Me gustaría confesarle al mundo que amé, amé como tú alguna vez has amado a alguien. Amé ciegamente y entregué mi corazón sobre una bandeja de plata reluciente, de superficie lisa y esponjosa creyendo que sería una cuna delicada y frágil de mis nuevos anhelos y sueños... pero me equivoqué. Erré y no me arrepiento de haber amado porque lo que yo llamaba "amor" fue un pedazo de mí, fue sinceridad. Me arrepiento, quizás, de haberme perdido poco a poco mientras trataba de defender lo indefendible, mientras comenzaba a opacar mi esencia para justificar la suya.
¿Me arrepiento de haber amado? No.
Me arrepiento de haberlo escogido a él antes que a mí misma.
El amor no tiene la culpa. El amor es una obra de arte: vulnerable y difícil de comprender para quien no está dispuesto a darse el tiempo y espacio para disfrutar de cada proceso y eso lo aprendí después de tropezar un par de veces.
¿Retrocedería el tiempo? Tampoco.
De hacerlo, no sería quien soy ahora ni habría conocido a quien me enseñó lo que implica amar: Evanston; ni habría conocido a quien me demostró lo que es amar: Polac.
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Un club para un corazón roto [CCR # 3] ©
RomanceMaccarena Brown solo buscaba una salida, no el final...