III: "Una mujer"

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~S A B I N A~

Seis de febrero de 2014.

Ya no podía. Mi paciencia se estaba acabando. Sherlock Holmes me estaba haciendo perder la paciencia, los estribos y me sacaba de mis casillas en tan sólo dos semanas.

Era relajante el escuchar el violín, de eso no cabía duda; sin embargo, me parecía muy poco agradable el escuchar a mitad de la madrugada y con salvajes melodías que parecían desgarrar los tímpanos de cualquiera.

Lo del violín fueron tres noches seguidas.

Luego, por las tardes cada vez que regresaba de trabajar a eso de las tres o cuatro, John y Sherlock la mayoría de veces se encontraban en un caso en la sala, fuera resolviendo uno o inclusive pasando la tarde en la sala de estar sin mucho que hacer.

Sherlock siempre era tan insoportable con su manera de responder a simples comentarios que usa en mi contra y me recuerda lo aburrido que es ser "ordinario".

John fue quien llamó mucho mi atención cuando un día me acerqué a servirle un poco de comida y visualicé por el rabillo de mi ojo que estaba escribiendo una clase de blog.

—¿Qué escribes?

Él alzó su cabeza de la computadora portátil y me observó un momento para después contestarme.

—Oh, es un blog mío. Escribo los casos más interesantes que Sherlock y yo resolvimos o están en proceso.

—Los cuales exagera de una manera tan fantasiosa que incluso pierdes el tiempo escribiendo eso, John. Lo haces más seguido —replicó el detective y yo lo miré con casi una docena de cigarrillos en su mano.

—¿Por qué escribes de él? ¿No sería más lógico escribir sobre ti mismo y él escriba sobre él mismo? —señalé al rizado y luego leí el título de uno interesante: Escándalo en Belgravia y Los Sabuesos de Baskerville.

—Es porque él está ocupado con su blog de "La ciencia de la deducción" —comentó John con un tono indiferente.

Miré de reojo a Sherlock y luego pregunté.

—¿De qué trata?

—Escribí sobre los tipos de cenizas de tabaco que existen.

—A nadie le interesa que existan doscientos cuarenta tipos de ceniza. Además, debes ser un poco más abierto a las personas. Al menos, enseñando un poco tu lado humano —alegó John dejando un momento de teclear.

—¿Y por qué les interesaría mi lado humano, John? Es ridículo. Además, son doscientos cuarenta y tres tipos de cenizas —y el detective se giró sobre sus talones mientras introducía los cigarrillos en su boca y regresaba a la cocina con el periódico en sus manos.

—Bueno, supongo que has ganado un usuario más, doctor Watson —John en respuesta alzó la comisura de su labio y yo palmee su hombro mientras le señalaba su comida.

—¡Ay, por Dios, Beckerle, pierdes el tiempo! Bueno, supongo que es lo mejor que haces —dijo de golpe y yo rodee los ojos mientras caminaba hacia la cocina y él salía golpeando mi hombro sin cuidado.

Arrugé las cejas y le contesté.

—Al menos lo pierdo yendo a un trabajo donde me pagan.

—Y la rutina es tan monótona, habitual y soporífera. Justamente lo que te describe —respondió con una sonrisa hipócrita en sus labios y luego se sentaba en su sillón y extendía el periódico para dejar de mirarme con esa arrogancia digna de él.

—¿Soporífera?

—Causa sueño de tan aburrido que es, por si no lo entendiste.

—¿Cuál es tu problema? —le pregunté irritada y enojada.

𝐒𝐢𝐧 𝐑𝐮𝐦𝐛𝐨 𝐲 𝐀 𝐂𝐢𝐞𝐠𝐚𝐬 [𝐒𝐡𝐞𝐫𝐥𝐨𝐜𝐤 𝐇𝐨𝐥𝐦𝐞𝐬]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora