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-Ah eres tu-
Freya rodo los ojos cuando Neil Hargrove la recibió tan amablemente. Normalmente una dulce sonrisa decoraba su rostro al hablar con adultos. De esa manera, todos caerían ante sus falsos encantos y le darían lo que necesitaba. Pero si existía una persona que no podía tolerar de ni una sola forma posible, era esa hombre.
-Que linda bienvenida- dijo ella con sarcasmo -Y por mas que me guste seguir esta hermosa y tan amable charla, no estoy aquí por eso-
-Lo se-
El hombre se hizo a un lado dejando que la chica se adentrara y moviera por toda la casa sin necesidad de ningún guía. Se suponía que debía recoger a Max y ambas irían a despedirse de la familia Byers.
Pero primero debía hacer algo.
Sus ojos se posaron en la puerta del cuarto de Billy observándola con un poco de duda antes de tomar el picaporte.
-Puedes llevarte lo que desees- la voz de Susan Mayfield sonó -Tal vez mi esposo no lo entienda, pero yo si. Él era importante en tu vida. Me atrevo a decir que lo apreciabas mucho mas que Neil y tienes el derecho de acomodar o tomar lo que quieras de ahi dentro.
-Gracias-
Freya susurro, finalmente entrando a la habitación.
Cuando Max -quien creyó sentir su voz- la encontró, Hunter se encontraba rodeada de un par de cajas con las pertenencias de Billy dentro. Estaba sentada en el borde de la cama y un marco de fotos entre sus dedos mientras intentaba aguantar las lagrimas que amenazaban por salir.
-Es una linda fotografía-
La pelirroja se sentó a su lado compartiendo el mismo dolor. No importaba todo lo que sucedió entre ellos en el pasado. Esto no era lo que ninguna quería. Ni ahora ni nunca. Y lo peor de todo era que parecían ser las únicas a las que le importaban. Susan no se haría cargo de nada y Neil tenia la idea de desechar la mayor parte de esas cosas o vender lo que no sirviera.
Eran ellas las únicas que todavía lo apreciaban lo suficiente para hacer algo por él.
-Tu madre dijo que podía llevarme lo que quisiera- confeso la mayor -Creo que esto es lo único que tomare-
El marco contenía una foto de Billy y su madre en la playa, y agarrado al borde, una polaroid que ella misma habia tomado casi un año atrás. En un lugar parecido pero un poco mas sombrío. El único momento en el que Max vio a su hermanastro sonreír feliz, era en esas dos fotografías.
-Dejame ayudarte-
Ambas terminaron de empacar cada pertenencia en una hora aproximadamente. La mayoría de los libros quedarían en la biblioteca de Maxine, las maquinas de ejercicio serian vendidas y gran parte de la ropa junto a los objetos personales, guardados en cajas dentro del sótano. Preferían eso a tener que tirarlas. Freya tomo el cuadro entre sus manos antes de pararse en la entrada a un lado de Mayfield. Fue como si los ojos de las dos recorrieran el lugar por una ultima vez antes de despedirse.
No solo del cuarto.
Sino también de él.
-Ahi están-
Freya escucho la voz de Lucas cuando se bajo del auto. El mismo camaro azul que al parecer el dueño dejo a su cuidado. Salvo que ahora no tenia la pintura corrida por el choque, y tampoco una sola abolladura. El dinero que sus padres le daban todos los meses para sobrevivir estaba siendo de mucha ayuda.
-Hola niños-
La chica saludo no solo a Sinclair, sino también a Dustin y Mike, quienes las miraban con un poco de sorpresa. Freya y Max se veían bastante bien para todo lo que habían atravesado esa semana. Era como si supieran que, a pesar de lo que sucedía en sus vidas, ambas podían salir adelante sin mucho esfuerzo.
La realidad era que si fue lento y doloroso.
Pero eso no las freno en ningún momento.
-Oh no- Hunter se posiciono a un lado de Byers -Sacaste los posters de The Clash-
-Me estoy mudando, por supuesto que lo hice- Jonathan respondió divertido -¿O acaso pensaste que los dejaría?-
-Pensé que me darías algo para recordarte- se burlo ella -Supongo que tendré que comprar los propios-
Byers soltó una risa antes de abrir sus brazos y dejar que Hunter se refugiara en el. No habia una manera simple de explicar lo mucho que extrañaría a ese chico. Era la persona que estuvo para ella en todo ese desastre. El primer amigo verdadero que hizo. Y el mismo chico que la acogió en su familia en cuestión de días. Ese que ahora se estaba mudando a Nueva York.
-¿Que hare sin ti?- dijo contra su pecho -Steve no llora conmigo mirando películas y Nancy no tiene buenos gustos musicales-
Jonathan soltó una carcajada viendo como su madre pasaba por la entrada de la puerta dando una sonrisa ante los dos tristes adolescentes. Joyce también vio esa amistad florecer de cero a cien en cuestión de días. Y ahora, verlos separarse dolía bastante. Y si así era para ella no quería ni imaginarse como era para ellos.
-Siempre puedes llamarme por teléfono-
-No es lo mismo- Freya se quejo finalmente soltándolo -Pero mas te vale que te comuniques conmigo o me tendrás en tu casa antes de que puedas si quiera pensar devolver la llamada.
-Oh créeme, lo se-
Ambos salieron de la habitación con un par de sonrisas tristes en sus rostros.
La misma expresión que Nancy les regalo a ambos.
Freya dejo que la pareja tuviera su momento antes de acercarse a los niños, uniéndose en el abrazo conjunto que estaban dándole a Will. El grupo rio, por primera vez permitiendo ese tipo de gesto en publico. Esa familia que crearon, ya no estaba. No completa al menos. Y no sabían como podrían seguir sin los Byers.
Sin Will el clericó. Ese que los mantenía unidos de cierta forma.
Sin Jonathan. El primer amigo verdadero que Freya jamás hizo.
Sin Eleven. La niña que se gano el corazón de todos en semanas.
Sin Joyce. La mujer que siempre los recibía sin importar el problema.
Y sin Hopper. El hombre al que irritaban con todos sus comentarios.
