Capítulo 11

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— Lo sé, Alex. Pero, esa decisión ya no está en nuestras manos. Si la DEA quiere tomar el caso...

— ¡Hemos trabajado en esto por un año! — gritó Alex perdiendo la compostura — ¡Si la DEA lo captura, no podremos atrapar a los verdaderos terroristas con los que trabaja! ¡Esos hijos de puta se saldrán con la suya y los perderemos!

Lena permaneció en silencio un par de minutos, dándole oportunidad a su amiga para que se calmara y pensando en cómo expresar sin que se prestara a malas interpretaciones, lo que tenía que decir. Entendía perfecto la frustración de Alex. Ella misma estaba decepcionada por el desarrollo del caso en los últimos meses. Y aun cuando les pesara por todas las horas de trabajo, muy en el fondo ambas sabían que no podían hacer nada para cambiar la decisión. La DEA tenía un caso solido contra Lex y tal vez ellos tendría muchas más oportunidades para atraparlo. Oportunidad que, de dejar pasar, quizá no volvería a presentarse.

Lo importante era meterlo tras las rejas y hacerlo pagar por todos los crímenes que había cometido, no importaba quien fuera el que lo atrapara ¿cierto?

— Tendremos que esperar, Alex. No podemos hacer otra cosa — dijo Lena finalmente, por teléfono a su compañera mientras conducía de regreso a casa.

— ¡Suenas demasiado resignada! ¡¿Qué demonios te pasa?! ¿Se trata de una chica? — preguntó Alex al otro lado de la línea.

— No — se apresuró a asegurar Lena.

Aunque si era lo suficientemente sincera consigo misma, sí que se trataba de una chica. No precisamente en la forma que lo sugería Alex, pero existía. Con el arresto de Lex y su posterior juicio y condena, Kara podría tener la esperanza de una vida casi normal. Tan normal como una persona que pasó por toda la mierda que ella había sufrido, pudiera tener.

La chica, podría ser verdaderamente libre y podía soñar con algo más que lo que ahora tenía. Lena sabía, que el nuevo "cautiverio" aunque muy diferente al que vivió y, en el que tanto ella como su hermano la tenían; no podía durar para siempre. Kara merecía ser libre y feliz. Aunque la idea de que una vez que la joven decidiera marcharse no volviera a verla, por alguna razón, a la que no quería darle demasiada importancia, le molestaba.

— No mientas — insistió Alex — Eso explicaría tu actitud tan extraña de las últimas semanas.

— ¿Qué actitud?

— Ay, por favor ¿Crees que no me he dado cuenta?

— No sé a qué te refieres. Pero estoy segura que solo ves en mí, el reflejo de tu propia felicidad y torpeza. Toda esa mierda de la enamorada. Solo porque lo tuyo con Magie marcha bien.

— Bueno, yo jamás dije que estuvieras enamorada— Lena se quedó hecha piedra frente a la puerta de su casa — Tú sola te echas de cabeza, amiga — Alex no pudo evitar reír a carcajadas.

— No tengo tiempo para esto. Tengo que irme. Adiós.

Y colgó. Guardó el móvil y entró a su casa.

— Imbécil — susurro sin saber si se lo decía a sí misma o a Alex. Al mismo tiempo que lanzaba las llaves a la mesita que estaba a un lado de la entrada, sin lograr colocarlas en la charola de vidrio que habían puesto para resguardar las llaves.

La casa estaba demasiado silenciosa comparada con los últimos días. Casi parecía no haber nadie. Pero claro, eso no podía ser. La orden de "no salir" seguía vigente, y esperaba que Mike fuera lo bastante juicioso como para seguirla. Decidió ir directo a la cocina para dejar lo que había comprado en el supermercado antes de preocuparse. Quizá, su hermano y Kara estarían allí. La chica había demostrado tener nulas habilidades culinarias, pero Mike insistió en enseñarle.

Don't say GoodbyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora