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Recuerden, de este capitulo en adelante las cosas van a ir rapido, si te llegas a confundir debo decir, calma, es normal. Gracias por leer. Bonito día.

[...]

Salió de entre las sábanas y con cuidado recostó su cabeza en el pecho del pelinegro, los suaves latidos lograban hipnotizarlo, aunque el quejido que soltó en sueños llamó su atención, su oscura mirada inspeccionaba al Hanagaki, las muecas de dolor no pasaban desapercibidas para sus ojos, así como el sonido de un cuerpo removerse entre las cobijas. La menor tenía una extraña posición en la cama; su cabeza estaba al filo del lecho, todas sus extremidades estaban extendidas y su pie izquierdo se encajaba en las costillas de su progenitor pelinegro, algo doloroso a simplemente vista, Mikey estuvo dispuesto a quitar su pie del cuerpo del mayor, pero terminó haciendo una mueca de asco cuando la menor expulsó un gas. La huida fue su solución más acertada.

- Papi. - Llamó con emoción la menor cuándo el sonido de la máquina dejo de escucharse.

- Terminé. - Anunció con una sonrisa mientras besaba su cabeza.

- ¡Gracias! - Gritó con emoción viéndose al espejo, lista para quitarse su ropa, tomaría un agradable baño después de haber hecho un retoque en su cabello, pero instintivamente detuvo sus acciones para ver la puerta, su cabeza se movió rápidamente en esa dirección y la mueca de fastidió fue inevitable al ver al hombre en el umbral de la puerta.

- Deberías dejarle el cabello largo, así parece un niño.

- ¡No soy un niño! - Exclamó molesta. - ¡Soy una detective y así debe ser mi cabello! - El rostro de Mikey demostró su molestia ante los gritos que soltaba la menor.

- Mikey, en la barra de la cocina hay dorayakis, hice muchos. Anda y ve. - Takemichi le daba suaves empujones, logrando sacarlo del baño y cerrando con una sonrisa la puerta, suspiro cuando sus orbes chocaron contra la blanca puerta. Devolvió su sonrisa a sus labios y giró para ver a su hija que hacía una mueca de asco por la mención del dorayaki.

- No me gusta.

- Lo sé, por eso hago solamente para él. - Siguió la conversación mientras ayudaba a quitarse la ropa a la menor, el agua estaba lo suficiente caliente para ella.

- No me gusta él. Papi. - Llamó y los ojos negros chocaron con los azules. - ¿Cuándo veremos a Na-chan? - Takemichi contuvo el suspiro que quería salir y le regaló una caricia en el rostro a la menor.

- Esta bien si no te gusta el tío Mikey, también está bien que no te gusten los dorayakis. Papá jamás te forzará a algo, porque te amo. - Elisandra asintió y bajó de su banco para dejar que su papá empezará su bañó. Ignorando que no tuvo una respuesta a su pregunta.

- Yo también amo a papá. - Mikey levantó su mirada y caminó a la cocina, alejándose al fin del baño, tomando uno de los dorayaki con forma de pez. Intentó calmar la molestia que le generaba que la niña no le respetará y continuamente le retará. Tomó su celular y leyó los últimos correos recibidos que había deseado ignorar, formó una mueca y mandó un rápido mensaje de avisó. Koko tembló a la distancia antes de recibir una fatídica notificación.

- Papi, quiero un cuento.

- ¿Vas a ir por uno? - Preguntó mientras preparaba la cama. Mikey estaba en la sala con una laptop, ajeno a lo que ellos hicieran, pero padre e hija tenían un silencioso pactó, mientras el peliplata estuviera en la casa ellos no debían separarse, Elisandra sabía que no debía estar sola con el otro adulto y Takemichi se encargaba siempre de estar presente y con ella a su lado.

- No, quiero que me cuentes uno tú. - Pidió mientras subía a la cama y se dejaba arropar, Takemichi lo pensó y sonrió cuándo tuvo la historia adecuada.

¿Quién es el padre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora