CAPÍTULO 9

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Innet

Me levanto de cama con prisa, no entiendo cómo llegué hasta aquí ni mucho menos dónde está la figura masculina que me acompañó por tanto tiempo durante la tarde. Salgo de la pequeña habitación y encuentro la casa totalmente vacía. Una nota sobre el refrigerador me avisa que mamá ya se ha ido al trabajo y que ahora es mi tiempo de alistarme para ir a la universidad.

Llevo mi vista hasta la sala y me topó con un sofá vacío y una vieja manta sobre él, decepcionada, sé que en el fondo esperaba verlo ahí. Pero resulta que él no dijo nada y solo se escabulló en alguna etapa del día sin avisarme. Aunque quisiera estar enfadada con él, la forma en la que se estuvo comportando cuando llegó a casa solo me hizo saber que incluso los robles de acero como él, tienen huecos en el alma por los cuales son golpeados.

Decido blanquear mi mente e ir a alistarme, así que me doy una pequeña ducha y me abrigo lo suficiente. Desayuno brevemente y tomo mis cosas, saliendo de casa con prisa.

Llego hasta el último piso el edificio y al abrir la puerta de salida, freno de golpe. Aún de espaldas puedo reconocer el fino traje que lo envuelve nueva vez. Mi corazón se acelera y lo veo girar. Mi rostro sigue serio y él hace lo mismo, no queriendo tantear su suerte.

Salgo completamente y me muevo hasta quedar frente a él. Nos miramos fijamente y antes de que diga algo, mi puño viaja hasta su rostro estampándose con fuerza, o al menos es lo que mi cuerpo me hace creer. Mi puño arde y no puedo evitar hacer una mueca de dolor, mientras que su rostro permanece en la misma posición, como si no hubiese sentido nada.

—¿Acaso lo golpean con frecuencia? —cuestiono entre alaridos de dolor. Ríe.

—Es la primera vez que me dejo golpear por una chica. —afirma, y vuelve a reír.

Resoplo, mientras reviso mi inexistente herida. Hasta ahora noto que sostiene dos paraguas, uno en cada una de sus manos. Se da cuenta del lugar donde se encuentra mi confundida mirada y la sigue.

Eleva uno de los paraguas hacia mí, permanezco inmóvil.

—¿Por qué tiene dos paraguas?

—No creo poder estar a tu lado cada vez que haya una tempestad, y tú no estás dispuesta a revisar el clima antes de salir de casa. —me carcajeo—. Este paraguas es la independencia que necesitas para no tener que esperar por mí cuando el clima esté en tu contra, pero al mismo tiempo, es mi forma de hacerte saber que seré el techo que te proteja de todo lo que pueda hacerte daño, aunque no esté cerca de ti.

Mis pupilas se dilatan, mi rostro se sonroja y su mirada, confiesa muchísimo más de lo que pudo haber dicho con palabras. Espera una respuesta, así que sonrío y me acerco aún más a él, tomando su corbata para hacerlo llegar a mi altura, dejo un corto beso en la comisura de sus labios, acaricio su cabello y susurro:

—Mi chico bueno. —parece feliz con el gesto, pues se obliga a sí mismo a guardar la sonrisa que pretende escapar de sus labios.

Lo dejo ir sin ningún cuidado y me introduzco en su auto. Puedo observar a través del cristal cómo agarra su pecho, fingiendo impedir que su corazón escape. No puedo evitar reír.

◇◇◇

Ambos fingimos caminar lejos, aunque vamos uno al lado del otro por el estacionamiento, sin hablarnos y como si fuera pura casualidad. Su rostro gira a mí discretamente y susurra.

—Ven a mi oficina un momento. —luego de decir aquello, desaparece.

◇◇

Me coloco frente a su puerta unos segundos y cuando me aseguro de que nadie me está viendo, toco la madera tres veces. Abren de inmediato empujándome al interior para cerrar la puerta después.

Lucid dreamZ [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora