Capítulo 8

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Mike respiro hondo antes de tocar a la puerta. Espero algunos segundos una respuesta, pero parecía que no había nadie del otro lado. Tal vez la joven estuviera dormida. Deseaba que fuera así y que no hubiera encontrado la forma de escapar mientras él había estado en la cocina preparando la comida para ambos.

Esperando no recibir un golpe en la cabeza, se asomó hacia dentro, haciendo malabares con la charola en una de sus manos.

— ¿Estás dormida? — pregunto con cuidado, pero la joven no dormía. La encontró de pie junto a la ventana, con la mirada perdida en el horizonte — Espero que tengas hambre — dijo mientras entraba a la habitación y dejaba la charola sobre la cama — No estaba muy seguro de que preparar o de que deberías de comer. Así que prepare un poco de todo.

La joven se giró lentamente para mirarlo sin expresión en el rostro, logrando poner al chico nervioso.

— Espero... yo... — balbuceo Mike con una sonrisa nerviosa. Miro la charola con los bocadillos y tomo una papa para ofrecérsela a la chica. Pero ella siguió en sin decir nada — Tal vez quieras que te prepare alguna otra cosa o...

Una tonta teoría llego a su mente y sin decir nada, se metió la papa que sostenía a la boca. Luego se dispuso a tomar uno de los emparedados y le dio una mordida.

— Si no te importa — dijo olvidándose de los modales y hablando con medio bocado en la boca — Yo comeré un poco. Tengo hambre.

La chica lo miro con sus intensos ojos azules desde la misma posición sin mover ni un pelo mientras el seguía metiéndose comida a la boca. Mike ya se había comido todo un emparedado cuando vio que la chica se lamia los labios saboreándose la comida.

— No le puse nada — dijo él sorprendiéndola — Si es por eso que no quieres comer, puedes estar segura de que no tiene más que un increíble sabor. No quiero ser presumido, pero los emparedados de pollo y las papas fritas, son mi especialidad. Las malteadas de fresa también...

— ¿Por qué lo hiciste? — pregunto de pronto Karaa acercándose a la cama donde Mike estaba sentado.

— ¿Qué?

— Sacarme de la basura. Arriesgarte a ayudar a un extraño.

Mike se encogió de hombros.

— Nadie hace algo así, sin esperar obtener algo a cambio — suelto la joven con coraje. Obligando a Mike a mirarla directo a los ojos. Mike sintió mariposas en el estómago y se perdió en el océano del que no puedo apartar la vista. Era eso, o los emparedados le están cayendo mal — Lo sé mejor que nadie.

— Me gusta pensar que soy una buena persona — concluyo Mike luego de un par de minutos de silencio — Aunque si se lo preguntas a mi hermana, te dirá que soy un tonto arrebatado, que no sabe reaccionar ante situaciones de estrés.

Kara lo miro por un par de minutos en silencio para analizarlo. Tal vez, decidiendo si podía o no confiar en él. 

Mike se sentía demasiado nervioso y simplemente sonrió.

— Tu hermana da miedo.

El comentario le arrebato una carcajada al chico, pero le dio la oportunidad de sentirse más relajado y el valor para ofrecerle de nuevo un emparedado a la chica. Para su sorpresa, esta vez ella lo tomo y le dio una mordida, antes de sentarse junto a él para comer juntos.

— Lena tiene la actitud de chica mala, pero cuando la conoces te das cuenta de que es una persona dulce. No le digas que dije eso — sonríe con las mejillas sonrojadas.

— No se parecen en nada — comenta Kara.

— Somos medios hermanos. Tenemos el mismo padre, pero nuestras madres eran diferentes.

Don't say GoodbyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora