II: "Beck..."

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~ S A B I N A ~

Veintitrés de enero de 2014.

Tres días habían pasado desde que me mudé a la calle Baker. Lo que hice en estos días fue descansar, ajustarme al horario y desempacar las maletas. Acomodé la habitación, limpié el viejo armario y después abrí la única ventana que había allí. Sinceramente en estos días apenas si bajaba de la habitación para saludar a John o a la señora Hudson. La mujer de vez en cuando subía a ver si todo estaba en orden, donde inclusive un día nos sentamos en la cama y conversamos un rato sobre nuestras vidas.

Me recordaba a mi abuela cuando reía con esa energía, ensanchando esa sonrisa en su rostro y luego viéndome atenta de cada palabra que decía.

La mañana era esencial, ya que desperté muy temprano para acomodar mi maletín, cambiarme decentemente y bajar para desayunar algo. Me preparé dos tostadas con huevo y luego tomé un poco de café que encontré en la alacena. Me senté en la mesa de la cocina y disfruté de la calma. Mi reloj de la muñeca decía exactamente siete y media. Partiría de aquí en unos cinco minutos para poder llegar en taxi hacia High Holborn, donde debería estar lista para ir a dirección y pedir mi horario de la semana como profesora. Por ende, terminé mi desayuno, me lavé los dientes y después cuando salía del baño, me encontré con la silueta del hombre saliendo de su habitación con bastante rapidez. Me tuve que pegar a la puerta del baño para no caerme.

Después de eso, noté que comenzó a buscar precipitadamente por la mesa de la sala, haciendo que mi curiosidad fuera más fuerte y tuviera que preguntar.

-¿Buenos días? ¿Buscas algo?

Me ignoró y yo me crucé de brazos, observando como seguía tirando varios papeles y luego iba y venía de un lado a otro. Repentinamente su mirada se incrustó en mí y yo fruncí mi ceño rápidamente. Entrecerró sus ojos y luego me señaló con un dedo acusador.

-Beckenbach.

-Becker, mi apellido es...

-Si, tú -contestó mientras movía las manos sobre el aire en un movimiento brusco y después se acercaba lentamente hacia el marco donde estaba recargada justo en la entrada de la cocina-. ¿Te mudaste aquí?

Miré su rostro que estaba a unos metros de mí y luego hice un gesto de confusión, alzando mis cejas y luego chasqueando la lengua.

-¿Acaso estás drogado? Vivo arriba desde hace tres días, por favor -le dije con un tono que a mi parecer fue un tanto irritado y enojado. No debí haberlo dicho de esa manera, ya que al instante su semblante pareció ofendido-. Si, yo...lo lamento, no debí...

-Desecho información no relevante para mí. Ahora, ¿has visto mis...? -comenzó a buscar a sus costados y luego soltó una exclamación de victoria-. Olvídalo, todo está resuelto. Buen día, Beckelheimer.

-Becker -le corregí.

-Si, como sea, adiós -y luego se largó de vuelta hacia su habitación, dejándome completamente con un mal sabor en la boca. Intenté ignorarlo. Miré el reloj de mi muñeca y tomé mis cosas para salir volando por las escaleras, despidiéndome de la señora Hudson y después alzando mi brazo para llamar un taxi.

Uno al cabo de un minuto parada se detuvo frente a mí y le dije la dirección hacia donde me dirigía. No había mucho tráfico, así que agradecí que llegué cinco minutos antes de las ocho para ir a dirección y pedirle a la secretaria mi horario en un papel impreso. Lo guardé en mi chaqueta y me apresuré a llegar al salón que me tocaba.

En cuanto me adentré por la puerta, las miradas de los que serían mis alumnos se encajaron sobre mi presencia, haciendo que como respuesta sonriera con amabilidad y me acercara al escritorio para dejar mis cosas y luego ir directamente hacia la pizarra para escribir mi nombre como se costumbre lo había hecho desde hace tres años.

𝐒𝐢𝐧 𝐑𝐮𝐦𝐛𝐨 𝐲 𝐀 𝐂𝐢𝐞𝐠𝐚𝐬 [𝐒𝐡𝐞𝐫𝐥𝐨𝐜𝐤 𝐇𝐨𝐥𝐦𝐞𝐬]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora