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— ¡No quiero! — Takemichi sonreía nervioso al ver como las mujeres batallaban por mostrarle algo de su agrado a su hija.

— Veo que la pequeña Hanagaki es muy caprichosa. — Koko suspiro cansado de ver la cantidad de dinero que se había gastado en todos esos vestidos. Mikey le había disparado tres veces como simple advertencia, aunque ninguna bala le dio; todo porque los conjuntos que Sano había escogido para la niña seguían sin gustarle.

— ¿Koko? — Pregunto preocupado Takemichi. — ¿Estas llorando? — Incrédulo cuestiono. — Inupi estaría feliz de ver esto, creo que los chicos dirían algo como: "Koko tiene sentimientos".

— Claro, es lo que la gente pobre tiene. — Se lamentó mientras secaba sus lágrimas con dólares y Takemichi no evito poner sus ojos en blanco. — Contrate mujeres para que la atiendan a ella porque todos aquí son hombres, le compramos más conjuntos, pero nada le gusta. — Takemichi le dio palmadas a Koko en la espalda.

— Realmente si me dijeran la verdad les ayudaría. — Volvió a ofrecer. — Llevas perdiendo dinero y apenas han sido cuatro días, les aseguro que por más cargamentos de ropa que traigan, Elis no va a estar satisfecha.

— Takemichi. — Suplico.

— No pretendo ceder, Mikey tiene mucho que ver aquí y yo quiero que sea él quien explique todo. — Exigió, pero Koko volvió a suspirar, su cabeza dolía por esa problemática familia.

— ¡No! — El cerebro de pelinegro reaccionó tardé cuándo sintió la presión en una de sus piernas, su hija se aferraba a él. — Quiero regresar, quiero estar con Na-chan, no me gusta estar aquí. — Takemichi hizo una mueca y se colocó a la altura de la menor para abrazarla, Koko frunció el entrecejo y vió directamente a las mujeres que negaron con su cabeza, una traía una porción de pastel, las demás tenían coloridos vestidos y una traía hasta una tiara en sus manos.

— ¿Qué está sucediendo?

— Mikey. — Elisandra se aferró con mayor fuerza a su progenitor al ver al hombre de oscura mirada. Aunque su frente se arrugó al ver a los responsables de haber sido alejada de su amado Naoto.

— La señorita no le gusta nuevamente la ropa, tampoco le gustan los postres que se prepararon especialmente para ella. — La mayor de las mujeres habló con suavidad. Rindou había caminado hasta las mujeres para robar uno de los postres, mientras Ran veía los excéntricos vestidos. El rostro de Mikey se contrajo en una mueca de enojó y frustración que dirigió sin anestesia a la menor; Elisandra lo notó y prefirió ignorarlo dirigiendo toda su atención a la iluminación, era mucho más interesante los artefactos eléctricos que el hombre.

— ¿Planeas que esa niña permanezca en pijamas solamente Takemichi? — Recriminó y Takemichi clavo sus orbes en Mikey, listo para enfrentar a su ex comandante.

— ¿Crees qué es más importante la ropa que aclarar todo esto? — Enfrentó. — No pienso ceder hasta que expliques todo. — Mikey logró hacer un ruido con su boca de inconformidad.

— Bien, maldita sea, tu ganaste, ven conmigo. — Exigió mientras caminaba, pero detuvo sus pasos para observar a la menor, está seguía sin mirarlo, dividió en dos el postre que tenía en su mano y sin vacilar se acercó a la menor, Elisandra se sobresaltó al ver una mano extenderse a ella.

— ¿Qué? — Pregunto molesta de tener que dirigir su atención al que consideraba su enemigo.

— Es tuyo, tómalo. — Ofreció el postre. Pero nadie esperó la reacción de la menor. Había hecho un sonido de asco de sólo verlo.

— Odio los dorayaki, no me gustan. — Expresó clavando sus negros ojos con los contrarios, aunque le mirará desde arriba, la menor no se dejaba intimidar. — Todos ustedes no tienen sentido común, no me han dado agua natural, tampoco fruta, pero nos han llenado de dulces y jugos, ¿Saben que eso es malo para los niños? — Kokonoi revolvió su cabello desesperado, iba a ser posiblemente regañado nuevamente por una orden que había hecho el propio Mikey, todo porque él seguía insistiendo en que debía tratar mejor a la menor y el padre de ella, Mikey creía que darle todos los dulces existentes era la opción más indicada. — Ni siquiera comí verduras hoy y me han llenado de postres empalagosos. Realmente ustedes son tontos.

— ¡Elisandra! — Advirtió Takemichi ante el comportamiento de su hija, Naoto había influido mucho en ella. Aunque más que arrepentimiento en la menor se pudo escuchar una risa escandalosa, todos jadearon ante eso, las mujeres se dirigieron a hacer cualquier otra actividad para fingir ignorancia en el acto que había realizado uno de los hombres cerca suyo. Mikey primero observó las reacciones de la menor con curiosidad, para después levantarse y mirar con fastidiado al menor de los Haitani.

— Lo siento, es que Sanzu. — Intentó excusarse mientras buscaba una posible salida. Hajime se apresuró a llevar a los Hanagaki al bañó, todo eso mientras Mikey saca un arma y apuntaba al menor.

— Colmaste mi paciencia Rindou.

— ¡Fue culpa de Sanzu! — Gritó con una sonrisa nerviosa en sus labios mientras levantaba las manos en rendición.

— ¡Eres un idiota Rindou! — Exclamó Sanzu mientras intentaba quitar la crema de la ropa oscura de Mikey, nuevamente un postre había sido lanzado en su contra.

— Sanzu empezó a molestar a Rin, llevan en ese absurdo juego desde hace una semana. — Ran aclaró mientras se veía en el espejo de cuerpo completo con la tiara puesta, aunque la bala la partió por la mitad y volvió fragmentos el vidrio.

— Los voy a hacer pagar por su estupidez a los tres. — Amenazó y Ran prefirió callar la injusticia de ser también sancionado por la culpa de los otros dos. — ¡Takemichi! — Gritó impaciente el nombre, a los segundos Koko se mostraba por la puerta del baño, asegurando que nada pudiera pasar, los Hanagaki iban detrás de él, Takemichi cargaba a la menor, que veía todo curiosa. — Muévete. Ran, ve con Koko; llévenla a comprar ropa.

— No pienso dejar a mi hija. — Mikey frunció el entrecejo molestó y perforó con la mirada al pelinegro mayor.

— ¿Quieres saber la verdad? — Inquirió y Takemichi asintió sin soltar a la menor. — Entonces muévete, deja a la mocosa y sígueme, no pienso repetirlo.

— Yo no pienso separarme de mi hija, no voy a ceder, mucho menos la voy a dejar con Ran Haitani. — Ran exclamó ofendido.

— Takemichi.

— No. — La incomodidad en la habitación se volvió a presentar, el postre en la mano de Mikey se había vuelto un desastre por la fuerza que había ejercido en el.

— No vas a salir entonces.

— Entonces seguirán gastando dinero sin sentido porque no saben lo que le gusta a ella. — Elisandra asintió a las palabras de su padre, no comprendía del todo la situación, pero debía dar razón a su padre, nada de lo que ellos le traían era de su agrado, realmente eran unos bobos en cuestión de niños.

— Entonces no gastaremos más en ustedes. — Koko vió incrédulo a su jefe.

— Adelante. — Mikey sintió su cabeza punzar, realmente deseaba arrebatarle a la menor y encerrarlo en algún lugar dónde solamente él pudiera acceder, pero no podía hacerlo, Koko tenía razón en qué podía escapar y él no debía escapar de su visión.

— Bien. — Hajime miró a su jefe, la palabra de obediencia se movía en su cabeza juntó con el rostro de Takemichi. — Primero Ran y Koko irán con ustedes, y después hablaremos tu y yo.

— Aceptó. — Todos veían expectantes la conversación, hasta las mujeres que se habían mantenido en silencio en esa habitación, Rindou sintió un escalofrío cuándo no fue nombrado para ir de acompañante también.

¿Quién es el padre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora