— Llegamos, despierte señor.
— ¿Qué? — Takemichi parpadeó y tomó su cabeza, apenas despertaba y un dolor intenso lo atacaba.
— Llegamos señor. — Takemichi asintió ante las palabras del hombre, relamió sus labios y se aferró al pequeño ser que estaba en su pecho, salió del auto notando un gran edificio de color blanco. — Es por aquí. — Señaló la entrada y Takemichi asintió, sus movimientos eran lentos y repetitivos al sentirse desorientado, siguiendo al hombre sin protestar; lo último que recuerda es haber aceptado una bebida dulce que Mikey le había ofrecido cómo disculpa por su extraño comportamiento, obviamente su hija no aceptó la bebida, provocando la molestia en el peliplata, que se obligó a salir de la habitación con un jugo restante. Cuándo la hora de partida llegó Koko apareció con una serie de indicaciones y un jugo de caja abierto que Elisandra aceptó, desde ahí el sueño lo invadía y la voz de Hajime se volvió lejana hasta que todo estaba negro.
— Disculpe, ¿Dónde estamos? — Indago, probando suerte para ubicarse.
— No tengo permitido responder eso señor. — Takemichi hizo una mueca mientras el elevador ascendía, así fue hasta llegar al nivel cuatro. — Por favor, por aquí. — El ojiazul parpadeó al ver el blanco pasillo, dos puertas eran las únicas de la planta, una cerca del elevador en el lado izquierdo y otra puerta casi a finalizar el pasillo del lado derecho. — Su departamento es el último. — Takemichi asintió con su cabeza, tomó la llave que le ofrecía aquél hombre.
— ¿Entonces?
— Me retiró. — Sin poder preguntar algo más solo vio al individuo retirarse, en un solo movimiento acomodó a la menor y en un largo suspiro abrió la puerta, todo era blanco, dentro y fuera del lugar, el blanco inundaba y abundaba, haciendo una rápida inspección visual noto que habían los suficientes muebles para vivir en comodidad.
— Dos habitaciones. — Murmuró después de explorar con curiosidad el departamento, aún cargando a la menor; había dos habitaciones para dormir, una llena de juguetes y una pequeña cama, la otra era sencilla, adaptable para un adulto, pero con una cama matrimonial. La habitación infantil fue cerrada, no había intenciones de ser usada prontamente. — Y hay un parque. — Le habló a su dormida hija, apreciando la vista desde un amplió balcón, las palabras del menor de los Haitani fueron cumplidas. Takemichi movió su cuello en diferentes direcciones, cansado e incómodo, miró de reojo todo el departamento sintiéndose observado, pero negando la posibilidad al no ver nada peculiar.
— Señor Hanagaki. — Nuevamente se presentó la voz del hombre que lo guío, algo confundido recostó a la menor en el sofá y caminó hasta la puerta, abriéndola rápidamente, frente a él se mostraba un aparato. — Disculpé la molestia constante que le ocasionó, pero olvidé entregarle esto, perdóneme. — Takemichi tomó el objeto, liviano para su gusto. Agradeció y el hombre nuevamente se fue, dejándolo con un nuevo celular, lo desbloqueó sin dificultad y por instinto terminó en la aplicación de llamadas, dudó, quería llamar a Naoto, a Chifuyu, deseaba llamar a todos, pero su estadía en ese futuro no había sido tan prolongada, insultó su poca inteligencia y su casi nula habilidad para recordar datos, ni en sus memorias distorsionadas lo podía recordar; quería el número de Naoto Tachibana. Suspiro cansado, caminando hacía la menor, tomándola en sus brazos y caminando con destinó fijo a la habitación, su cabeza dolía infiernos y su cuerpo pesaba toneladas para él, con cuidado la acostó a lado suyo y se permitió entregarse al sueño nuevamente.
[...]
> El color azul es fascinante.
> ¿Quién eres?
> ¿Sabías que el color azul está asociado a la inteligencia? Por eso algunas instituciones académicas lo usan en sus aulas.
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¿Quién es el padre?
FanfictionUn futuro que jamás imagino. ¿El peor de los futuros o el mejor de ellos?