CAPÍTULO 22

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LOGAN

No pude decirle que Sophie estaba muerta.

No pude decirle que un día como cualquier otro fui a su casa para lo de siempre y que llamé diez veces seguidas a la puerta al ver que no me abría. No pude decirle que escuché unos quejidos a través de la puerta. No pude decirle que en ese momento sabía lo que estaba pasando sin ver nada.

No pude decirle que lloré como un crío cuando eché la puerta abajo y ella no me devolvió la mirada. Que no lo haría jamás.

- ¿Az? - pregunto ignorando aquellos recuerdos horribles.

- Sí, es bonito.

- ¿Pero el gato de Gargamel no se llamaba Azrael?

- Sí, por eso es la abreviatura. Az - concluye como si fuera lo más normal del mundo. Nunca había oído el nombre de Az para un gato.

Pero si a ella le gustaba, pues así se llamará.

- Vaya creatividad... - sigo acariciando al gato por el lomo y ella se sienta junto a mí en el sofá.

- Todavía tienes algunos rasguños en la cara - menciona. Pasa su dedo índice por encima de una de las heridas al lado de la mejilla. Me estremezco al instante en el que su dedo hace contacto con mi piel.

-¿Crees que realmente tiene los ojos celestes o puede que sean verdes?

Ni siquiera sé por qué había preguntado aquello, pero ella pareció haberlo entendido con una sonrisa.

-¿Az? Depende.

-¿Depende?

-¿De qué forma los ves tú? - pregunta alzando al gato a la altura de mi cara. La pequeña bola anaranjada y yo hacemos contacto visual.

-Son... verdes.

-Pues yo los veo celestes - dice encogiéndose de hombros - Pienso que ninguna de las respuestas estén mal o bien. Creo que ninguno vemos el mundo igual.

-¿A qué te refieres? Se ven que son verdes, nos hemos equivocado creyendo que eran celestes.

Ella niega con la cabeza, como si hubiera podido ver algo en mí que ni yo mismo era capaz de ver.

- Levanta el culo, nos vamos - exclama levantándose del sofá, como si una idea se le hubiera pasado de repente.

- ¿A dónde? - pregunto aún en el suelo.

- Si te levantas podremos ir.

¿A dónde me llevaría? Y yo que creía que nos pasaríamos la tarde viendo películas en páginas piratas. Pero, bueno, a fin de cuentas su idea suena mucho mejor que la mía.

Termino por aceptar su propuesta aún sin saber a donde quería que fuéramos. Ni siquiera sabía que Kylie se había comprado un coche hasta que sacó la llave de este.

- ¿Desde cuándo...?

- Hace poco, la verdad. Ahora sube - dice impaciente mientras me abre la puerta de copiloto y yo la miro enarcando una ceja.

- ¿No se supone que soy yo el que debe de hacer eso? - pregunto divertido. Me mira de la misma forma mientras se cruza de brazos haciendo el papel de enfadada con una sonrisa. Dios, como siga mirándome así va a darme algo.

- Mi coche, mis normas - concluye poniéndole dramatismo al asunto y yo asiento con la cabeza divertido.

- Nunca te he visto conducir, ¿debería de tener miedo?

- Tú ponte el cinturón... - me asegura con una sonrisa nerviosa a lo que suelto una carcajada.

- Si morimos por lo menos lo haremos juntos.

Solo aquellas noches (Bilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora