25. Verdades que hieren

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Me recosté sobre la carpeta con mi mirada fija en el chico que ocupaba el asiento junto a mí. Él estaba concentrado en lo que el maestro dictaba, por lo que pude dibujar sus facciones con un pincel imaginario hasta que me perdí en su mirada azul grisáceo, que ahora eran mi principal punto de atención cada vez que sentía nostalgia.

En el transcurso de la semana, experimentar este sentimiento de anhelo y aprecio hacia alguien cuyo destino se había reencontrado con el mío, parecía utópico. Especialmente porque meses atrás me resistí a la idea de rehacer mi vida y abracé con fuerza mi fervor por rechazar cualquier emoción de afecto hacia un extraño... un extraño cuya sonrisa ahora era mi principal incentivo para no perder las esperanzas.

Suspiré.

Polac giró a verme y susurró: "¿Pasa algo?".

Asentí deseando que fuera indiferente ante mi actitud para así regalarme unos segundos más de la vista. No obstante, él se recostó sobre la carpeta tras asegurarse de pasar desapercibido y fijó su mirada en la mía, luego deslizó su mano sobre la superficie lisa hasta tocar con su dedo índice el dorso de mi mano. Dio tres toques suaves para captar mi atención aunque ya la tenía.

"¿No dormiste anoche?", cuestionó moviendo sus labios. Negué dado a que ese no era el porqué me encontraba así. Él comprendió aunque no usara palabras. "¿Es por Evanston?", adivinó esta vez.

Volví a negar. Me sentía indefensa, pero no por él. Descubrir y navegar a través de mis nuevas e incipientes emociones habilitaron un sinfín de caminos que me hacían sentir en medio del vaivén de una montaña rusa. Estaba avergonzada, pero no era tan fácil admitir que me sentía como una novata en este campo del amor. Tampoco quería admitir que tenía pavor de errar de nuevo y acabar más destruída que antes porque quizás ya no podría soportarlo.

Desvié la mirada ante el conflicto en mis pensamientos y él comenzó a dibujar círculos sobre el dorso de mi mano hasta que volví a mirarlo. Él volvió a dibujar la siguiente frase con sus labios: "Solo un paso a la vez, ¿de acuerdo?", entonces asentí y él sonrió para después incorporarse en su lugar y volver a su actividad como si nuestra pequeña charla no hubiera ocurrido.

Lo vi escribir sobre su libreta segundos después y, aunque creí que no me prestaba atención, me sorprendí cuando deslizó disimuladamente una nota en mi dirección. Desdoblé el papel con delicadeza y descubrí el texto escrito dentro, que decía: "¿Quieres salir conmigo mañana? No voy a decepcionarte".

Cuando giré en dirección a él, me estaba viendo, como si aguardara una respuesta.

—¿Vendrás conmigo? Prometo que va a gustarte —susurró y asentí.

Confié en él, más cuando sonrió sutilmente.

La idea de realizar una actividad fuera de la preparatoria significaba tomar un respiro, así que usé ese empuje para ponerme al día con las clases y, durante los treinta minutos restantes, me enfoqué en revisar los apuntes que Alex me entregó en secreto al notar que no había escrito nada en mi libreta. La clase finalizó al resonar el timbre del receso largo. Guardé mis cosas con rapidez y, cuando estuve lista, caminé junto a Polac quien estuvo esperando por mí.

Nos detuvimos metros más allá cuando la figura de Sol bajo el umbral de la puerta bloqueó cualquier avance. No se veía contenta aunque intentaba disimularlo.

—¿Recuerdas lo que te dije esa noche? —murmuró Polac antes de acercarnos a la chica y asentí—. De acuerdo, deja que me encargue de esto...

Me quedé a un paso de distancia de ellos fingiendo que no los oía.

El día de la Rueda de la Fortuna Polac me contó que rechazó la propuesta de Sol durante el trayecto en el primer vagón; sin embargo, la reacción de esta no fue la esperada tras deducir los sentimiento de él. Era comprensible que tras eso sintiera fastidio hacia mí, después de todo, en el corazón nadie manda y ser rechazado era como caminar sobre carbón caliente.

Un club para un corazón roto [CCR # 3] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora