Habían pasado tres meses desde esa vez. Benjamin y Margaret tenían quince años. La fiesta de Ben había tenido tres invitados importantes: Maggie, Melanie y Steve Davis. Esos habían sido los únicos que asistieron. A la fiesta de Margaret, sin embargo, asistieron más personas. Era de esperarse, total, tenía bastantes médicos tratando su autismo de primer grado. Habían asistido ciento cincuenta personas, pero a ella solamente le importaban cuatro: su madre, su padre, Melanie York y Benjamin. Y había sido una buena fiesta por eso. Habían ido personas de la alta sociedad, un par de adolescentes que no asistían al mismo colegio que ellos (hijos de grandes empresarios) y, también, algunos amigos que Mags había hecho cuando estuvo interna en el psicólogo por dos semanas (las mismas dos semanas de vacaciones que les dieron a mitad de curso -cosa que le dijo a Ben un "poco" tarde-). Margaret y Benjamin habían pasado desapercibidos. No había ni un solo mal comentario en sus redes sociales. Margaret seguía escribiendo, Benjamin seguía dibujando, Margaret seguía tomando fotos, Benjamin seguía pintando... Ambos tocaban música por separado. Es curioso, aún no habían tocado música juntos. No lo habían hecho, pero sabían que lo hacían. Sabían que siempre iba a estar la música para ellos, aún cuando ellos no lo compartían. Ella tocaba todos los instrumentos que quiso aprender, por regalo de sus padres. Y él tocaba la guitarra, regalo de Maggie, y el bajo y la batería, regalo de los Davis.
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Amy... Ella era un caso perdido. Aún tocaba el dañado chelo que los Davis le habían regalado. Ella sabía lo que quería, y no pararía hasta conseguirlo. Aún si lastimaba a Silver Destiny, su prima con problemas de aceptación, o Fred, el chico que en algún momento le gustó, pero al que le tiene una obsesión terrible. Amy estaba rota, realmente rota. Nadie la comprendía. Dicen que los villanos de las historias son como Amy, pero ella no era una villana. Ella era la heroína en su historia, ¿no?
...
¿No?.
Fred tenía un problema muy grande. Su cabeza decía que se alejara, pero si corazón le gritaba que fuera a buscar a Margaret. Pero el le había prometido a Benjamin que se mantendría alejado. Incluso con lo que había pasado, él iba a mantener su promesa. Pero ¿valía la pena arriesgar la amistad de Maggie de esa forma? Él también quería estar cerca de ella en los momentos en los que lo necesitara, no sólo Ben. No era justo. Ellos eran Pecas y Caoba, es cierto. Pero él era Fred. El simple Fred de cabello rojizo.
Ja, cabello rojizo. Esa fue la razón por la cual Margaret no salió corriendo la primera vez que lo vio. Ella siempre había tenido una fascinación por el cabello rojo, y él lo tenía así. No tan rojo, pero lo suficiente como para llamar la atención de "la chica de madera", como él la llama. Igual, debía seguir adelante. Entonces se refugiaba en su violín, un regalo de la familia Davis. Iba a seguir adelante..
Silver lloraba todas las noches. Amy era su prima, y debía hacer todo lo que ella quisiera. Todo porque la parte de su familia le debía muchas cosas a la parte de la familia de la rubia. Pero no era justo. Los Davis habían sido muy buenos con ella. Le habían regalado una flauta cuando era pequeña, le habían pagado una academia para aprender a usarla, le habían ayudado económicamente a su familia...; pero, ¡claro!, ella tenía que hacerle caso a los caprichos de su prima.
¿Por qué había hecho caso?
No entendía.
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La empresa iba bien. Todo iba bien. Pero esos dos jóvenes chicos estaban rotos. ¿Cómo iban a estar bien sus padres? Melanie York había vuelto a usar su apellido de casada, aunque estuviera viuda, porque el dolor volvía a ser intenso. Sobre todo cuando se había cumplido ya tanto tiempo. Ella lo había soportado. No superado, pero sí soportado. Un año y meses. Ese verano, ella había ido sola a Panamá. No quería que su hijo estuviera peor, sin embargo, le llevó el traje típico (a él y a Margaret) del país. Era de adulto, para cuando quisiera usarlo. Esa fue la primera vez que vio a Benjamin sonreír por algo que no fuera Margaret, en un tiempo. Y la hizo sentir feliz.
Melanie y Steve York habían discutido. Steve reclamó el hecho de que su esposa no le hubiese dicho nada acerca del autismo de la joven. Reclamó el hecho de que un artista de su firma hubiese sabido antes que él. Y ella le comentó que el sueño de su hija era conocerlo, y esa era una de las formas de hacerlo para que aceptara. Todo iba a ser así.
Sí, los adultos también eran interesados.
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Margaret y Benjamin se tomaban de las manos todos los días, al cruzar la calle. Habían pasado muchas cosas el año anterior, e iban a afrontar todo lo que viniese. Ya nada los sorprendería, después de todo, su historia era real.
FIN DEL PRIMER LIBRO.
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Una Historia Real
Teen FictionMargaret Davis es una chica callada, tímida, adorable, linda y extremadamente inteligente. Benjamin York es un chico tierno, simpático y listo. Sus vidas no se cruzan por lo que se llama el destino. Su destino se cruza porque los caminos a los que...