decir nada? 

—¿Sobre qué?

—Sobre lo que pasó en ese cuarto. —responde, yo me concentro en analizar el arma en mi mano.

—Creo que es bastante obvio  ¿no?

—Entonces... —puedo sentir su tristeza más no puedo acompañarlo—. Estás diciendo que tú...

Me pongo de pie y camino hasta la puerta pero antes de irme me giro hacia él.

—Déjalos que crean lo que quieran tío, incluso tú, puedes hacerlo. —digo—. Total, no creo que importe cuántas veces intente explicar las cosas, ninguno de ustedes las creerían viviendo de mí.

No espero una respuesta y solo salgo de aquel lugar dejándolo solo. Escapo de ahí y monto mi vehículo encaminándome a casa.

Unos veinte minutos más tarde estoy en mi recámara. Sin importar qué, y aún con la ropa puesta y el arma en mano, me dirijo al baño.

Abro la regadera y sin pensarlo dos veces me meto debajo del agua fría. Mis ojos ven toda la sangre escurrirse y perderse junto al agua. Mis lágrimas por fin encuentran libertad y no contengo más lo gritos desgarradores que atraviesan mi corazón como un puñal.

La vida me lo ha quitado todo y yo no tengo derecho a reclamarle.

Observo el arma sobre mi mano y veo que aún tiene una bala. Quito el seguro y la coloco sobre mi cien. Cierro los ojos sin parar de llorar, envuelto en un nido de emociones.

Sin embargo, soy un cobarde y no puedo disparar.

Dejo caer el arma y mi cuerpo al suelo, sin saber qué hacer ni con un rumbo claro. Supongo que desde ese momento nacería una nueva versión de mí.

Solo espero que la vida no sea tan dura y al menos, me deje probar de aquello que los humanos normalmente tanto anhelan:

Afecto.

Lucid dreamZ [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora