🍺El bar de la plaza🍺

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Atención: ⚠️Historia Twincest. Contiene escenas sexuales y lenguaje lascivo así como amor homosexual. Si no gustas de leer tal historia, puedes abandonar este capítulo⚠️

Todo comenzó cuando una tarde el joven Bill de tan solo dieciséis años. El chico iba en busca de una cartulina color celeste para un trabajo que tenía que hacer sobre la vida en la Alemania Nazi, sus bisabuelos tanto por parte de madre como por parte de madre fueron soldados amigos de Adolf Hitler y este tema es muy delicado para él porque podrían mal pensar sobre su educación. A él no se le ha inculcado la ideología nazi, puesto que eso ocurrió hace mucho tiempo y que sus bisabuelos hayan sido nazis no quiere decir que él lo sea, pero la gente se mete con él por ello. Con pesar, saca el dinero para pagar la cartulina, y cuando la paga, observa al nuevo cliente que ha entrado en la papelería, quedándose embobado por su figura.

- Aquí tienes, chico- la mujer le entrega su cartulina, él simplemente sacude la cabeza un par de veces y se marcha. "Es guapo, ¿no?" piensa recordando sus ropas y su peinado, a parte de su rostro. Mejor escribe un poco en su diario. Lo saca de debajo de su cama, abriéndolo con cuidado.

- Querido diario, hoy me he encoñado con un maldito carrozas.... ¡Soy un puto desastre!- arranca una de las hojas y suspira, cerrando los ojos para no abrirlos hasta la mañana siguiente, donde todos se meterían con él de nuevo por el simple hecho de que sus bisabuelos fuesen nazis.

****
- ¡¿Dónde está tu bisa, Kaulitz?! ¡Espera, lo enterraron con Hitler! ¡¿Se suicidó también, eh?!- el pobre pelinegro se sienta cabizbajo tras coger la bandeja de la cafetería en la que tiene su comida, sentándose sólo en la mesa del fondo, la más oculta y olvidada de todas. Nadie se sienta allí.

- Eres un racista, William- genial, el grupito de chicas que siempre se meten con él.

- Que os den a todos- se pone los cascos, le da al play y deja que "Lose Yourself" del tan conocido artista Eminem. Saca la libreta de su bolsillo, no es muy grande, y empieza a escribir tras sacar el bolígrafo de su chaqueta. La inspiración lo lleva a otro mundo, muy diferente al que pertenece, donde las notas musicales y la melodía es su perfecta compañía. Solamente desea llegar a casa y perderse por unas horas entre sus letras y sus canciones.

***
- Hasta mañana, chicos- nadie le responde, el chico vuelve a quedarse solo. Suspirando, se dirige a su casa. Pasa por una plaza, tiene que hacer el mismo recorrido todos los días. Para en uno de los bancos para escribir más, hoy llegará tarde, pondrá la estúpida excusa de siempre: "Estaba en la biblioteca estudiando." Alza la vista un momento, no...- No puede ser- ese chico, el que es tan guapo que conoció en la papelería.... ¡Sus trenzas lo han enamorado! Se fija en todo su cuerpo, todo lo que lleva puesto y en cómo es, se fija con detalle en él hasta que cruzan miradas. Él bebe cerveza en el bar de enfrente, Bill escribe canciones en el banco oxidado y sucio. Vaya diferencia, ¿no? De una vida inocente y doliente a una vida pasota y con experiencia adquirida. Cuatro años de diferencia los marcan, cuatro años que parecen demasiado cuando, en realidad, el amor no tiene edad. ¿Qué pasará con ese trenzado tan peculiar y guapo a la vez? Porque mira a Bill fijamente con una sonrisa entre traviesa y coqueta. El pelinegro se encoge en cuanto él avanza hacia su cuerpo, haciéndolo temblar como un flan, cerrando los ojos para recibir el puñetazo.

- ¿Estás bien?- Bill asiente, avergonzado- No te veo demasiado convencido.

- Es simplemente que la sociedad me da de lado, tonterías de la adolescencia. Siento haberte molestado pero, me gustaba tu camiseta- el trenzado se mira la prenda nombrada para luego mirar a Bill sonriendo.

- Gracias, a mí me gusta tu estilo también. Pequeño, la vida de muchas vueltas, no hagas caso a la gente. Y eso me incluye a mí porque puedo estar borracho perfectamente. Mírame- los dos se miran de nuevo- Bebo cerveza y a nadie le importa, hablas conmigo y tan normal, pero porque no saben nada de mí y de mi pasado y porque no destaco tanto como tú. Por eso debes considerarte un ejemplar único y exclusivo, chico- Bill le sonríe levemente- Arriba los ánimos, y ya sabes, ni caso. Solamente sé tú mismo, que te importe una mierda lo que la gente diga. "Oh, com veinte años ya bebe cerveza mañana y tarde. ¡Ostras, que tiene amigos gangsters! ¡Cuidado, un drogata, un maldito desgraciado más en el barrio!" ¿Cómo crees que viviría la gente si todas las críticas les afectara así?- Bill le sonríe ampliamente ahora- Eso es. Espero haberte ayudado, dulce gato negro- dice revolviendo su cabello. Justo cuando tira el cigarro y lo aplasta con la suela de sus Nike para irse, el adolescente lo llama.

- Eh, espera- el mayor lo mira- ¿Cómo te llamas?- él otro chico sonríe, simplemente sonríe. Siente tanta ternura por Bill.

- Tom- los dos se miran los ojos- ¿Y tú?

- Bill- Tom asiente- Gracias por esto, te paras a aconsejarme sin conocerme de nada.

- Pásate por aquí para más- Bill asiente con una sonrisa tierna.

- Gracias.

- Anda ya, que educado niño. Conmigo no hace falta tantos modales. ¿Una fanta de naranja?

- No soy tan pequeño, Tom- el mayor se ríe- Dieciséis.

- Veinte, te gano- Bill se ríe- Vuelve a casa, anda. Tú madre te echará de menos.

- No tengo madre- Tom abre los ojos como platos- Ni padre.

- ¿Entonces? No puedes vivir solo, eres menos de edad.

- Soy...adoptado... Y esto ha acarreado muchos problemas a mi vida- dice con vergüenza, Tom suspira.

- ¿Y si te dijera que yo tampoco tengo padres?- Bill lo mira- Quieras o no, echas de menos las voces y las peleas que tú madre te daba, o los consejos y las regañinas de tu padre cuando hacías algo malo- asiente mirando a Bill después- Pero bueno, yo no pinto nada aquí. Arriba los ánimos. Cuando salgas de instituto te vienes aquí conmigo, podemos ser amigos si quieres. Tendrías a alguien con quien desahogarte.

- Claro, está bien, genial. Gracias por todo. ¿Ese es mi teléfono? Uf, tengo que irme... ¡Hasta mañana!- sale de la situación rápidamente, se marcha de forma repentina. Tom coge su móvil que es el que estaba sonando, asintiendo antes de hablar.

- Dime, Andreas... Sí, estoy en el bar, pásate y hablamos. Creo que tengo que contarte algo desde hace mucho tiempo- y le cuelga. Se sienta en una mesa con otra cerveza, recordando a ese, según él, dulce gato negro que ha ido a visitarlo. Si supiera cómo ha hecho sentir a Tom esta tarde...

[MIS PEQUEÑOS OS (One-Shots)] ✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora