Epilogo

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Cinco años después.

La noche empezaba a refrescar en la ciudad de Dublín. Había sido un día tranquilo, lleno de trabajo y un poco de estrés. Pero, Lena, había pasado toda la tarde en casa y en cuanto piso su departamento, olvido por completo cualquier otra cosa que no fuera disfrutar con su familia.

Ahora, estaba sentada en el piso de la sala. Sobre un tapete de colores, con las piernas cruzadas y la mirada fija en la pequeña beba delante de ella.

La miraba en silencio. Con toda su atención puesta en cada uno de sus pequeños y torpes movimientos. Su atención era completamente para ella. Aunque la pequeña, parecía más distraída con los juguetes a su alrededor que tomaba para llevarse a la boca y no reparaba en su madre sentada delante de ella.

— Sabik.

Al escuchar su nombre, la beba presto atención, pero perdiendo un poco el equilibrio estuvo a punto de irse de lado. Lena estiro la mano para sujetarla de inmediato, pero la beba logro mantenerse sentada, sin soltar el peluche que estaba babeando en su boca.

Orgullosa porque su hija a tan corta edad, atendiera cuando la llamaba por su nombre y más tranquila, Lena sonrió.

La niña, clavo su mirada atenta y curiosa en ella.

— Hoy será el día ¿verdad mi amor? — comenzó a decirle Lena con calma — Hoy por fin lo dirás ¿cierto?

La beba se había distraído con otro juguete. Soltó el peluche y con sus pequeñas manitas, tomo una pelota de muchos colores. Trato de morderla, pero con no le cabía en la boca, la golpeo varias veces contra el suelo, para luego volver a llevársela a la boca.

Lena se acercó un poco más a ella, y le quito la pelotita.

Sabik, al verse despojada de su diversión, hizo un puchero y se quejó con un gemido. Antes de que comenzara a llorar, Lena sujeto sus manitas. La pequeña se removió tratando de liberarse, con la mirada clavada en la pelota.

— Sabik — volvió a llamarla y ella la miro — Mamá.

La beba la miro atenta.

— MAMÁ — repitió Lena marcando cada gesto y cada silaba al mismo momento que se señalaba — MA — dijo marcando los movimientos de su boca — MÁ.

La pequeña sonrió divertida por las caras que hacia su madre y su respuesta fueron algunos balbuceos incomprensibles. Seguido de la forma en la que la había llamado desde que empezó a tratar de hablar.

— Nena.

— No, Sabik. Mírame. Mamá. Vamos amor. Dilo. Mamá.

— Hora de dormir — ordeno Kara entrando a la habitación, con otro bebe cargando en brazos, y dos mamilas.

Lena, dejo caer la cabeza al frente y suspiro resignada. Dejo que su hija siguiera jugando y se puso de pie. Kara llego junto a ella.

— ¿Qué estás haciendo? — le pregunto.

— ¿Por qué a mí no dice mamá?

Kara sonrió al escuchar la pregunta y le dio un beso sobre la mejilla un poquito divertida.

— Tal vez como escucha que yo siempre te llamo Lena, le es más fácil diferenciarnos así — respondió mientras Lena acariciaba la pequeña cabecita de su otro hijo.

Leo era el hermano mellizo de Sabik. Y desde pequeño se podía distinguir que, de los dos, sería el del carácter más tranquilo. Solo era un par de minutos más chico que su hermana. Tenía los ojos verdes de Lena, pero el cabello rubio de su Kara. Sabik por su parte había heredado el cabello oscuro de Lena, igual que sus risos, pero los ojos, eran los de Kara. Una combinación perfecta para ambos niños. Perfecta e increíble. Habían fecundado un ovulo de Kara y uno de Lena y los habían gestado en el vientre de la rubia. Milagrosamente, lograron llevar le embarazo sin contratiempos y todos quedaron sorprendidos al ver a los bebes y la mezcla de genes de ambas.

— Tienen siete meses — dijo Lena tomando en brazos al niño para darle su biberón — Y a ti si te dicen mamá. Deberían decírmelo a mí también.

— ¿Celosa? — pregunto Kara, levantando una ceja. Estaba imitando el movimiento tan característico en Lena. Movimiento que le había costado mucho tiempo emular.

— Un poco — acepto la ojiverde divertida.

— Solo tienes que un poco más de paciencia. Ahora, hay que dormirlos y luego puedo mostrarte un nuevo truco que estoy segura no aprendiste en la universidad — Kara le dio un beso en los labios, intentando no molestar al pequeño Leo que bebía su biberón acomodado en los brazos de Lena.

— Eso suena bien. Necesitaré llevar papel y pluma para anotar — bromeo.

— Mamá — y de pronto, Sabik lo dijo. Mientras Kara y Lena estaban distraídas desbordándose de amor la una por la otra.

Ambas la miraron.

— Mamá — Sabik, aun en el piso, estiro las manitas hacia Lena, pidiendo que la cargara.

— ¿Yo? — pregunto Lena.

— Mamá — la pequeña volvió a repetirlo mirándola directo a los ojos.

La sonrisa en la cara de Lena era enorme.

— ¡Lo dijo! — grito mirando a Kara — ¡Por fin lo dijo!

— Mamá — ahora fue Leo, quien tal vez por ver la alegría en el rostro de su madre, o por no quedarse atrás de su hermana, lo había dicho también, mirando a Lena.

Kara ya había tomado en brazos a Sabik. Y Lena no podía contener la felicidad que sentía. Beso a su pequeño hijo en brazos, a su hija en brazos de su esposa y finalmente al amor de su vida. Se unieron en un abrazo y esa fue solo una de las muchas alegrías que pasarían juntas.




Hola!!

Y bueno, con esto termínanos esta historia. Mi primera historia Supercorp. Muchas gracias a todos aquellos que se han tomado el tiempo en leerla. Y a aquellos que la calificaron y se tomaron la molestia de comentar. Gracias por la paciencia.

Se supone que esta iba a ser una historia corta, pero al final no fue tan así.

Espero que la hayan disfrutado. Gracias de nuevo y nos vemos la próxima. 

Historia inspirada en el video musical de Davichi - Don't Say Goodbye.

Don't say GoodbyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora