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La habitación estaba envuelta en un silencio incómodo, aunque la ligera respiración de la menor mantenía en la realidad a su progenitor, Takemichi sentando en el filo de la gran cama procesaba las palabras de Mikey, esté estaba a diez pasos lejos de él, cerca de la salida. Hanagaki relamió su labio nervioso antes de hablar, pero su voz estremeció al peliplata.

— ¿Por qué? — Inquirió, Mikey guardo silencio. — ¿Por qué creaste Boten? — El pelinegro alborotó desesperado su cabello, sintiéndose frustrado. — Yo los salvé; salvé a Shinichiro, salvé a Emma, hasta Izana logró escapar de la muerte.

— Takemichi.

— Draken no murió, tampoco Baji y Kazutora no fue a la correccional. Kisaki desistió de sus planes y te dejo en paz, hice todo lo que pude para salvarlos. — Exclamó. Mikey suspiró.

— Takemichi, no es el contexto, soy yo.

— No, no, no. — La negación se apoderaba de su persona. — Yo necesito volver, debe haber algo más y solamente tengo que impedirlo, tu puedes ser feliz, puedes tener ese futuro que los chicos me dijeron; una reservada esposa y dos hijos. Yo tengo que volver. — Mikey tembló ante la mirada del pelinegro y su determinación por volver al pasado; por dejarlo nuevamente.

— Papi. — La infantil voz hizo reaccionar al pelinegro, la infante había despertado y veía soñolienta a su progenitor.

— Aquí estoy. — Habló y se acercó a la menor, tomándola en brazos para intentar hacerla dormir nuevamente. Funcionó.

— ¿En los otros futuros tuviste hijos?

— No. — Mikey sonrió ganador ante esa información.

— Dime, ¿Planeas dejar a tú única hija conmigo?

— ¿Qué?

— ¿Sabes que mataré a tu yo pasado en cuánto abandones su cuerpo?

— ¿Por qué harías eso?

— Él no me interesa, es tan lejano, yo realmente no le importó, entonces él a mí tampoco me importa, pero si te vas y él regresa no dudaré en matarlo, dime Takemichi, ¿Vas a dejar a tú única hija sóla conmigo? — Insistió. Takemichi se aferró al cuerpo menor.

— No harías eso.

— Hice tantas cosas, tantas, las que mayor peso tienen fueron las que hice por tu causa.

— ¿Qué quieres Mikey? — Sano se encogió de hombros restando importancia al tema, Takemichi bufó ante esa acción. — Habla ya o realmente haré lo que sea para regresar. — Mikey frunció el entrecejo, realmente Takemichi se había comportado, no había causado alborotó ni había intentado comunicarse con sus amigos o intento escapar; la única excepción fue por la ropa de la menor y por saber la verdad.

— No puedes huir. — Demandó, mientras Takemichi dejaba a la menor en la cama y caminaba hasta estar enfrente suyo, de pie los dos.

— Tendrás que decirme todo lo qué hiciste en estos años, tal vez así no deseé huir. — Negoció, aunque tembló ligeramente cuándo Mikey sacó una pistola y sin vacilar apuntó directamente el cañón a su cabeza.

— Yo hago las reglas aquí Takemichi. — Amenazó, Takemichi le vía fijamente, atentó, los ojos de Sano estaban más oscuros de lo normal, por un momento olvidó hasta la existencia de la menor por lo intimidante del hombre delante suyo. — Si huyes te mataré. — Repitió. — Si mientes te mataré. — Takemichi frunció el entrecejo, suspiró cansado y frustrado.

— Está bien, pero dime, ¿Qué tengo que hacer para que no me mates? — Cuestionó mientras con su mano sin temor bajaba el cañón de la pistola que le amenazaba. — Realmente me gustaría saberlo. — Mikey dejó caer el arma y con un impulso rodeó el cuerpo del pelinegro, logró hacer perder el equilibrio a Takemichi, terminando con un dolor de espalda y un abrazo asfixiante.

¿Quién es el padre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora