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Ena

- ¿viste el tiburón, Ena?. - Rachel apuntó el acuario asombrada.

sí, nos habían llevado a un acuario.

- sí. - miré las plantas de mis botas, tengo un pánico enorme al mar y a los animales que contenga.

- ¿estás bien?. - levantó mi rostro preocupada.

- sí, no te preocupes. - le sonreí, no iba a arruinar más su "cita". - voy al baño, sigan sin mi.

sostuve mi boca con la palma de mi mano, estar rodeada de agua me daba más náuseas que subir a una montaña rusa.

vomité hasta lo que no comí y enjuagué mi boca con agua, ¿quién en su sano juicio lleva a alguien a un acuario en una cita?.

la puerta se abrió asustándome, era el intenso. - ¿estás bien?.

- sí. - cerré el grifo para salir. - muévete, por favor.

- ¿por qué tanto odio?.

- porque no respetas mi relación.

- tu novio tampoco lo hace. - arrugué mis cejas. - claro, no te lo dijo, ¿cierto?.

- Manjiro me respeta más que a nadie.

- cuando coqueteó con otra chica no parecía hacerlo, ¿fuiste a la fiesta de ayer?.

- ¿que fiesta?.

- la que organizó Toman. - otorgué mi silencio para que siguiera hablando. - oh, claro que no, por eso es que no te vi... que pena, Mikey se aprovechó de eso para ligarse a otra.

un escalofrío invadió mi espalda, es mentira, Manjiro no sería capaz de hacer eso.

- tranquila, yo estoy aquí para consolarte.

- Manjiro me hubiese informado de la fiesta. - respondí.

- ugh, veelo por ti misma. - la pantalla de su celular tenía una foto de Manjiro con una chica sentada sobre él, tenía una mano en su pecho mientras las de Manjiro estaban en el brazo y respaldo del sillón. - tranquila, él no sería capaz.

- es falso... - bajé mi cabeza. - Manjiro no salió ayer...

- que cabezota, Ena. - apreté mis puños, mi paciencia se estaba colmando y mi confianza en Manjiro estaba en duda. - tranquila, él no es para tanto.

un golpe fue lo que recibió.

- no mientas para intentar quedarse bien, ¿oíste?. - pateé sus piernas, seguía de pie.

- no te estoy obligando a creer... - tomó aire acariciando su mejilla. - eres libre de decidir, pero no de golpearme, perra tonta.

mostró sus encías como perro rabioso y me ahorcó contra la pared, intercambiando de posiciones.

- ¡hasta tienes la cara de estar mal follada, Ena!. - apretó más su agarre. lancé patadas a su abdomen, pecho y piernas para liberarme. - ¡sé honesta y admite que ya no te sientes igual con él!, ¿¡acaso te sigue halagando!?.

Secreto || Manjiro S. // MikeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora