Capítulo 14

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  - ¿Has tomado tus pastillas hoy?

El muchacho asintió, en completo silencio como en todas sus sesiones.

  - ¿Y has tenido algún ataque?

  - No desde hace 7 años.- respondió, con frialdad.- ¿De verdad tengo que seguir tomando esto?

  - Si no quieres ningún accidente, sí. Debido a tu mudanza a París, te prescribiré dos frascos más para que los lleves, te deberían durar un mes máximo. Tengo el número de un excelente psiquiatra allá, que seguirá con tu caso, ya sabe todo lo que pasó y te ayudará con las terapias y la medicación.

  - De acuerdo.

  - Y respecto a las demás pastillas, quizá debas dejar la fluoxetina. Te quedarás con la sertralina, y la clozapina.

  - ¿Dejar la fluoxetina? No quiero, sígame prescribiendo todas.

  - Si no quieres volverte dependiente debes...

  - No me importa la dependencia, estoy mejor con esas pastillas.

Con un suspiro, el médico anotó un par de cosas más en el pedazo de papel, y lo arrancó para dárselo al chico.

  - Recuerda seguir las indicaciones. Cuídate, Félix.

El rubio hizo una leve reverencia, antes de salir del lugar. En el pasillo del hospital, era ignorado por visitantes y saludado por enfermeras que lo conocían desde pequeño. Se acercó a la farmacia, y saludó con una sonrisa a el hombre que la atendía.

  - ¡Félix! ¿Qué te doy hoy?

El muchacho le tendió la receta, que el doctor analizó. El hombre no notó el borrón en los números, que indicaba que habían borrado el número real de las prescripciones, y escrito uno nuevo.

  - ¿Te recetó cinco frascos de cada uno? Te quiere mantener drogado, hijo...- murmuró, mientras sacaba una pequeña caja para guardar todas las medicinas.

El chico negó con la cabeza, y con una sonrisa amable.

  - No, me mudo a París, ¿recuerda? Debo llevar de mi medicación para mi nuevo psiquiatra.

  - Cierto, cierto.- le ofreció la caja llena de frascos de pastillas, con una mirada triste.- Te vamos a extrañar, ¿sabes? Aún recuerdo a esa niñera trayéndote aquí a los 8 años.

  - No se preocupe, los visitaré tanto como pueda.- prometió el chico.- Ahora me tengo que ir, o perderé el tren.

Con una reverencia, se alejó de la farmacia con una sonrisa astuta, antes de entrar en el ascensor. Ajustó su corbata viendo su reflejo en el espejo, mientras varios pensamientos rondaban por su cabeza. Adrien. ¿Hacía cuanto que no lo veía?

  - Siete años.- murmuró para sí, con una mueca en el rostro.


.     .     .


El temblor en las manos de Adrien Agreste era casi nulo, mientras esperaba de pie junto a su padre la llegada de su hermano. Le habían permitido faltar ese día a la escuela, por la ocasión especial.

Había unas pocas personas rodeándolos, miembros lejanos de la familia. No hablaban, y parecían tan fríos como Gabriel Agreste.

El sol se ocultaba tras unas nubes que prometían una lluvia torrencial, y el sonido de la verja de la entrada abriéndose exaltó a los dos Agreste. Gabriel perfeccionó su postura, mientras que su hijo se encorvó un poco, con nerviosismo.

Nathalie entró por la puerta, seguida por el guardaespaldas cargando varias maletas, y detrás de ellos, Félix entró con aire arrogante a la estancia.

Sus ojos azules se pasearon por todo el lugar,  hasta clavarse por fin en su padre. Se acercó a él, y a unos pocos pasos de distancia, hizo una reverencia mientras saludaba.

  - Gabriel Agreste, un placer volvernos a ver.

El hombre le devolvió la reverencia, mirando a su hijo con sospecha. Mientras tanto, el ojiazul se puso enfrente de Adrien, e hizo una reverencia también.

  - Adrien Agreste, un honor conocerte.

El menor reprimió el impulso de abrazar a su hermano, al recordar las palabras que había dicho su padre antes de su llegada.

No lo abraces. Fingirás que no lo conoces, y él hará lo mismo. La familia Agreste jamás supo que tuvimos mellizos.

  - No me conoces, pero soy un familiar tuyo, de el lado Graham de Vanily. Mi nombre es Félix Graham de Vanily.

Tu nombre es Félix Agreste, y eres mi hermano.

Los demás adultos se acercaron a el mayor, con sonrisas falsas dibujadas en sus rostros, y saludándolo con falsa amabilidad.

  - ¡Son muy parecidos! ¿Verdad, Gabriel?- exclamó una mujer de pelo blanco y tez joven, sonriendo con astucia.

  - Sí, Emilie tiene una hermana melliza, y Adrien se parece a su madre, tanto como Félix.

Palabras de asentimiento rodearon el lugar, mientras la familia interrogaba a Félix, lo examinaban en busca de puntos débiles en su historia, en su fachada. Sin embargo, no había ninguno. Gabriel Agreste había planeado todo hasta la perfección.

  - Bueno, Félix y Adrien irán a su habitación a conocerse mejor, mientras tanto, les invito a almorzar. Nuestro chef ha preparado varios platillos.

Todos asintieron con entusiasmo, dirigiéndose a el comedor, mientras ambos adolescentes subían las escaleras, Adrien con impaciencia.

Entraron, y el ojiverde cerró la puerta con fuerza, antes de dirigirle la mirada a su hermano, que analizaba la habitación con una mirada de nostalgia.

  - Esta habitación la compartíamos, ¿recuerdas, Adrien? Hasta que me enviaron lejos.

Se giró para mirarlo, y unos ojos verdes se encontraron con unos azules: el único rasgo en el cual no eran idénticos. Se miraron un par de segundos, antes de que Adrien se lanzara hasta él en un abrazo.

  - Te extrañé.- susurró, sonriendo.- Te extrañé mucho.

Félix se quedó estático al inicio, sorprendido, antes de devolverle el abrazo con más suavidad. Estuvieron un par de minutos así, antes de soltarse y examinarse el uno al otro. No se veían idénticos como cuando eran más jóvenes, ya que cada uno tenía tanto como estilo de ropa, como corte de pelo diferentes.

En un silencio un tanto incómodo, el mayor se acostó en la cama con un dejo de cansancio. Sacó su celular de su bolsillo, y miró la hora. Con un suspiro, se sentó, y sacó de su bolsillo un par de pastillas. Las pasó con facilidad, sin agua, bajo la mirada atónita de su hermano.

  - ¿Estás... resfriado o algo?

  - No, para nada. Son fluoxetina y sertralina.

  - Yo.... no conozco esos términos.- admitió el otro, avergonzado. Era evidente que su hermano era mucho más inteligente, después de años en un internado de élite.

  - Conocidos comúnmente como antidepresivos, y medicación para la ansiedad. La otra todavía no me toca.

  - ¿Y la otra para qué es?

Félix se aclaró la garganta, incómodo, antes de forzar una expresión neutra.

  - Preferiría no decirlo.- dijo, al fin.

El menor asintió, y sonrió discretamente. Quería empezar una relación de verdaderos hermanos a partir de ahora.

  - Y, bueno, ¿has escuchado a Jagged Stone?- inquirió, sonriendo.

El ojiazul agradeció el cambio de tema, y negó con la cabeza.

  - No, para nada.  

ᴄᴇʟᴏꜱ     -    Adrien Agreste x Luka CouffaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora