Capítulo 19

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Benjamin corre con todas sus fuerzas al patio. Cinco minutos. ¡Se había quedado cinco minutos sin hacer nada! Fred miraba a Amy, que transmitía rencor; y se preguntaba qué era lo que pasaba por la mente de la rubia. Benjamin corría por el patio -tan grande como la casa misma- y se dio cuenta de que el único lugar en el que Maggie podría ir desde el patio, era el parque. Era de noche, sí; pero el parque mantenía las luces encendidas. Corrió, entonces, hacia el parque, y se encontró con una Mags muy pensativa. Ella estaba en la banca de siempre, tocándose los labios y debatiéndose si debía fruncir el ceño o sonreír. Ella no sabía si lo que hizo fue bueno o malo, pero ahí habían visto todos lo que ella había hecho. Ella había besado a Benjamin, y Fred, que sigue siendo su amigo, la había mirado con desaprobación. Ella había herido a alguien cuando hizo algo que ella realmente quería hacer. Pero también molestó a Amy. Amy no le importa, pero parecía estar enojada; muy enojada.

Benjamin decidió hablar, porque si no decía nada iba a enloquecer.

-Hey, Caoba-ella dio un brinco.

-Hey, Pecas. Lo siento. Ya sabes, por... ¿besarte?

-No te disculpes, a mí también me gustó-ella rió.

-Creo que a Fred y a Amy no les gustó que te haya besado.

-No entiendo porqué. Que yo sepa, Amy nos detesta, y a Fred le gustas.

-¿Le gusto a Fredward?-ella estaba confundida. Fred no le había dicho nada; además, ¿por que gustaría de ella?

-De eso me he dado cuenta. Y sí, lo hace. Creo que, en parte, por eso quería estar con nosotros y pagó para que estuviéramos con ellos. Él sabe que donde tú vayas, yo voy. Que somos un paquete de dos. Así que llevó a sus hermanos para que no nos sintiéramos raros, y estaba básicamente flirteando contigo; pero no te diste cuenta. Y que bien, porque eres mía.

Margaret soltó una risa de burla-¿Soy tuya? ¿Qué dices, Ben? Yo soy del arte.

Él se encoge de hombros-Tú eres mi arte, Maggie.

-Bien, ¿cómo debo responder a eso?

-Mejor responde a esto: ¿Por qué me besaste? Y no digas "Porque quería", porque te juro que me voy.

La chica estaba colorada.

-Uh, ¿y si no tengo una mejor respuesta?

-Oh, claro que la tienes.

Ella se había quedado callada. Benjamin se había puesto frente a ella y la había hecho pararse. Ella estaba sonrojada, y Benjamin bufó y la acercó a él. Eso la hizo sonrojar más, aún.

-Te quiero, Benjamin.

-También te quiero, Margaret.

-No, Ben. Realmente te quiero. A ver, no sé decir esto. Puedes... ¿soltarme? No, no. ¿Puedes abrazarme?

Benjamin sonrió. La acercó aún más a él y la abrazó. Sintió que ella estaba temblando. La soltó, se quitó la chaqueta del esmoquin y se la puso a ella encima. Le quedaba enorme, muy grande; pero la cubría y eso era lo que importaba. La volvió a abrazar, y ahí fue cuando ella empezó a hablar.

-Yo no sé decir esto, pero es raro. Tengo catorce años, y lo que sucede es que... me gustas. Sabes que esto se me da muy mal, pero es lo que pasa. Me gustas mucho. Y... es extremadamente raro, pero no soporto ver tus ojos azul claro y no poder elogiarlos como se debe porque me pongo roja. A ver..., eres extremadamente guapo, Ben; y eso no es lo que me importa, lo sabes; pero te veo y me dan éstas ganas de abrazarte que no me las quita nadie. Y te quiero. Por Dios, te quiero. Y eres una persona realmente bella. Tu forma de ser es sincera. Atrapas a cualquiera con tu gentileza. Y eres muy listo. Y lees. Y dibujas. Y tocas varios instrumentos, aunque ese sea nuestro secreto. Y te quiero, mucho. Demonios, en serio te quiero. ¿Cómo puedes hacerme sentir tantas cosas? Es como... bien, te besé por eso. Lo hice porque era la única oportunidad de besarte sin que supieras que me gustas. Estaba agradecida por tu regalo y ahora lo usaré todos los días. Es obvio que estoy agradecida, pero es mucho más obvio que es porque te tomaste la molestia de comprarme un collar y una pulsera con esos dijes que de verdad me representan. Y ese cuaderno y ese bolígrafo. Y ni hablar del separador. ¿Realmente sientes eso? Lo que, ya sabes, ¿dice en el libro? Yo leí Bajo la Misma Estrella. Sé que esas palabras son de la carta de Augustus. Sé que habla de Hazel. ¿Tú de quién hablas? ¿Por qué hay un espejo? ¿Por qué me haces dudar de todo lo que haces? Siento que todo lo que haces son cosas para hacerme entender algo más, pero no entiendo. No sé a qué te refieres. Me he sentido así contigo desde el día uno, y no me he dado cuenta sino hasta esa vez en la que te dije que estaba para ti y que siempre estaré para ti, en el momento en el que cremaron a tu padre. Me di cuenta en un día en el que se supone que debía estar de luto. ¿Acaso fue tu padre el que me hizo darme cuenta? Cuando estábamos en Panamá, me di cuenta de que sólo iría si iba contigo. Mis padres siempre me dejan ir con ustedes adonde sea porque confía en ti. Confía en Mel, sí; pero confía en ti y eso es lo que me importa. Sé que yo podría dejar mi vida en tus manos y no me pasaría nada, porque cuidarías de mi con la misma ternura y cariño con la que yo te cuidaría a ti. Y no entiendo porqué. Te besé porque te quiero, y tú me vas a decir qué es lo que quieres, porque no sé porqué me haces dudar de mí.

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