9. Querido club,...

50 6 0
                                    

Querido "Club de los corazones rotos",

No me siento bien estos días: Evanston actúa diferente y Olivia está ausente por sus clases, así que no queda nadie más con quién hablar. Estoy sola, otra vez, así que no dejes que "cuatro" deje de ser lo único que me queda...


Observé la hoja que había escrito hace dos días y el resto de páginas en blanco, deseando retroceder el tiempo hasta segundos antes de que Evanston decidiera confesar sus sentimientos. Lo habría detenido de saber que sus emociones se interpondrían en nuestra amistad. Aunque él dijera que no era verdad, podía leer su lenguaje no verbal cada vez que evitaba tomarme de la mano, dejando un vacío que solo él podía llenar.

Suspiré consciente de que recordar el pasado dolía más que todos los golpes que alguna vez recibí y cogí el teléfono con las mismas dudas de siempre. Tal vez no era correcto marcar el número que ahora sabía de memoria, pero no quería correr el riesgo de sufrir otro ataque de pánico estando sola.

Central de llamadas, ¿en qué puedo ayudarle? —dijo una voz que comenzaba a sonar familiar.

Guardé silencio sin saber cómo comenzar esta vez.

—¿Aló? —insistió aquel desconocido.

Miré la pantalla antes de activar el altavoz. ¿Era normal sentirme en paz solo con oírlo?

—Parece que hay problemas con la señal —indicó mientras miraba al vacío—, así que por protocolo tengo que cortar esta llamada aquí. ¿Le parece bien si vuelve a marcar este número? Queremos...

Inhalé hondo dudosa de responder. —Hola.

Hubo silencio en la línea que no supe cómo interpretar. Bajé la mirada hacia el móvil, la pantalla seguía desbloqueada y los segundos del cronómetro continuaban corriendo así confirmé que no me había cortado. Él seguía ahí, pero por un motivo no quería responder. ¿Y si se sentía incómodo? Después de nuestra primera llamada —el día de la feria cuando me encontré con Cristopher— y las tres siguientes, donde había guardado silencio y cortado después de que él repitiera que su código personal era "cuatro", quizás le parecía una pérdida de tiempo el interactuar conmigo. Nadie lo culpaba por rendirse ante alguien que no le daba pistas, como yo.

—¿Estás ahí? —repetí confundida. Más silencio—. ¿Cuatro, verdad?

Oí ruido del otro lado, algo parecido a una risa tímida. —Lo siento, no esperaba que decidieras hablarme luego de todo este tiempo, me has sorprendido.

Asentí mientras caminaba en círculos en aquel pequeño espacio.

¿Sucede algo? —dijo cambiando de tono de voz, entonces comprendí su preocupación. Esa línea telefónica era para pedir ayuda, pero yo simplemente le había dado otro uso—. ¿Necesitas ayuda? Puedo enviar a...

—Estoy bien —completé mientras observaba el libro de "Orgullo y prejuicio" que había dejado en uno de los stands del nuevo escondite. Aún no se lo devolvía a Alexander y temía quedármela más tiempo—. Solo llamaba porque una vez alguien me dijo que era más fácil hablar con alguien sin rostro de recuerdos que dolían, que enfrentar la mirada de quienes conoces así que, si me dejas, me gustaría intentarlo...

"¿Quieres empezar por decirme por qué llamaste?", fue todo lo que dijo y asentí con un pequeño sonido. Tenía que ser sincera con él y confesar la razón de mi llamada. Quizás no iba a cambiar nada, pero al menos alguien sabría lo que estaba pasando. —Me da miedo quedarme sola... No —corté al darme cuenta de que era ridículo—, me da miedo que él me deje sola.

Un club para un corazón roto [CCR # 3] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora