Capítulo 9

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Kara durmió como nunca antes. 

Tranquila y con el estómago lleno.

 Nunca la habían golpeado como a las otras chicas por ser la favorita de Lex, pero eso no le aseguraba un mejor trato que a las demás. Ni mucho menos comida caliente y agradable o en abundancia. 

No, siempre comía justo la cantidad mínima para no parecer desnutrida y dormía en un cuarto oscuro, sobre un colchón duro y mantas rasposas.

Nada se podía comparar con la cama y la compañía de la que había disfrutado durante el último par de días.

Mike era un sujeto agradable. Como nunca había conocido antes; con los hombres que había tratado desde que tenía uso de razón, apenas si intercambiaba palabras. Eran unos enormes musculosos, con cara de odiar a todo el mundo; que lo único que hacían era ser los guardias de la casa donde Lex pasaba algunos fines de semana.

Ella, junto con las otras cinco chicas que vivían en aquel lugar, eran las encargadas de proporcionarle diversión y placer a aquel horrible sujeto. Y cuando llegaba a cansarse de alguna de ellas, simplemente se la cedía a sus hombres para que hicieran con ella lo que quisieran.

Sí, Lex era un ser despreciable. Pero, estar en su cama, no se comparaba en nada con las atrocidades que sus hombres acostumbraban a hacer. Esos "monstruos" golpeaban y violaban a las chicas entre todos hasta que prácticamente las mataban.

Ese era el peor destino al que todas estaban condenadas.

Kara sabía que Lex era traficante no solo de drogas y armas, pero jamás intento averiguar más sobre los negocios que su captor manejaba. Ella no conocería otra vida a aparte de esa. Y mientras lo mantuviera contento y satisfecho con su desempeño, estaría a salvo. Aunque no por siempre.

Por eso ahora estaba allí, en una nueva especie de cautiverio, aunque esta vez parecían mucho más agradables los sujetos que la retenían. Por lo menos Mike, no podía decir lo mismo de la mal encarada de su hermana. Kara no tenía que ser un genio para darse cuenta que la odiaba, y que odiaba que ella estuviera allí. Tal vez era momento de pensar en un plan para escapar y largarse a donde nadie pudiera volver a hacerle daño.

Dándole vueltas a esa idea en su cabeza, poco a poco el sueño se apodero de ella, y dejando que las drogas que Mike le dio para el dolor y sus heridas, cerró los ojos y se quedó dormida.

Lo primer que escuchó al despertar a la mañana siguiente, fueron el canto de los pájaros. Esta vez no la tomaron por sorpresa, pues ya se estaba acostumbrando a ellos. Se estiro debajo de las cobijas y se tomó un par de minutos antes de sentarse en la cama.

— Buenos días— saludo la chica que la mirada a un par de metros; sentada en un sofá, con una pierna cruzada sobre la otra sobresaltándola — Tienes el sueño pesado.

Kara se quedó con el grito atorado en la garganta. Un reflejo de toda una vida de ocultarlos. Intento taparse un poco con las cobijas, sintiéndose muy observada por la hermana de Mike ¿Desde cuándo estaba allí?

— Vamos a hablar — comenzó a decir la morena — Y esta vez, será largo y tendido. Quiero que me digas todo y, quiero la verdad.

Kara simplemente la miró sin decir responder nada.

— Quiero ayudarte — soltó Lena sin saber bien por qué. Tal vez una parte de ella en verdad quería hacerlo y, era muy probable que fuera la misma parte que deseaba desesperadamente que esta chica, esta extraña, confiara en ella. La misma parte que la mantuvo despierta un par de horas, mientras daba vueltas en su cama sin poder dejar de pensar en ella.

— ¿Puedo cambiarme primero? — preguntó la joven, sin expresión en el rostro.

— ¿Ya tienes ropa?

Don't say GoodbyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora