Capítulo 5

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Se acercan los exámenes finales. Margaret estudia en su casa, y Ben también. Es sábado por la mañana, y Maggie ha terminado de estudiar Historia. Ben, en cambio, a penas empieza con lo mismo. Se aburre. Ya se sabe la lección de memoria, y no sabe qué hace estudiando de vuelta. Maggie mira hacia su patio. Se le ocurre que, tal vez, debe ir al sótano renovado, donde, obvio, prácticamente no se guarda nada. Baja, y cuando mira el espacio, decide que el sótano va a ser su lugar privado. Fuera de todo, hasta de Ben, si alguma vez es necesario excluirlo de todo. Empieza a desempacar las cosas que poco a poco llevó: un bajo, el micrófono, la base del bajo, la base del micrófono, los amplificadores, los cables, y su silla. Pronto agregará más cosas. Mira las paredes. Qué bien que son blancas, y que su madre les puso aislante de ruido. Así, sí que puede ser su propio espacio. Se sienta en la silla. Ajusta las bases, el amplificador, los cables, el micrófono, y la misma silla. Toma su bajo, y decide ir por la guitarra y el teclado también. Sonríe al ver cómo acomoda las bases y los instrumentos. Recuerda las mesas plegables que ya no se usan en el patio, y decide por entrar uma de ellas. Sube a su habitación, y busca el mantel que cosió en quinto grado. Al menos es blanco. Toma sus cuadernos de música, y los de escritura; y baja con ellos: ahora sí que va a ser sólo su espacio. Tal vez sí invite a Benjamin, después de rodo. No es una mala compañía. Ben nunca lo es.

El chico se enoja. Su madre no lo deja salir. Quiere ver a Maggie; pero, para su mala suerte, su madre está empeñada en decirle que está prohibido salir, y más si hay examen de Historia. Sólo ha de salir a la hora acordada por él y Margaret. Frunce el ceño, y decide bajar. Al sótano. A tocar guitarra eléctrica. Piensa en la batería que su padre le regaló. Mira hacia atrás de las guitarras. Sí, va a tocar la guitarra; pero luego, la batería. No se le ocurre nada para practicar, así que empieza a tocar la melodía que una vez le oyó tararear a Maggie.

"Y sé/ que sola no estoy,/ que a mi lado estás,/ que siempre estarás." Empieza Margaret a cantar. Hasta ahora le ha podido poner letra a esa canción que hizo a los ¿nueve? ¿diez? Definitivmente, fue antes de conocer a Benjamin. A este Benjamin. Toca los acordes con una dulzura, pero con firmeza. Y decide que, tal vez, tocar algo de cantautores ingleses -y pelirrojos-, no es malo. Pero no sabe qué tocar, así que busca en su nuevo escritorio, su cuaderno de apuntes especiales. Busca una página en especial, y, al ver la letra de Ben, lee lo que dice. Se regresa a la silla, toma bien la guitarra acústica, y empieza a tocar Thinking Out Loud, de Ed Sheeran. Una de las canciones favoritas de Ben, del artista. No por la letra -o eso cree Maggie-, sino por lo que representa la melodía.

Darlin' I will be lovin' you

Till we're seventy-empieza la chica, cantando el coro.

Baby my heart, Could still fall as hard,

At twenty three.

I'm thinking 'bout how

people fall in love in mysterious ways-trata de entender la letra, pero no puede.

Maybe it's just a touch of a hand.

Me, I fall in love with you every single day,

I just wanna tell you I am-¿por qué a Ben le gusta tanto la canción? Se pregunta Maggie, ¡Es sinsentido! Margaret canta, hasta el último coro.

So honey now

Take me into your lovin' arms,

Kiss me under the light of a thousand stars,

Place your head on my beating heart,

I'm thinking out loud.

Maybe we found love right where we are.

Una Historia RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora