Una Historia Real

Capítulo 23

Habían empezado las actividades hace una semana y media, y Margaret se sentía extraña jugando voleibol y tenis. Faltaban tres días para entrar a clases, pero aún se sentía lejano. Destiny se acercó a ella por la espalda y le sonrió, mirando hacia domde Maggie observaba. Los chicos eran realmente buenos en fútbol, aunque era raro ver a Fred y a Ben en un sólo equipo; pero, lo normal, era ver a Amy estar de animadora. Fred anotó un gol y los chicos, incluyendo Ben, celebraron eso. Diez minutos después, la entrenadora pidió a las chicas de tenis que se acercaran a ella, cosa que hicieron. Era la primera vez que Margaret jugaría tenis en un partido de verdad, con sus compañeras. Destiny estaba en su equipo, y esperaban a que llegaran las demás chicas. La entrenadora le lanzó tres pelotas a Maggs, y la chica guardó dos en su bolsillo. Empezó a rebotar la pelota y, cuando vio al frente, se encontró con Amy y la chica que había visto en su fiesta: Sarah. Rodó los ojos e hizo el saque inicial. El pequeño partido había iniciado.

Margaret y Destiny habían ganado el último set con tres puntos de diferencia. Ben había visto el partido con Fred, mientras hablaban de que Benjamin ya usaba el uniforme del equipo. Los chicos se habían llevado bien, cuamdo Fredward le dijo a Benjamin qie era cierto que le gustaba Margsret, pero que se alejaría porque ella no siente lo mismo por él. Le costó cuatro días, a Ben, entender que Fred era muy sincero y, después de eso, aceptó sus disculpas. Hablaban mientras esperaban a Margaret y a Destiny, que pronto llegarían recién cambiadas, para comer en Subway, antes de llegar a casa de Maggs. Fred rió ante un chiste muy malo de Ben y miró hacia el frente, exclamando en un español muy terrible:

-¡El destino viene con una chica de madera!

Benjamin se llevó la mano a la frente, golpeándose y riendo. Cualquiera pensaría que Fred está loco, y luego te das cuenta de que sí lo está, pero que tiene sentido lo que dijo: Destiny, cuyo nombre significa destino, y Margaret, cuyo apodo es un árbol del cual se saca madera, se acercaban a ellos, riendo, por la ocurrencia del chico de cabello rojizo.

-Fredward, recuérdame darte clases intensivas de español latinoamericano, porque con ese acento terrible, no sobrevivirás en España para las eliminatorias por caridad de la empresa de mis padres-dice la chica de ojos oscuros.

-Lo tomaré en cuenta, chica de madera-Margaret se golpea la frene con su mano.

-Bien, eres mi Caoba, la chica de madera de Fred, sólo falta un apodo de parte de Destiny.

-Pensaré en eso luego-dice la mencionada-. Ya saben, cuando no muera de hambre.

Los demás ríen.

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"Oh, mi Dios", pensó la chica. Iba tomada del brazo de su mejor amigo, y la secundaria en ese lugar era enorme. Sacó su celular para mandarle un mensaje a su madre sobre lo emocionada y nerviosa que estaba. Ante toda respuesta, Maggie se despidió de su madre. El colegio quedaba a media hora en bus privado, así que era sencillo ir y regresar, pero habían llegado demasiado temprano. Margaret y Benjamin caminaron hasta el segundo piso, en el que se encontraba tercer año. Vio el primer salón, que decía "A". Había una lista que no tenía su nombre ni el de Pecas, sin embargo, estaba el de Amy. En el siguiente salón, la lista tenía a Sarah, pero no a ellos. En el siguiente, en cambio, estaban los nombres del par de amigos, y el de Destiny y Fred. Parecía que sus padres tenían que ver en eso, la verdad. Margaret dejó su maleta en el primer puesto compartido y Ben dejó su maleta en el asiento de al lado. Ya todos los demás se acomodarían después. Al salir, suspiró. Iba a ser un extraño año.

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Después de un muy agotador primer día de colegio y de que todos se fueran a sus casas, ya tenía tarea que hacer. Mags ya había terminado su tarea de álgebra y estaba acomodando los libros del librero nuevo. Decidió tomarle una foto con su cámara instantánea, porque quería pegar esa foto en el tablero de corcho que tiene en la pared, al lado de su espejo. En el pequeño tablero, hay fotos de las cosas que a Maggie le gustan y de las personas que le agradan. Tiene una foto de Benjamin con audífonos puestos y tocando guitarra, una de su madre viendo televisión, una de su padre leyendo el periódico, una de Mel cocinando... Cosas así. Tiene una foto que Benjamin le tomó cuando ella estaba escribiendo en su laptop, una foto de sus instrumentos, otra de sus libretas... La chica ama las fotos que toma. Revisa el reloj digital: 15:36. Aún falta tiempo para ir al parque. Decide sacar su celular para revisar las redes sociales. Es curioso, pero nunca sentía la necesidad de utilizar su celular. Ben era su único amigo, pero ahora tenía a Destiny y a Fred. Decidió subor un par de fotos que había tomado, revisar las cuentas de sus artistas favoritos, etc. Se dio cuenta de la cantidad de seguidores que tenía. Era imposible que una chica de catorce años tuviera cuarenta mil seguidores, haciendo nada. Frunció el ceño. Seguramente eso pasaba debido a sus padres. Sí, eso tenía que ser. Cuando vio la hora, ya faltaban cinco minutos para las cuatro, así que sacó sus audífonos y llevó su celular consigo: últimamente le había gustado mucho una página de internet, cuya aplicación ya tenía. La usaba para leer, escribir y, extrañamente, ahí también tenía muchos seguidores. Al llegar al parque, se sentó. Se arrepintió de no llevar su cámara, pero su celular le serviría para lo que tenía en frente: un par de niños, de espaldas a ella, tomados de las manos. Era algo muy tierno de ver y, para ella, serviría para una portada de un libro. Se puso los audífonos, después de conectarlos al celular y puso el reproductor en aletpatorio. La voz a capella de su artista favorito se escuchaba, y poco a poco se escuchaba la guitarra. Ella movía los labios, cerrando los ojos, simplemente porque quería sentir la canción un poco más.

Esa tarde, Benjamin no apareció.

Y, aunque sí fue por el resto de la semana; por el siguiente mes faltó demasiado. Y faltó mucho todo el primer trimestre.

Algo estaba pasando.