Miré el escenario donde los personajes ensayaban su última ronda. Alex estaba junto al equipo de indumentaria asegurándose de que la puesta en escena fuera perfecta mientras yo lo observaba desde las butacas. El brillo en él era único, incluso después de los traspiés de esta semana, por eso no soporté más tiempo mirándolo y, cuando supe que estaba tan distraído para notar mi ausencia, me escabullí entre el mar de gente.
Abandoné el auditorio sin meditar sobre ello y caminé en dirección a los casilleros consciente de que estaba oscuro y me detuve en la hilera cercana al salón de clase, justo donde el contenedor número 4296 aguardaba por mí.
No había nombre inscrito ni etiqueta sobre este, solo un candado color celeste que mantenía seguro el interior del lugar. Lo quité con rapidez tras colocar la contraseña de este y, al abrir la puerta, encontré el único objeto que no deseaba volver a ver después de que un repartidor lo dejara ayer por la noche en la entrada de mi casa. Resoplé.
“Es el segundo que recibes”, acotó la voz en mi interior cuando cogí el pequeño cofre transparente donde se mostraba a una mariposa azul disecada cómo trofeo. Mi mirada quedó atrapada en aquel momento y elevé mi dedo índice para acariciar la superficie lisa mientras una ráfaga de recuerdos azotaban mi interior. Suspiré y sentí cómo la temperatura del exterior cayó en picada. Quería tener esperanzas y ser positiva, pero mientras más tiempo pasaba junto a ese regalo, mis pensamientos se tornaban más oscuros. “Cuéntaselo”, sugirió la voz en mi cabeza, pero me negué. Evanston no podía enterarse de esto. Sin importar cuál fuera el precio, juré mantener este secreto lejos de él.
Quité la tapa del pequeño recipiente para distraerme y, cuando lo hice, arranqué el alfiler que atravesaba el cuerpo sin vida de aquel animal. Sentí un nudo en la garganta cuando este se desplomó sin vida hacia la parte más baja del contenedor, entonces introduje mi mano con cuidado y lo saqué al exterior.
—Eres un cobarde —susurré cuando la mariposa se desplomó sobre la palma de mi mano como un papel de seda y una punzada atravesó mi corazón.
Apenas podía comprender cómo Cristopher halló la manera de destruir en segundos las esperanzas y anhelos que puse sobre un símbolo tan significativo para mí, como lo era la mariposa azul. Apenas quise entender su obsesión por mí, cuya prueba era aquel regalo íntimo y a la vez perverso que había logrado debilitar en cuestión de días las murallas que construí para protegerme de él.
“Demonios”, maldije como si él estuviera frente a mí y golpeé el casillero con mis puños, creyendo que así se desvanecería el miedo. Mis nudillos se colorearon de rojo cuando el estruendoso ruido metálico hizo eco en el ambiente, entonces cerré la puerta del casillero de un golpe y traté de que mi enojo se desvaneciera, pero no lo logré. Apoyé mi espalda contra la fría superficie del casillero y sostuve el objeto en una mano mientras en la otra aún permanecía la mariposa, se veía tan frágil que parecía dormida.
—¿Qué quieres? —pregunté mirando mis manos.
Transcurrieron cuatro días desde el primer regalo que recibí, pero recién cuando sostuve la mariposa lejos del cofre para que esta dejara de reflejar el azul de sus alas sobre los laterales del contenedor, comprendí qué simbolizaban cada uno de los objetos, entonces un sentimiento oscuro se apoderó de mi corazón y mis pupilas se dilataron.
“El cofre eres tú; las mariposas son los que amas”, confirmó la voz en mi interior tras comprender que eran el pequeño animal que le daba vida y color a ese contenedor que ahora yacía vacío y tétrico. “Cristopher”, repetí. “Cristopher es el alfiler”.
Ambos objetos resbalaron de mis manos cuando caí de rodillas y el cofre rodó hasta golpear la pared frente a mí logrando que un ruido tosco ahogara el pasillo que apenas recibía luz. Coloqué ambas de mis palmas sobre el suelo y miré mis nudillos ensangrentados, solo entonces supe que recaí y, aunque oí pasos corriendo en mi dirección, no pude levantarme.
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Un club para un corazón roto [CCR # 3] ©
RomanceMaccarena Brown solo buscaba una salida, no el final...