Cada una de las hermanas March tiene algo especial que le agrada a Laurie. Jo ha tenido su corazón desde el primer instante, Amy lo ama y haría lo que fuera para que el sintiera lo mismo, por otro lado, Lottie también lo amo desde la primera vez que...
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Lottie no pudo dormir aquella noche, miles de pensamientos azotaban su mente. Las palabras de Laurie eran lo que siempre había deseado, pero en aquel instante y, por algún motivo, ya no parecían serlo. Se preguntaba qué habría cambiado. Acaso a aquel sentir se le llamaba madurar, no desear más el amor de Laurie que hace tan solo unos meses anhelaba tan fervientemente y mas que nada.
Desechó demasiados borradores antes de que pudiera redactar la contestación que parecía más idónea.
"Laurie.
No pude concebir el sueño tratando de escribir las palabras que más se asemejaran a mis sentimientos. Aun no creo que lo haya hecho. Hace unos meses tu carta hubiese despertado en mi alma una alegría desmedida, no hubiese habido persona más afortunada, sin embargo, por más impropio que parezca, no sucedió así. No puedo entender la naturaleza de mis pensamientos, pero tal vez lo único que necesitaba era un cierre del capítulo que representas en mi vida, y ahora lo has hecho y te agradezco profundamente por ello. Me haz dado paz. Tus dulces palabras enternecen mi corazón, sin embargo, como ya habrás adivinado, lamento no poder corresponderte. Una vez te dije que no estaría esperando cuando descubrieras que Jo no te amaba como yo lo hacía, y supongo que sin pensarlo ni imaginarlo aquel pronostico finalmente sucedió. Tampoco considero que un próximo encuentro sea necesario, pero si diré a Amy que vaya a verte si así lo desea, le emocionará saber de ti. Créeme que guardo tu recuerdo con un inmenso cariño fraternal.
Atentamente, tú siempre amiga, Charlotte March"
Lottie no comprendió porqué, pero unos sollozos la traicionaron cuando terminó de redactar la carta, derramó la tinta y limpió impaciente sus lágrimas. Muy temprano, salió de la habitación y dijo al mensajero donde entregarla, solo luego pudo recobrar la compostura, pues a pesar de lo sucedido con Laurie, le causaba femenina emoción su visita a Alexei Vronsky en tan solo unas horas. Se preparó esmeradamente para verle, con un vestido dorado y blanco de tela suntuosa y lustrosa, con el estilo francés que comenzaba a adoptar de líneas más insinuantes, el corsé elevaba el busto, ajustaba el talle y estrechaba la cintura.
La mañana prosiguió como de costumbre, Lottie desayunó con su tía y hermana en el hotel sin que alertaran algo diferente en ella aparte de su rostro animado, tomaron el té y se prepararon para cuando el carruaje llegara. Cuando le contaron a detalle el encuentro con Vronsky y su amable invitación, la tía March se sintió complacida y le entusiasmó conocer a tan noble caballero ruso, a juzgar por las afables palabras de sus sobrinas y el atento gesto de enviar su carruaje por ellas cuando apenas les había visto una vez.
—¡Está aquí, ya llegó!— alertó Amy, melódicamente, sentada junto al enorme ventanal, observando cómo los caballos dirigidos por un señor de traje verde y particulares patillas se detenían cuando jaló las riendas.
