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Takemichi dio el apretón de manos y nuevamente sintió esa corriente recorrer su cuerpo. Cuándo abrió los ojos le costó un poco acostumbrarse a la oscuridad de la habitación, se dio cuenta que estaba en su cama y la noche reinaba, estuvo apuntó de dejarse llevar por la sensación de sueño que invadía su cuerpo, cuando sintió como las cobijas debajo de él se movieron y con temor las levantó, temiendo que de un espectro se tratará, pero su corazón se detuvo al ver un pequeño niño a lado suyo, que chupaba su dedo pulgar con tranquilidad.

— ¿Quién? — Preguntó alarmado, moviéndose bruscamente de la cama, hasta lograr salir de ella y encender las luces.

— ¿Papi? — La pequeña voz se escuchó perezosa y cansada, producto de haber sido despertada de su sueño tan abruptamente.

— ¿Quién eres? — Preguntó confundido, aturdido y temeroso Takemichi.

— ¿Papi? — Dijo la menor mientras restregaba sus ojos para ver fijamente al adulto.

— ¡No te muevas! — Gritó en pánico cuándo vio a la menor intentar colocar sus pies en el suelo y el efecto en el menor fue asustarse, su padre jamás le había gritado. La pequeña tenía sueño, estaba aturdida por el comportamiento de su padre y asustada por el gritó, su instinto le hacía creerse desprotegida y regañada, y terminó llorando fuertemente. — Oye. — Mencionó con dificultad, su pecho dolió y se desesperó al escuchar el llanto, veía a todos lados buscando una solución, aunque prefería más la salida. — Lo siento. — Dijo en voz baja, pero lo suficiente audible para aún en llanto ser escuchado por el que consideraba niño.

— ¡Papi! — Gritó entre llantos, estirando sus manos al adulto, sus ojos se habían nublado por el agua salada, pero aun así sabía dónde estaba el adulto, su lenguaje corporal le exigía un abrazo, Takemichi aún sin entender el porqué de sus acciones caminó por la habitación, hasta sentarse en la cama y rodear con sus brazos el cuerpo menor, esté buscó consuelo en el pecho del mayor y el pelinegro acarició su diminuta espalda, tratando de calmar. Con su vista busco su celular, encontrándolo en un mueble de madera, prestando más atención a la habitación, se dio cuenta que estaba adecuada para que un niño pudiera vivir ahí y se evitarán la mayor cantidad de accidentes posibles.

— Naoto. — Llamó cuándo la llamada fue aceptada. Del otro lado de la línea se escuchó un suspiro cansado. El infante que había estado llorando hace unos minutos había caído nuevamente en el mundo de los sueños, el llanto lo había terminado de cansar.

— Solamente a ti se te ocurre regresar a las tres de la mañana, pero bueno, no importa, estoy seguro que tienes muchas preguntas, en estos momentos me estoy preparando para ir a tu casa, lo primero que tienes que saber es que sí, esa niña que está contigo es tu hija y no, no es hija tuya y de mi hermana.

— ¿Es mi hija? — Preguntó incrédulo. Observando la carita sucia por las lágrimas.

— Sí, es una historia que tienes que escuchar, tenemos que ir al doctor en cuanto sea posible, tenemos que hacerle creer una mentira a ella. — Naoto suspiro por tener que mentirle a un niño y por la gravedad de la mentira, que en cierta manera no era falsa. — Será por su bien, pero cuando llegué a tu casa hablaré bien de esto, dame un momento.

Y como había dicho el pelinegro, llego sin mayor contratiempo, mostrando una sonrisa floja cuando estuvo delante de Takemichi. El pelinegro sintió un calor alojarse en su pecho cuando Naoto se acercó a la pelinegra que dormía plácidamente y acariciaba sus cabellos con delicadeza, ella reacciono a tomar su mano acercarla a su rostro, tal vez deseaba restregar su calor en su infante carita. Con algo de duda se atrevió a hablar.

— ¿La niña es tuya? — Dudativo cuestión, logrando congelar al pelinegro en su lugar.

— Es tu hija. — Afirmo. — Tú la tuviste.

— ¿Quién es la madre entonces? — Naoto había dejado de darle mimos a la menor y su mirada choco con la de Takemichi.

— Tu eres quien la engendro, en este futuro los hombres pueden tener hijos. — Takemichi formo una perfecta "O" con sus labios, no lo podía creer.

— ¿Yo la tuve? — Naoto asintió con su cabeza y camino por la habitación, parecía que era más su habitación que la de él, este busco y rebusco, hasta dar con unos documentos que no dudo en entregar a Takemichi, aun sorprendido los tomo y leyó. — Estoy sorprendido, muy sorprendido, yo, yo necesito estar sentado. — Dijo mientras dejaba que su cuerpo cayera suevamente contra el suelo. Ver el acta de alumbramiento y el registro de nacimiento y ver que su nombre era ocupado por el puesto de supuesta madre, era mucha información.

— Siempre creí que podrías regresar del pasado, entonces desde que supe la noticia no me aleje de ti en ningún momento, tenía que estar lo más cerca posible para guiarte una vez volvieras. — Takemichi asintió ante esa información. — Aunque también se malinterpreto esto, mi familia, junto con mi hermana dudaron sobre que la niña es mía. Tu hija tiene muchos rasgos físicos similares a mí. — Takemichi perdió los colores de su rostro.

— ¿Naoto, eres acaso el padre? — Pregunto temeroso de haberse involucrado sexualmente con el hermano de su ex novia.

— Por supuesto que no. — Negó rápidamente, aunque observo de reojo a la infante, él no tenía sentimientos por Takemichi, pero si este le hubiera pedido tomar el lugar de padre, lo hubiera hecho, porque amaba a esa niña como si fuera su propia hija.

— ¿Entonces quién es el padre?

— No tengo idea, decías que era un secreto que te ibas a llevar a la tumba y bueno, de alguna manera lo hiciste.

— Pero debes tener alguna hipótesis, siempre fuiste muy inteligente. Yo realmente quiero saber quién es su padre, espera. — Naoto miro al ojiazul que se había levantado del suelo y ahora caminaba de un lado a otro en la habitación. — ¿Realmente quiero saber? — Sus ojos azules chocaron con los negros del Tachibana. — Algo debió haber pasado, por eso mi yo no quiso decirlo, tal vez alguien abuso de mí. — Concluyo, no tardo en abrazar su cuerpo asustado de esa posibilidad, aunque la voz del pelinegro lo tranquilizo.

— No, tu yo anterior lo confirmo conmigo, cuando supe que estabas esperando también caí en esa conclusión, estuve a punto de mover lo necesario para dar con ese hombre, pero tú te negaste afirmando que tu hija no era fruto de una violación, que era fruto de un amor y malas decisiones, que no querías interferir en la vida de él, tomaste la responsabilidad completa y en verdad disfrutaste tu embarazo en su máximo poder. — Takemichi observo como Naoto sonreía con nostalgia. — Tu de verdad amas a tu hija. — Afirmo, aunque su suave expresión decayó al verlo, al parecer la realidad lo había golpeado en la cara. — La amabas.

— Hanagaki intento hablar, notando que su garganta se había cerrado por las palabras del pelinegro. — Muy bien, comprendo, yo necesito tu ayuda. — Rasco su mejilla algo dudoso. — Necesito aprender, quiero sentir el mundo igual a mi anterior yo, tal vez sea raro, pero, estoy seguro que el amor a ella sigue aquí. — Toco su pecho, aquel que manifestaba más cambios ante la menor. — Sigo sintiendo. — Naoto asintió con la cabeza. — No estoy solo, te tengo aquí, por eso necesito que investigues algo por mí.  

¿Quién es el padre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora