Capítulo 12

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Lena caminó sobre el piso frío en la oscuridad, esperando que no hubiera nada que lastimara sus pies descalzos. El silencio de la planta baja era un poco aterrador acompañada de las sombras que proyectaban los muebles en la noche, pero no quería encender las luces, ni hacer ruido.

Ya casi eran las tres de la mañana y no estaba logrando conciliar el sueño porque su estómago no dejaba de gruñir. Tenía hambre, pero debido a la discusión con Mike, no había cenado. Tampoco había comido, lo cual no era raro. Su único alimento del día fue una dona con una taza de café que terminó en menos de diez minutos en la oficina.

Tal vez era una tontería rehusarse a comer en presencia de Mike y Kara; pero su orgullo no le hubiera permitido pasar bocado por la garganta, aun cuando lo hubiera intentado.

Por eso, y luego de dar varias vueltas en la cama tratando de dormir, bajo para ir a buscar algo de comer. Llegó a la cocina, pero siguió a oscuras. Camino hasta el refrigerador y lo abrió con cuidado. La luz del interior la iluminó y, el frío que se escapó al abrir la puerta le erizo un poco la piel. Se inclinó para buscar algo que llevarse a la cama, cuando fue sorprendida.

— Hay un poco de pay al fondo de la nevera.

La voz de Kara venía de detrás de ella, pero usando un poco de sus habilidades, logró esconder su sorpresa. No se giró para verla, quería que pensara que ya sabía de su presencia. Tomó el plato con la rebanada de pay, cerró el refrigerador y caminó hasta el apagador para encender la luz.

La chica estaba sobre la barra, junto a la ventana que daba al jardín. En pijama y con el bote de helado a medio comer. ¿Por qué no usaba uno de los bancos como una persona normal? Se preguntó Lena. Kara la estaba mirando con la cuchara metida en la boca. Parecía que no era la única que no podía dormir.

— ¿No puedes dormir? — preguntó la rubia.

Lena no respondió de inmediato. Primero busco una cuchara para poder comenzar a comer su pay.

— Tenía hambre — dijo luego del primer bocado — ¿Y tú?

— Helado.

Fueron todas las palabras que intercambiaron, y ambas se quedaron un rato en silencio mientras comían.

Hasta que Lena se acercó al lavaplatos para dejar los trastes sucios fue que Kara se atrevió a hablar.

— Peleaste con Mike — no era una pregunta.

Lena la miró entrecerrando los ojos, preguntándose si los había escuchado o si Mike se lo había platicado.

— Mike estaba murmurando durante la cena — explico la rubia, tirando el bote vacío de helado a la basura.

— No fue nada — le aseguró Lena regresando su atención al plato sucio.

— Claro. Aunque no pareces el tipo de persona que deja de comer por "nada". A no ser que venir a vaciar el contenido del refrigerador a media noche sea uno de tus pasatiempos favoritos.

— Tú también estas aquí.

— Es diferente. El helado es mi debilidad. Me peleaste por eso cuando llegaste ¿no? — Lena no hizo ningún comentario — Entonces ¿qué le hiciste a Mike para que se enojara?

— ¿Por qué supones que fui yo quien hizo algo?

— Tienes pinta de ser alguien muy gruñón.

— Y tú, alguien muy metiche.

Kara sonrió un poco, aceptando de buen agrado el comentario.

— Cuando estás encerrada, el chisme se vuelve tu único pasatiempo.

Don't say GoodbyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora