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Veía a las personas pasar, desde esa gran altura todos eran insignificantes. — Elis, ¿Por qué nunca quisiste a tú papá? Hablo de Mikey. — La menor río suavemente ante eso.

— Creó que todo fue porque cuándo era más pequeña.

[...]

No recuerda la edad exacta, pero si los fríos ojos negros de su padre. No importaba cuánto llorara o suplicara, todo era peor si admitía su miedo, todo se volvía un completó caos si mostraba debilidad.

Sintió su cabello ser jalado con brusquedad, sus ojos picaban, ardían; el último golpe había sido doloroso, pero procuraba mantener la calma ante los analíticos ojos de Sanzu. — Yo he creado una psicópata, no una maldita perra miedosa. — Le reclamó, la rubia cerró los ojos al sentir la saliva de su contrarió recorrer su rostro, el adulto le había escupido. — Levántate maldita perra, muestra que sirves para algo.

— ¡No soy una perra! — Gritó mientras sostenía su cabello, evitando más dañó proporcionado en esa zona, por eso odiaba el cabello largo, era fastidioso para pelear.

— ¿Qué pasa princesa, use mucha fuerza? — Se burló Shion, la rubia limpió con su uniforme su rostro, sabía que había cometido un error por bajar la mirada cuándo el infeliz del adulto le había golpeado en el rostro, pero realmente estaba agotada, recién regresaba de una misión y no tenía más resistencia.

— Elisandra, recuerda que eres un soldado, debes ser obediente. Acaba con Shion, es una orden. — Elisandra inhaló y sin dudar arremetió contra Shion, odiaba tener prácticas con su padre cerca, era una verdadera molestia, aunque suspiro de alivio cuándo el adulto estuvo besando el suelo.

— Terminé, me retiró. — Anunció ante la mirada oscura de su progenitor. Caminar por los pasillos de las organizaciones de sus padres era tan perturbador, desde sus colores oscuros y su poca iluminación, hasta las decoraciones, la mayoría proporcionadas por Sanzu, era agotador soportar ver en todas las malditas paredes rojas con los cuadros enormes de su padre como decoración, pasó a un lado de la adquisición más reciente y sin dudar levantó su dedo medio. — Tío. — Llamó y el adulto no levantó la mirada de su laptop.

— Pásame el botiquín. — Pidió y la menor obedeció la petición, cuándo el objeto estuvo en la mesa por fin levantó la mirada del dispositivo y la mueca que hizo logró hacer sonreír a la adolescente. — ¿Quién fue ahora?

— Shion, aunque primero fue Rindou, le encanta torturarme, ese hombre me odia. Lo sabes, no intentes negarlo. — Koko negó con la cabeza mientras se disponía a atenderla.

— Vamos, él no te odia.

— Oh, por supuesto que sí. ¿Recuerdas la ocasión que tuve un conflicto con las chicas de mi instituto? — Hajime asintió, recuerda perfectamente porque Mikey la castigó severamente por no haber logrado controlar una situación, que él catálogo cómo infantil, para él era infantil tratar con los futuros mafiosos y políticos. — Bueno, tú estabas de viaje y yo realmente necesitaba un poquito de apoyó, entonces fui con Ran, le pregunté si era horrible o un estorbó.

— ¿Qué te dió ahora? — Pregunto interesado por la adquisición nueva de la menor.

— Un kit para realizar bombas caseras, pero eso no importa, Ran me dijo que no dijera eso, porque yo era la persona más linda del mundo.

— Típico de Ran.

— Pero le di una oportunidad a Rindou que estaba pasando por ahí y me dijo que si era horrible, un asco y un estorbó, también que era una llorona y que tenía que dejar de pensar que soy el centro del mundo, que estaba siendo molesta.

— No le tomes importancia, la situación con Rindou es...

— Difícil. — Termino la frase colocando sus ojos en blanco, fastidiada por la misma respuesta siempre. — Lo sé, siempre es lo mismo. — Murmuro, dejo descansar su cabeza en el escritorio de Koko, estiro su mano a sus ojos, mirándola fijamente, su acción no pasó desapercibida para el adulto.

¿Quién es el padre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora