CAPÍTULO 11

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Hay belleza en las cenizas
de un corazón que ardió
por lo que amaba.


- Ron Israel.


Estábamos en pleno noviembre, el molesto "tik tak" del reloj me ponía de los nervios mientras el director se paseaba de un lado a otro por su oficina. Selene se encontraba pensando en las musarañas y balanceaba sus pies en la silla impacientemente.

Que conste que no habíamos hecho nada malo esta vez.

- ¿Cuándo... - comenzó el director llamando nuestra atención - vais a entender que las clases sirven para algo que no sea tirarle dardos al otro?

Bueno, por lo menos no fui yo el que se los trajo.

- No fue nuestra intención que uno de los dardos le diera a ese profesor... - intenté excusarme con lo poco que tenía para defender. Selene se aguantaba la risa a mi lado, la muy asquerosa seguía callada y no hablaba.

- El profesor Daniel no tiene culpa de vuestro mal comportamiento, menos mal que la profesora Heather pudo llevarlo a la enfermería a tiempo.

Revive el shippeo, damas y caballeros.

- Por algo nos dicen Cupido... - murmuró Selene, el director la miró frunciendo el ceño pero ella no bajó la cabeza.

¡Esa es mi Selene!

Hace unos minutos intentabas agujerearle el cerebro con unos dardos.

¿Y?

- Por lo que observo, vuestro castigo sobre limpiar el aula de ciencias no os ha ayudado en nada para mejorar vuestra relación...

¿Qué sabrá este viejo? Pobre de su mujer, estará harta de este hombre amargado.

- Digamos que estamos en nuestra mejor etapa - comentó Selene, su comentario provocó que me saliera una sonrisa tonta de los labios.

- Bueno, en ese caso, estáis expulsados.

Que pena que no me sé la matrícula de tu coche, anciano con piojos de mono.

- ¡No, por favor, nos llevaremos mejor! ¡Usted no puede expulsarnos! - exclamó Selene angustiada, sus ojos raros llevaban escrito su preocupación, y yo odiaba verla triste. La agarré de la mano por debajo de la mesa.

Me preocupaba más verla disgustada que una expulsión de mierda.

- Si me decís quién fue el que trajo los dardos, solo será expulsado uno de los dos - propuso el director intentando negociar con nosotros "positivamente" - obviamente el que los haya traído cargará con las consecuencias.

Fue Selene. Justo cuando ella iba a confesarlo la corté.

- He sido yo - mentí.

¿Pero por qué dije eso?

- ¿Se puede saber que estás haciendo? ¡Fui yo la que se los trajo! - reclamó Selene, a lo que yo seguí insistiendo.

- ¡Fui yo! - exclamé.

- ¡No seas embustero! - contraatacó - ¡Los compré en el chino ayer!

El director nos miraba a uno y después a otro sin creérselo, ¿tan bipolares parecíamos?

- Vale, pues expulsados los dos, supongo - dijo este encogiéndose de hombros.

- ¡NOO! - gritamos al unísono.

- ¿Pero qué se supone que queréis que haga, hacemos pito pito gorgorito?

Nos salió muy gracioso el viejo.

Solo aquellas noches (Bilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora