13. Su primer...

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Dos semanas después de aquella noche, los rayos del sol penetraban a través de las ventanas del bungalow por lo que di media vuelta sobre la cama para quedar de espaldas a la fuente de luz mientras el trío de chicas terminaba de alistarse. Dánika y Olivia me ignoraban por completo, pero Frida era distinta. Ella no me había quitado la mirada de encima desde que apareció junto a Alexander hace una noche y, aunque no la conocía ni tenía pruebas de que nos hubiéramos conocido de niñas, traté de ser cordial con ella. Incluso si me sentía poco cómoda con gente extraña, hice mi mayor esfuerzo por tratar de captar en menor medida su atención, lo cual no resultó.

—¿Te molesta que Alexander me trajera con él? —cuestionó de repente mientras se maquillaba y reparé en que no le había quitado la mirada desde hace rato.

Negué de inmediato, entonces ella volvió a lo suyo.

—Alexander no sabe decir que no cuando se trata de mí —finalizó con un toque de orgullo.

Desvié la mirada en dirección al otro par de chicas que continuaban alistándose y sonreí en respuesta para no ahondar más en el tipo de relación que mantenían ni ser partícipe de preguntas que me incomodaran. Lo sé, era mala interactuando con personas nuevas.

"Podrías esforzarte", susurró una voz en mi interior, pero la ignoré.

Minutos después Olivia se llevó a la invitada hacia el baño, quizás para ayudarla con su vestuario, por mi parte me dirigí a la puerta cuando los golpes en este dieron aviso a la llegada de los tres muchachos que se hospedaban en el bungalow contiguo al nuestro.

Al abrirles, el primero con el que crucé miradas fue Alexander, pero tuve que cortar la conexión cuando Evanston dio un paso hacia mí para llevarme hasta el sillón y obligarme a tomar asiento mientras sostenía mi rostro con ambas manos.

—¿Cómo te sientes? —agregó lentamente mientras inspeccionaba cada una de mis facciones. Sonreí, pero él se mostró reacio a creerme—. ¿Estás bien? Aún te ves pálida.

Efectivamente el viaje a Cleveland no fue de mi agrado debido a las náuseas y el dolor de cabeza, pero tras haberme dopado con varias pastillas ya me sentía mejor, aunque por momentos los mareos me aturdía. Era pésima en los viajes extensos, esto era prueba de ello.

—Puedo tolerarlo hasta que me adapte —susurré y él beso mi frente para luego darme un abrazo.

Él parecía satisfecho con mi respuesta así que me recosté sobre su pecho mientras divisaba alrededor a los demás invitados encontrando a Polac vestido con una chaqueta gris, jeans negros y un gorro gris que pocas veces dejaba de lado. Él nos observaba también por eso su mirada se cruzó con la mía en cuestión de milisegundos detonando en ambos una sonrisa tímida, pero cálida.

Eran contadas las veces en las que tuvimos oportunidad de conversar a solas tras aquella noche donde descubrió quién era yo en su vida, así que habían miles de preguntas y nerviosismo de por medio cada vez que estaba cerca.

"¿Estás bien?", dibujó con sus labios y asentí.

Él no viajó con nosotros, sino horas después junto a Frida, pero era obvio que el par de chicos con los que compartía habitación le habían actualizado sobre mi tragicomedia en el tren y lo susceptible que era a las náuseas cuando la duración del viaje superaba las cuatro horas.

—¿Nos adelantamos? —sugerí en dirección a Evanston.

Quería distraerme para no sentir que Polac y yo actuábamos en secreto.

Incluso si le comenté a Evanston el origen de la amistad con Alexander, aún no me sentía del todo cómoda actuando como viejos amigos con él, tampoco me sentía cómoda cuando traían a colación anécdotas del pasado que a duras penas recordaba. Según mi terapeuta era un proceso lento lograr desbloquear recuerdos asociados a heridas de abandono provocadas el mismo año en el que mis papás se divorciaron y que fue la principal razón de la mudanza a Fortland. No solo perdí a papá, sino a amigos como los que habían en las fotografías y en respuesta al dolor que todo eso detonó, solo me había desecho de recuerdos felices y tristes que generaban inestabilidad en mí.

Un club para un corazón roto [CCR # 3] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora