XVI: "No es Francis"

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Diecisiete de mayo de 2014.

Las cosas en el 221B de la calle Baker estaban un poco movidas. Más de lo normal, por supuesto.

Era la segunda mañana en que Sherlock despertaba y, de hecho, siempre veía de reojo la chimenea y no había nota.

Por otro lado, apenas giraba, observaba a Robyn Becker preparando el desayuno junto con Sabina, quién sólo reía y parecía estar tan emocionada de la nueva rutina junto con los recién llegados.

Sherlock era una persona un tanto reservada. Cuando Sabina le presentó a Hugo y Robyn, la hermana sólo le estrechó la mano con un carisma inmediato.

La dedujo y, en lo que encontró, fue sólo a una arquitecta creativa que ama a los gatos y estaba a punto de casarse.

En Hugo, un simple hombre que trabajaba como agente de seguros que era fanático de las películas policiacas.

En Sabina y Robyn había pequeñas similitudes que causaban en Sherlock una deducción acertada de ciertas cosas. Por ejemplo, el hecho de que ambas casi medían lo mismo, tenían el vago vicio de arrugar la nariz cuando afirmaban algo y, por último, una extrañeza forma en que hacían danzar los ojos de un lado a otro cuando no tenían nada qué hacer o qué decir.

Dejando eso de lado, al final estaba Dominick Rymer, un abogado de casos familiares con una extraña sonrisa curveada que le disgustó un poco. Agregando entonces que Sabina también no paraba de verlo a cada instante, con los ojos dilatados a más no poder.

-Jamás había escuchado de un detective consultor, señor Holmes.

-Es porque yo inventé el puesto -manifestó el rizado.

-¿Y en qué se basa? -preguntó el prometido de Becker.

-En ayudar a la policía en resolver los casos más conflictivos que se pueda imaginar.

-Bueno, no tengo ninguno en mente -y rió el hombre.

Y en la cabeza de Holmes se repetía la misma palabra: ordinario. Justo como... Pero Sabina lo es, aunque no quería decirlo.

¿Por qué no hacerlo?

-Buenos días -sonrió Sabina, haciéndolo reaccionar y, justo cuando él estaba abriendo los labios, ella agregó-. Duermes muchísimo, ¿te lo han dicho?

Y repentinamente lo rodeó, enfocándose cuando Sherlock miró de reojo a la morocha rodearle el cuello a Nick y depositarle un beso en los labios.

-Bueno, sólo ha sido más de lo normal. Aún no me acostumbro al horario -respondió Nick.

-Sherlock, ¿vas a desayunar? -le preguntó la señora Hudson mientras ayudaba a Robyn a colocar algunos platos extras en la mesa de centro de la sala de estar.

Habían quedado que esos días iban a posponer la cuestión de ir a salir y resolver casos. Por lo tanto, no tenía mucho qué hacer, sólo esperar a que la boda pasara y todo volviera a la normalidad.

Sólo que su concepto de la palabra era muy diferente y las cosa es que John y Mary se unirían a matrimonio.

-Iré a mi habitación -avisó el detective consultor, así que rápidamente se alzó de su sillón y se encaminó al pasillo que guiaba a su propio espacio y privacidad durante los últimos dos días.

-Es un tanto complicado, ¿eh? -Robyn bromeó con su hermana menor.

-Tiene su carácter, eso es admirable -dijo Hugo, sentándose al lado de su prometida.

-Si, bueno, me acostumbré -expuso Sabina, así que después, de reojo, observó a Nick sentándose en el sillón del detective consultor. Soltó una risita y miró de reojo a la señora Hudson.

𝐒𝐢𝐧 𝐑𝐮𝐦𝐛𝐨 𝐲 𝐀 𝐂𝐢𝐞𝐠𝐚𝐬 [𝐒𝐡𝐞𝐫𝐥𝐨𝐜𝐤 𝐇𝐨𝐥𝐦𝐞𝐬]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora