Por favor no.

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Al día siguiente.

Me levanté, me di una buena ducha, al verme en el espejo me di cuenta que mis ojos seguían de color rojo, fastidiado tomé unos lentes, me los coloqué y salí, mi chofer me esperaba abajo, fui a la nueva cafetería que acaban de abrir en la calle de abajo, bajé y me senté, solo fue cuestión de segundos y todo el café se llenó de personas y de paparazzis, con la cabeza mirando al suelo y los lentes puestos pedí mi té.

—Me puede dar un té de canela con dos cucharadas de miel y extracto de un limón, el té no tan...

—Caliente, a término medio y obviamente sin azúcar —completó la otra persona, al escuchar la voz supe quien era, levanté la cara y sonreí con la esperanza de que no recordara el incidente de ayer, en este momento solo era este tipazo (osea yo) y mis esperanzas, aclaremos que mis esperanzas las tenía a otro nivel.

—Si, así es como yo lo pido siempre Ash.

—Jajaja yo también eres la primera persona que conozco que pide lo mismo que yo.

No soy un humano exactamente pero ella no tiene por qué saberlo.

—Así que, aquí trabajas.

—Si.

—¿Y qué tal? —dije queríendo sacar conversación.

—Pues todo estaba tranquilo, pero llegaste y se llenó, lo cual es bueno, pero por ahora estoy sola mi compañero no ha llegado y dudo mucho de que llegue, así que con premiso, ahora vuelvo con tú té.

—¡Alto yo te ayudo a trabajar! —en cuanto eso salió de mi boca me quedé callado, no tengo idea de por qué dije eso.

—No te preocupes, estoy bien.

—No en serio insisto, así será menos pesado para ti.

—¿Alguna vez has trabajado?

—Jajaja pfff claro que si —dije con una enorme sonrisa.

—Pero ósea trabajar sin que tú seas el jefe.

—Ouuu si lo pones así, no, nunca he trabajado, pero me puedes enseñar.

—Jajaja claro con gusto, ven vamos a que te cambies.

— Por favor esa risa no...

—¿Dijiste algo? No escuché por el ruido de afuera...

—Nop... yo no dije nada.

Gracias a dios, me levanté y fuimos a la parte de atrás, donde guardan todas las cosas, me dio un mandil, me lo puse y salí.

—Oye... Luci.

—Lo sé...lo sé, me veo MUUUY sexy aunque este vestido así, no hace falta que me lo digas, pero no me molestaría escucharlo.

—Jajaja no hablaba de eso, necesitas quitarte los lentes para trabajar.

—¿Estos lentes? —pregunté señalándolos.

—Si.

—¿Los que tengo puestos ahora? —pregunté otra vez, pero esta vez los estaba modelando.

—Si, esos...

—¿Los negros que se me ven TAN bien?

—Si, esos.

—Es que no puedo.

—Yo te ayudo —dijo acercando sus manos a mi rostro.

—No ósea jaja si puedo, pero no debería, es que mis ojos...

—Tranquilo estoy seguro que tus ojos estarán bien, además ya todo el mundo sabe que hoy estarás trabajando aquí.

—¿Por qué lo dices?

LucierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora