Cada una de las hermanas March tiene algo especial que le agrada a Laurie. Jo ha tenido su corazón desde el primer instante, Amy lo ama y haría lo que fuera para que el sintiera lo mismo, por otro lado, Lottie también lo amo desde la primera vez que...
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EL INVIERNO HABÍA LLEGADO AL HOGAR MARCH Y TODOS AYUDABAN A PREPARAR UNA ESPLÉNDIDA NAVIDAD, especialmente después de la desafortunada enfermedad de Beth, deseaban que fuera un día inolvidable. Un pequeño pino ya se encontraba en la estancia adornado con velas rojas que destellaban una bonita flama dorada, mientras una estrella de color amarillo se alzaba en lo alto. Incluso el señor Laurence había llegado desde temprano para ayudar. Beth desde el sillón los observaba y se dedicaba a tejer, alegre de ver allí a sus seres queridos, aunque con el amargo sentimiento de no estar con su padre al igual que la navidad anterior. Meg ayudaba a Hannah y a su madre a preparar el banquete. Amy daba órdenes desde una cómodo sillón a Jo y Lottie sobre cómo poner correctamente una guirnalda navideña.
—No lo pongan ahí, procuren que no se caiga. Lo están poniendo torcido, otra vez— repitió Amy con voz autoritaria por décima vez, comenzando a cansarse.
—¡Dios, Amy! Ya no puedo seguir haciendo esto— exclamó Lottie ya fastidiada de que al parecer nunca podían hacerlo bien para los ojos de su hermana.
—Tienes razón, basta, llevamos haciendo esto por horas. Solo perdemos el tiempo, ya hubiéramos podido ayudar en algo más— bramó Jo soltando con brusquedad la guirnalda, que esta vez si había quedado notablemente torcida, pero Lottie y Jo decidieron dejarla así a pesar de las quejas de su hermana.
—Otro obsequio navideño para la familia March— anunció Laurie efusivamente entrando a la estancia con una sonrisa y señalando hacía la puerta, donde las miradas de todos se centraron.
No tuvieron que esperar más. El señor March entró por la puerta en compañía de John Brooke. Su padre se veía desgastado, más cansado y parecía mayor a su edad, pero nada de eso importaba, porque él estaba ahí, sano y salvo, con ellas. Las mujercitas y Marmee dejaron de hacer lo que estaban haciendo, e incluso Amy arrojó al piso el bol lleno de cuentas que tenía en las manos, corrieron a abrazarlo, sintiendo que estaban completos otra vez, la familia reunida después de meses de incertidumbre. Su padre besó cariñosamente sus frentes y mejillas con sumo amor paternal.
—Mis mujercitas, como han crecido— dijo melancólico reteniendo las lágrimas, aún sin romper el emotivo abrazo, observando lo grandes y cambiadas que sus hijas estaban. Se volvió hacia Beth que sabía había estado terriblemente enferma. —Oh, Beth. Feliz navidad, mi vida. Feliz navidad a cada una.
—Feliz navidad, padre— respondieron al unísono con los ojos lagrimosos de felicidad.
Le abrieron paso a Marmee para que pudiera abrazar al señor March. Se dijeron un par de palabras amorosas antes de que las mujercitas volvieran a unirse, aún sin creer que su padre estaba ahí. Todos juntos de nuevo. Una vez que se separaron después de conversar cortamente con su padre de sus aventuras y desventuras que deseaba olvidar, Lottie abrazó sorpresivamente a Laurie.
