Capítulo 4

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Ha pasado un año y medio desde su "día de juegos", como Margaret aún lo llama en su diario. Ben sonríe y hace las tareas con ella, en el patio, mientras juega con el cabello de la chica de trece años, haciéndole bigotes con el mismo. Terminan la tarea de matemática, y Maggie hecha a correr hacia su enorme patio. Ben sonríe, y la persigue; hasta que su madre sale y lo manda a regresar a su hogar: la casa de en frente. Benjamin mira a Margaret, y ya sabe lo que no hay ni siquiera que decir: "A las 16:00 en el parque, sin atrasos, siempre puntuales."

Ben almuerza en su casa, y Maggie almuerza en la de ella. Miran el reloj de sus respectivas cocinas, impacientes. Ben termina toda la comida, y se dirige a su cuarto para prepararse y al fin salir; Maggie, en cambio, sólo le falta cepillarse los dientes. Ambos corren, en distintas direcciones. Ben sale primero, y la espera en la primera banca de la izquierda, la que tiene un tornillo pintado de blanco, oxidado. Tiene todo: su celular, sus audífonos, la extensión para los audífonos de Margaret, y su cuaderno de dibujo-claro que, está escondido; porque Maggie no sabe que Benjamin dibuja- junto a sus lápices. Maggie corre y ríe cuando ve a Ben en su banca preferida. Ella lleva su cámara, sus audífonos, y su cuaderno-escondido, porque Benjamin no sabe las cosas que escribe Margaret. Se aproxima a él, que está de espaldas a ella, y le tapa los ojos.

-¿Quién soy?-le dice la chica, con un intento de voz más aguda.

-Uhm... Ni idea, ¿eres Amy? Ya sabes, esa chica rubia súper linda que está en flag...-dice él, aguantando la risa, Maggie se enoja; ella aborrece a Amy, siempre necesitada de atención- Hey, Maggie, tranquila, era broma-ella no contesta, Ben se aparta las manos de Margaret de su cara, se voltea-. Era broma, Maggie, era broma.

-No me gustó tu bromita, Benjamin York-dice Margaret, enojada; frunce el ceño y arruga la nariz-. Sabes que detesto a esa niñata.

-Dios, Maggie, lo sé, ¡por eso es la broma!-dice, halando a Margaret y sentándola a su lado.

-Entonces, ¿qué dirás al respecto, Ben?-él sonríe, ya lo había perdonado.

-¿Me perdonas, Margaret Davis? No era mi intención molestarte de tal forma-Maggie sonríe.

-Estás perdonado, Ben-él sube las gafas caídas de Margaret, y las acomoda-. Ahora, ¿qué música pondrás? ¿Qué artistas tocarán para nosotros hoy mientras hablamos de lo que sea con nuestros cuadernos en mano para parecer intelectuales?-dice, en voz aguda, imitando perfectamente el acento inglés del siglo XVIII.

-Pues, en honor a nuestra Inglaterra querida, en la cual no nacimos y a la cual nos mudamos, al parecer, el mismo día...-inicia Ben, mientras conecta los audífonos de ambos al doble conector y al celular-, pondré a Paramore.

-¡Uh! ¡Paramore!

-Bien-sonríe el chico-, entonces, ¿me vas a hablar de algo que te haya pasado hoy mientras te escucho y hago algo en mi cuaderno secreto?-ella ríe y asiente, él coloca la música, ya con los audífonos puestos; saca su cuaderno y no deja a ella verlo. Ella se queda seria por un momento, mientras él busca la página. "¿Qué tanto esconde?"-se pregunta Margaret. Ben la mira, y ella asiente luego de unos minutos de mirarse el uno al otro.

-Hoy, en clase de deportes, como nos separan por género, mientras ustedes jugaban fútbol, nosotras jugábamos flag-empieza, nerviosa, mirando hacia los árboles-. Pero uno de ustedes estaba en las gradas... Fredward-dice, tratando de contener la risa, gira la cara y ríe al ver la cara de enojo de Ben, Margaret le toma una foto, la mira y sonríe, vuelve la cara a los árboles y cierra los ojos, mientras sonríe al escuchar Missery Bussiness-; como sea, no me mires así, sé que me estás viendo raro; él se nos quedó viendo mientras corríamos. La rarita de Amy, sí, ella; esa niñata de pacotilla me empujó al terminar el juego. Ustedes entraban, todos te alababan por lo que sea que me vas a contar, y Fredward "mirón" Rochester, corrió en mi ayuda, y se llevó un buen puñetazo de mi parte, porque me quería mirar la ropa interior, claro que no lo dijo, y Amy se enojó con él porque me prestó atención que era dedicada sólo para ella, porque, recuerda, ¡ella es tan importante! ¡la admiramos tanto por su belleza! ¡porque es tan, TAN rica y nos puede ayudar económicamente hablando! Bueno, siguiendo con la historia, me fui al vestidor y, mientras nos cambiábamos, Amy hablaba de que Fred le pidió disculpas, y que la besó, cosa que me dio asco, porque explicó todo con detalles y..., asco. ¡Sólo tenemos trece años! ¡Dios! Bueno, y luego dijo que yo no he dado mi primer beso, y yo dije que es cierto, y que estoy orgullosa de ello porque eso significa que me respeto y que ella es una arrastrada adelantada y que cuando crezcamos ya le veré en la esquina toda necesitada de favores. Se enojó mucho, estaba roja de la furia. ¿Me estás escuchando, Ben?-pregunta, aún con los ojos cerrados, sólo escucha un "sí" detrás de la música-Bien. La cosa es que la profesora llegó justo cuando se me iba a abalanzar, y yo me salí del gimnasio y me dirigí a nuestra siguiente clase cuando sonó la campana, y en la clase de matemática, cuando te sentaste a mi lado, Amy dejó caer sus libros a propósito y Fred los recogió, y ella lo tocó... ahí... No lo ví, claro. Pero las "amigas" de ella lo comentaron en los casilleros. Y Fred me quiso besar.

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