Capítulo 16

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Horas más tarde, Maggie entró a la casa cargando un montón de bolsas llenas de comida del restaurante favorito de Lena. En cuanto le abrió la puerta, comenzó a quejarse por haberla obligado a ir hasta el centro de la ciudad a recoger el pedido, solo porque Lena no sabía cocinar, y luego de que se suponía, la había invitado.

— Para ser una persona con nulas cualidades culinarias, eres muy exigente — le dijo mientras revisaban las cosas que había traído — Deberías de amar la comida rápida, grasosa y fácil de transportar. Pero en su lugar, comes ensalada y cosas carísimas que preparan en esos restaurantes...

— El que no sepa cocinar, no quiere decir que tengo que comer mal.

Maggie bufo.

— ¿En dónde está? — preguntó finalmente, bajando la voz.

— Arriba. En su habitación.

— Tan secuestrada la tienes.

— Ya te dije que no la tengo secuestrada. Está entretenida dibujando.

— ¡Ah si! — Maggie tomó un trozo de zanahoria de una de las ensaladas y comenzó a masticarlo — Dices que es una pequeña Da Vinci.

Lena solo rodó los ojos, ignorándola.

— Está todo ¿quieres comer en el jardín? — pregunto a su invitada.

— Sí.

— Entonces, lleva las cosas para allá, mientras yo voy por ella.

Maggie lo hizo, pero siguió quejándose por la forma en la que, Lena, parecía tratar a sus invitados. Ella la miró divertida hasta que salió al jardín, luego caminó hasta la escalera y sin dirigirse a nadie en especial, comenzó a hablar.

— No muerde. Aunque lo parezca.

No hubo respuesta, pero luego de unos segundos, Kara apareció por el pasillo que daba al estudio de Mike.

— Si no estás cómoda — volvió a ofrecer la ojiverde — Puedes conocerla otro día.

— Yo... — Kara dudo, sobre todo porque las preguntas de Lena la desconcertaban.

Hasta ahora, siempre le daba la opción de elegir, incluso parecía que Lena quería que ella lo decidiera todo, hasta lo más insignificante. Y eso era algo que nadie, ni siquiera Mike le había ofrecido. El poder para elegir lo que quería.

Nunca había tenido que elegir nada. Nunca había tenido que cargar con esa responsabilidad. Y ahora, no sabía cómo manejar ese poder. Seguir las órdenes y deseos de los demás era sencillo. Descubrir cuáles eran tus propios deseos, era abrumador.

Y ahora estaba allí, de frente a una mujer que la miraba como a una igual y que esperaba pacientemente a que ella decidiera.

Escucharon el grito de Maggie llamando a Lena desde el jardín y ambas miraron en esa dirección. Luego, Lena la miró y con un movimiento de mano, la invitó para que caminaran juntas. Solo un movimiento y aun parecía como una opción, no como una orden. Y fue justo por ello, por la libertad que le estaba dando, que supo que hacer.

Maggie se mostró amable y abierta desde el principio. Saludo a Kara con un apretón de manos y una gran sonrisa. Le gustó desde el primer momento y mucho más con cada minuto que pasaron juntas. Al contrario de lo que Kara pensó que sucedería, la amiga de Lena no la bombardeó con preguntas. La comida se desarrolló entre risas y anécdotas que Maggie le relató sobre Lena. Cosas que eran imposible que alguien tan serio y reservado como la mayor de los hermanos pudiera hacer. 

Pero el sonrojo en las mejillas del ojiverde era suficiente para saber que era ciertas.

No fue sino hasta que pasaron al postre; una especie de natilla sabor vainilla que a Kara se le hizo deliciosa, que Maggie sacó el tema por el que realmente estaba allí.

Don't say GoodbyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora