Tras la "aventura" en la zona de vagabundos para tomar información clandestina, Sherlock y Sabina volvieron al 221B de la calle Baker a eso de las cuatro de la tarde.
La morocha se encontró con algunos mensajes de su hermana, quien le había avisado que comenzaría a buscar el velo de su vestido y que ya estaba lista para ese gran día. Sabina no le había dicho nada sobre que Sherlock y Mary sabían perfectamente lo que había ocurrido entre ella y John hace años atrás puesto que el tiempo transcurría muy rápido y a finales de agosto Robyn y Hugo contraerían matrimonio.
Volviendo al caso, el señor Erkins los contactó de las afueras de Londres y les avisó que estaría en constante contacto para que supieran sobre su paradero y, en caso de que su vida estuviera en peligro, fueran los primeros en saberlo.
Así fue que Becker y Holmes apuntaron la hora en que sería la próxima venta de artículos antiguos, además de la ubicación exacta. Habían quedado en al menos ir disfrazados para impedir que alguien los reconociera en caso de estar en peligro, así que tuvieron que buscar algunas cosas para la noche de mañana.
John se había apuntado sin pensarlo y decidieron que partirían a las siete para llegar a las ocho en punto al lugar. Finalmente sería todo lo que podrían hacer en esos momentos, así que Sabina se sentó en el comedor tras dejar su abrigo y el maletín colgados en el perchero. Soltó un resoplido y la señora Hudson le sonrió mientras le servía un poco de comida en un plato.
—¿Fue satisfactorio y un éxito su primer día de investigación, Sabina?
—Bueno, hay dos perspectivas de ello. Si a mí me lo pregunta, considero que se hizo lo que se pudo —la morocha presionó los labios y luego miró de reojo al detective consultor que parecía estar concentrado en su palacio mental, sentado en su respectivo sillón y con los ojos cerrados—. Pero si se lo pregunta a Sherlock, creo que no dirá lo mismo.
—Tengo una idea de su respuesta —expuso la señora Hudson y ambas rieron en bajo.
—¿Entonces tendré que volver a usar bigote? —preguntó el doctor Watson apareciendo en la cocina con el mostacho falso en la mano y señalándolo con la otra mano libre.
—Y teñirte el cabello por veinticuatro horas. Leí las instrucciones, será fácil —declaró Sabina llevándose otra cucharada de arroz y hablando después con la boca llena—. Te verás como si volvieras a tu época universitaria.
—Si me conocieras lo suficiente, sabrías que no usé bigote, ni siquiera para intentar parecer mayor.
—No, pero mi padre siempre te lo recomendaba porque te comparaba con la cara suave de un bebé —al terminar, la señora Hudson soltó una carcajada cuando escuchó lo que Becker había dicho y después John la señaló, dándole a entender que tenía razón.
—Helmut siempre fue bastante directo —alegó Watson mientras se giraba y se sentaba en su sillón para esperar a Sabina y que pudiera comenzar con la tarea de teñirle el cabello de marrón y cubrir toda la zona gris de canas que le habían salido a lo largo de los años.
—Lo sigue siendo —comentó Sabina y sólo se precipitó a seguir comiendo.
En cuanto terminó, leyó las instrucciones de nuevo y se colocó los guantes. Observó el pequeño cuenco en donde estaba la mezcla que debía preparar antes de colocar en la cabeza del doctor.
—El peróxido de hidrógeno no funcionará —manifestó Holmes al volver de su palacio mental.
—No lo es, es tinte temporal, se cubre encima de la raíz y lo hará ver más joven —al terminar de decir eso, se centró en tomar una pequeña cantidad con la pequeña brocha y continuó—. Muy bien, John, aquí vamos.

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𝐒𝐢𝐧 𝐑𝐮𝐦𝐛𝐨 𝐲 𝐀 𝐂𝐢𝐞𝐠𝐚𝐬 [𝐒𝐡𝐞𝐫𝐥𝐨𝐜𝐤 𝐇𝐨𝐥𝐦𝐞𝐬]
FanfictionSabina Becker regresa a contactar a John Watson tras varios años sin verse. Necesita su ayuda, ya que ha regresado a su país natal y no tiene idea donde pasar los siguientes meses antes del gran día en que su vida tendría estabilidad. Sin embargo, e...