XV: "Notas"

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Catorce de mayo de 2014.

—Ah, señorita Becker, qué sorpresa que haya venido por ellos.

—Si, bueno, considero apropiado el hecho de llevarlos sanos y a salvo al apartamento —curveó los labios en una débil sonrisa—. Mary matará a alguien y quiero ver eso.

—Tiene un poco de cinismo, pero me agrada —señaló el inspector Lestrade y entonces Becker miró con atención a los que llegaban por el pasillo de detrás—. Allí están, en una sola pieza.

—Sabina, ¿qué haces aquí? —preguntó John—. ¿Cómo es que...?

—Básicamente tuve que pedirle al policía que no se los llevara, pero fue en vano, ya que ustedes dos —señaló al doctor y al detective—. En especial tú, cerebrito —señaló aún más a Holmes, quien alzó las cejas y parpadeó lentamente, sintiendo la resaca al tope— se te ocurrió vomitar en una posible escena del crimen en un apartamento desconocido y dejaste un caso sin resolver, provocando que tuviera que disculparme con la clienta y pedirle que por favor considerara ir otro día al apartamento.

—Vaya, eres buena —dijo Watson.

—Bastante, Watson —corrigió la mujer—. Ahora, andando, debo llevarlos.

—¿Qué hice qué? —preguntó Sherlock, colocándose al lado de Sabina y viéndola con atención—. ¿Cómo es que...?

—Intenté detenerte, fue imposible —expuso la morocha, interrumpiéndolo. Tras eso el detective consultor habló.

—Esa mujer, Tessa, cenó con un fantasma, es el caso más interesante en meses. Arruinamos una oportunidad —y exclamó eso último con un tono molesto, entre dientes.

—Lástima —exclamó Sabina con un tono de falsa compasión.

Apenas entraron al taxi, Sherlock se colocó en la esquina, observó la ventanilla con cuidado y después sólo se mantuvo ocupado tal vez en su propia mente. Sin embargo, Sabina estaba un poco aturdida aún después de lo de anoche.

Después de eso pequeño beso tan pequeño y casi inocente que Sherlock le depositó, finalmente ella se quiso enfocar y sólo se apresuró a seguirlos hasta la dirección que la clienta había dado.

En cuanto llegaron, lo único que hicieron fue realizar error tras error. Sherlock estaba tambaleándose, causando problemas mientras John permanecía cruzado de brazos y bailaba de un lado a otro, diciendo tonterías en bajo.

Sabina intentaba ayudar a Sherlock, pero este sólo parecía adormilado y ni siquiera se centraba como debía.

Lo peor fue que el rizado de vez en cuando se "relajaba".

—Tienes... —siseaba—. Tienes los ojos grandes, ¿lo sabías?

—Si, si, los tengo —decía ella como respuesta.

—Becker, Becker, Becker.

—Holmes —le llamó ella, pero él parecía distraído. Le tomó el hombro y entonces Sherlock alzó la mirada y habló.

—¿Cuál es tu segundo nombre, perdón?

—No tengo.

—Mientes. Eres una mentirosa empedernida.

Sabina suspiró, miró de reojo a la clienta y luego al propietario. Volvió la mirada y entonces volvió a observar al detective consultor.

—¿Si te lo digo te vas a concentrar?

Sherlock afirmó con un sonido que alargó más de lo que debía.

—Francine.

—¿Francine? —y sonrió con jocosidad.

𝐒𝐢𝐧 𝐑𝐮𝐦𝐛𝐨 𝐲 𝐀 𝐂𝐢𝐞𝐠𝐚𝐬 [𝐒𝐡𝐞𝐫𝐥𝐨𝐜𝐤 𝐇𝐨𝐥𝐦𝐞𝐬]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora