XVIII: "Cara de Wilfred"

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~S A B I N A~

—Resuélvelo —expresé y se me quedó mirando el detective consultor.

—¿Qué?

—Resuélvelo y abrirá la puerta, él lo dijo.

—No podría ahora —comentó Sherlock con cierta irritación mientras miraba de nuevo de reojo la puerta del mayor, el objetivo del asesino del que había estado hablando el clave Holmes y que me di la tarea de investigar el número de su habitación.

—Porque ahora importa —dijo Mary, apoyándome.

—¿De qué hablas? ¿De qué está hablando? John, controla a tu esposa.

—Holmes —le advertí con los dientes apretados.

—Tiene razón —nos apoyó John.

—Has cambiado —dijo Sherlock con cierto tono de indignación.

—No, la tiene. ¡Cállate! ¡No resuelves rompecabezas, no es lo tuyo, te encanta el drama, ahora hay un hombre que está a punto de morir, el juego inició, RESÚELVELO! —estaba perdiendo los estribos el doctor, así que sabía perfectamente lo que se sentía que Holmes a veces pudiera ser tan cerrado con las opciones.

Por un momento, Sherlock desvió la mirada, se concentró al parecer en lo que pudiera pasar y al final giró hasta Mary y a mí. Tomó a la novia del rostro y se inclinó a darle un beso en la frente. Me tomó por sorpresa, pero me quedé pasmada por completo cuando me tomó de los hombros y besó mi mejilla.

Uní mis cejas y luego Sherlock afirmó que John también disfrutaba el drama. Mary afirmó que era cierto y se ganó una mirada de confusión de su marido. Después de eso, Sherlock comenzó a explicarnos la teoría confirmada del cinturón.

Escuché todo con bastante claridad, así que mientras hablaba sobre la navaja y John explicaba la presión que haría la prenda, al tiempo en que se nos iluminaba la mente y pensábamos en lo que pasaría al tiempo en que el mayor se lo quitara. Miré que Sherlock intentaba abrir la puerta, pero se escuchó la explicación que apenas escuché por la presión que sentía de ese momento.

Creí que me hiperventilaría, pero entonces John comenzó a gritar que derribaría la puerta y volví en sí, al tiempo en que Sherlock tomaba mis hombros y me llamaba.

—Sabina, Sabina —llevó su mano a mi mejilla y luego parpadee varias veces—. Sabina, enfócate. Enfócate.

—Si, si, estoy...estoy enfocada —balbucee por unos segundos y luego el rizado se giró, alegando unas palabras.

—¡No en la boda de John! ¡Yo no haría eso y usted...claro que no! ¡Jamás le haríamos eso a John Watson!

—Voy a derribarla —manifestó el doctor, pero Mary lo detuvo y de pronto la puerta se abrió, dejando que miráramos al mayor Sholto salir de la habitación.

—Me parece que necesito a un doctor.

—Parece que soy su doctor —expuso John al comentario del mayor y entonces supe que todo se podría resolver de ahora en adelante.

Después de ese pequeño momento lleno de adrenalina, la fiesta en el salón de eventos estuvo de maravilla. Todo el mundo se estaba divirtiendo, de hecho, mi padre estaba bastante feliz y había estado bailando un largo rato con la señora Hudson, quien expresaba a mi padre de manera formal lo gracioso que era.

Estuve con Nick en las sillas después de bailar un rato con él y después con Lestrade. No paraba de reír y de pasármela muy bien con las personas que quería. Durante un largo rato perdí el rastro de Sherlock, así que tuve que caminar para ir a buscarlo porque sabría que en cualquier momento sería el instante en que bailaría junto con la dama de honor.

𝐒𝐢𝐧 𝐑𝐮𝐦𝐛𝐨 𝐲 𝐀 𝐂𝐢𝐞𝐠𝐚𝐬 [𝐒𝐡𝐞𝐫𝐥𝐨𝐜𝐤 𝐇𝐨𝐥𝐦𝐞𝐬]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora