—¡Ey, ustedes dos!
Sabina empujó de manera torpe a Sherlock, pero este sólo soltó una risa mientras se giraba y observaba fijamente al guardia de seguridad que estaba en la entrada del pasillo en donde la armadura estaba totalmente destrozada en el suelo.
—¿Quién está irrumpiendo en nuestro...? Oh, es un uniformado —expresó Holmes, trastabillando hacia atrás mientras veía al sujeto—. Cariño, ¿estás segura que me llevaste a la habitación?
—Lo lamento —dijo Sabina mientras se tragaba los nervios e intentaba resolver la situación en la que se habían metido—. Es...es sólo que...
—¿Conoce a este hombre? —preguntó el guardia mientras señalaba con la luz de su linterna al detective que estaba actuando como un hombre que su sangre había sido reemplazada por licor.
—¡¿Conocerme?! Señor, esta mujer puede hasta confirmar que conoce hasta mi alma —alargaba las palabras y las recorría en ocasiones, trastabillando con su mano en el pecho sin dejar de ver a Sabina Becker. Ella estaba totalmente confundida, pero sólo quería seguirle la corriente para no estropearlo—. Cariño, te amo demasiado, ¿lo sabías? —y se quiso aproximar de nuevo para besarla, pero Becker lo empujó y sólo miró al guardia de seguridad.
—Lo lamento tanto, ha bebido y me he confundido de pasillo. ¿Sabe cuál es la salida y el hotel más cercano?
El uniformado miró fijamente a la mujer y después de nuevo al hombre. Así fue que sólo se encaminó hasta ellos, observando cómo Sherlock seguía luchando con mantenerse de pie. Durante ese momento, finalmente decidió dirigirse hacia Sabina para que alguien que estuviera al menos consciente lo escuchara decir las instrucciones.
—Doblan a la izquierda dos pasillos más y se alejan. El hotel más cercano está terminando la calle —vio de reojo al hombre a su costado y entonces decidió añadir en susurros—. Y mucho cuidado con él. Si necesita ayuda yo podría...
—No creo que haga falta. Mi...marido se pondrá bien mañana y yo misma me las arreglaré —explicó la mujer con peluca y entonces el guardia aceptó, observando a Sabina tomar del brazo a Sherlock, quien sonrió como un imbécil y le habló en bajo—. Vamos, idiota, esos martinis te hicieron efecto muy rápido.
—Te sigo amando como el primer día en que te miré, mi amor —decía en su papel el hombre, así que mientras se alejaban del lugar, Sherlock repentinamente se zafó y alegó en voz alta—. ¡No, no quiero irme aún! La estoy pasando muy bien... —alargó la última letra y se volteó para ver al guardia de seguridad—. ¿No la estamos pasando muy bien, señor uniformado?
—Señor, tiene que... —pero ni siquiera terminó la frase porque Sherlock se encargó de inmovilizarlo hasta que terminó inconsciente en el suelo con un golpe bastante elegante que dejó impactada a Sabina.
—Ya estaba siendo realmente molesto —balbució Holmes.
—No me digas que... —las palabras se le atascaron en la garganta a Sabina y entonces sintió cierta sensación de náuseas en la boca del estómago.
Sherlock entrecerró los ojos y luego realizó un ceño fruncido. Sin embargo, de un momento a otro, dejó de hacerlo al comprender a dónde quería llegar la mujer con eso.
—¿Qué? No, ¡no! —soltó un resoplido mientras se ajustaba las mangas de su saco—. Sólo está durmiendo, tenemos quince minutos antes de que despierte.
Ella volvió a respirar y luego el detective le tomó el brazo para encaminarse hasta donde había estado buscando desde hace un rato. Sin embargo, cuando intentaron juntos tomar el cuadro y quitarlo, de nuevo se escucharon pasos y decidieron que lo mejor sería alejarse para volver a la subasta.

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𝐒𝐢𝐧 𝐑𝐮𝐦𝐛𝐨 𝐲 𝐀 𝐂𝐢𝐞𝐠𝐚𝐬 [𝐒𝐡𝐞𝐫𝐥𝐨𝐜𝐤 𝐇𝐨𝐥𝐦𝐞𝐬]
FanficSabina Becker regresa a contactar a John Watson tras varios años sin verse. Necesita su ayuda, ya que ha regresado a su país natal y no tiene idea donde pasar los siguientes meses antes del gran día en que su vida tendría estabilidad. Sin embargo, e...