CAPÍTULO 9

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Es al separarse cuando se siente

y se comprende la fuerza

con la que se ama.


- Fiódor Dostoyevski.


RUBY

Recuerdo que una vez alguien me dijo que las historias no eran divertidas de leerlas, sino que lo entretenido era contarlas tú mismo.

"Eso es una tontería, es lo mismo" le respondí cuando le escuché decirlo por primera vez.

" ¡Te demostraré que tengo razón! " dijo, igual de terco como siempre " yo seré quién te cuente historias y tú serás la que me escuchará. Créeme, ¿para qué leer libros aburridos cuando puedes contar tu propia historia?

No le tomé importancia y reí. Al día siguiente, como prometió, me habló sobre una historia que me marcó y me llevó a escuchar más.

" Bien, como te dije, te contaré una historia jamás escuchada antes. Todo comenzó en un lugar lleno de oscuridad, en él se encontraba una pequeña bellota. Una bellota que, por obvias circunstancias, no podía crecer debido a que no tenía luz. La bellota estaba perdida y cansada, ella realmente quería crecer pero no entendía qué es lo que hacía mal, sin darse cuenta de que estaba rodeada de oscuridad y por ello no podía crecer. Hasta que, un día, encontró a un roble algo decaído y triste alrededor de la oscuridad.

¿Por qué estás mal? ¡Eres un roble y yo solo soy una bellota, no tienes porqué llorar!, le dijo la bellota.

Eres una bellota porque no quieres crecer, y yo estoy triste porque quiero estar triste, respondió el roble y la bellota no le entendió.

¿Cómo que no quiero crecer? ¡Eso llevo queriendo hacer desde siempre!, dijo obvia.

¿Pero... alguna vez has probado ir tú sola hacia la luz?, preguntó el roble, la luz no vendrá a ti si tú no vas a por ella.

La bellota pensó y pensó, jamás lo había intentado. El roble tenía razón.

¿Y... por qué estás triste? ¡Sigues siendo un roble!, dijo la bellota confundida.

Porque los robles también podemos estar tristes, al igual que las bellotas... a veces también perdemos nuestra luz incluso aunque hayamos crecido."

Por alguna extraña razón, aquella historia que me contó hizo que reflexionara y cada día le pedía que me hablara de más historias. Todos los días, yo le relataba las historias de los libros y él me contaba sus propias historias. Me encantaba escucharle, adoraba ver lo fácil que se desenvolvía con cada palabra que decía.

Una vez, recuerdo que le pregunté con quién se identificaba más, si con la bellota o con el roble.

" ¡Los robles no han podido ser robles sin antes haber sido bellotas!" me respondió con obviedad.

Digamos que mi contador de historias se trajo consigo la oscuridad de la bellota... y se fue de mi vida por hacerme daño. A partir de ese momento, jamás volví a leer un libro, ahora todas las historias me parecían aburridas.

Volviendo a la actualidad, Aidan estaba cada vez más raro conmigo y eso me hacía pensar más de la cuenta. ¿La razón? Ni idea. Podía llegar a sacar mis propias conclusiones, pero ninguna tenían sentido. Era como si estuviera haciendo el mayor esfuerzo por llevarse mejor conmigo y eso me enfadaba. ¿Por qué me enfadaba? Porque sí.

Solo aquellas noches (Bilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora