Cambiar de tema.

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—Gracias princesa, oye y- y de tus clases, ¿cómo le haces? —no sé que me estaba pasando, estaba tan nerviso, tanto que comencé a tartamudear, de verdad que he caido TAN bajo. No puedo creer que ella me ganara en mi propio juego.

—A bueno sobre eso, yo voy a la escuela de 4 a.m. a 6 a.m. y lo demás a lo que no puedo asistir me lo dejan de tarea.

Pobrecita, al escuchar eso solo podía pensar en que tengo que conseguir una forma en la que ella ya no sufra tanto por eso.

—Jefe llegamos —me bajé, le abrí la puerta y se bajó.

—Gracias Luci —me dio un beso en la mejilla, me quedé congelado no podía decir ni hacer nada, solo sonreí como tonto por tercera vez en el día, comencé a sonrojarme, no sé que demonios me pasa, cuando estoy con ella todo lo que pasa se siente como si fuera la primera vez, es algo raro de explicar pero se siente increíble, menos por la perte de que mis títulos de un "excelente jugador", ya están por los suelos, y claro que no olvidemos el título de "alguien difícil de complacer", ese también esta quedando por los infiernos.

—Jefe, ¿todo bien?

—Si claro, déjame aquí... tú... tú tienes el resto de la semana libre.

—Gracias jefe, él sonrió y se fue —quería sacar mis alas, pero mejor opté por teletransportarme al bar, en cuanto llegué me puse una hoodie para que me cubriera un poco de la cara, al entrar había dos guardias.

—Ocupo pasar —les dije amablemente.

—Sin invitación usted no entra —respondió uno de los que estaban en la entrada.

—¿En serio? De cualquier forma entraré pero si ustedes insisten... —antes de que yo pudiera hacer algo, uno de los dos le secreteó algo al otro.

—Una sincera disculpa señor Arcángel, por favor pase —dijo el señor que me había negado la entrada, entré y lo primero que hice fue dirigirme a donde se encontraba el dueño del bar, cuando entré, el señor estaba sentado en su oficina, tenía dos armas sobre la mesa, precipitadamente él tomó una y me apuntó al pecho.

—¿Quién es usted? —preguntó mientras le quitaba el seguro a el arma.

—Mejor le recomiendo que baje el arma, si no quiere salir lastimado —dije lo más amablemente posible. Una mujer salió debajo de la mesa, esto debe de ser una broma.

—Y-yo me retiro —dijo la chica asustada.

—Con que se divertía eh —dije con una sonrisa.

—Eso no le incumbe.

—Está en todo lo correcto. Baje el arma —dije molesto.

—Jajajaja si claro, mejor usted quítese el gorro y la capucha y ya veré si le disparo o no.

—Con esa actitud de "Chico rudo" no va a lograr nada, puedo sentir su miedo, así que le diré que yo solo vengo hacer negocios, y yo sé que eso le gusta Arturo —dije con una sonrisa en mi rostro tan perfecto.

—¿Co... cómo sabe mi nombre? —dijo con una voz temblorosa.

—Solo digamos que el infierno tiene un lugar reservado para ti, ahhhh y viene con todo y tú nombre —él tomó el arma y me disparó, antes de que la bala tocara mi piel yo tomé la bala con mi mano derecha, este don de poder controlar el tiempo es gracias a mi madre y me a sido muy útil hasta ahora. Él disparó otra vez, esta vez la bala rebotó en mi pecho, yo hice una expresión de desagrado, no podía sentir ningún tipo de dolor físico pero que alguien se atreviera a dispararme no es algo que se pueda perdonar.

—¿Cómo es eso posible? —en su voz se podía escuchar el miedo, y emocionalmente se sentía aún más fuerte.

—Arturo... —dije dando un paso más cerca de él.

—Le exijo que se quité la capucha y la gorra —me interrumpió.

—¿Usted me está exigiendo a mí? Es mejor para usted si yo no me la quito, usted podría tenerme miedo... mucho miedo, además acaba de dispararme, el mayor error de su vida lo cometió hace unos segundos —lo dije por muchas razones, una es porque ya que no estoy con Ashley mis ojos son rojos de nuevo y por desgracia olvidé los lentes en el café, además si un humano viera mi forma demonio muy probablemente tendría que ir a un psicólogo de por vida, pero claro que si ve mi forma de ángel quedaría fascinado, pero este no es uno de esos caso donde seré bondadoso.

—No le tengo miedo a nada, ni a nadie —dijo en tono demandante, lo que él no sabe es que podía sentir su miedo.

—Deberías de tenerme miedo, porque soy tú peor pesadilla, pero bueno, usted lo pidió —me quité la gorra y la capucha, al levantar mi cabeza vi el reflejo de mis ojos rojos en una estatua y para mi suerte ahora tenía cuernos.

—Y...

—¡¿Es en serio?! —grité molesto.

—U... usted, ¿quién es? —dijo Arturo con una voz temblorosa mientras se pegaba a la pared.

—¡Vamos abuelo! ¿Cuernos? No quieres de paso ponerme una enorme barba, esto en serio es horrible —esto era humillante, en serio humillante.

—E-eeemmmm.

—Oh sí, lo siento. Yo soy su peor pesadilla, eso ya lo sabe... pero es MUY reconfortante el saber que usted no le tiene miedo a nada ni a nadie, ahora... yo venía hacer negocios así que escúcheme bien, número uno, no me gusta en lo absoluto que usted sea el primer humano en saber mi secreto, así que solo me presentaré rápido, mucho gusto soy Lucier Arcángel Kamil y quiero comprar su bar —dije con mi perfecta sonrisa.

—¡No usted es el demonio ayuda! El... el bar es todo suyo —salió corriendo.

—No no, espere, tome este dinero... nahhhh mejor no, de igual forma usted es malo, le pediré a algún demonio que cuando llegue al infierno tenga le den la mejor vista. Bueno, es hora de comenzar a mejorar este lugar. Oigan, ¿quién es el encargado principal? —grité.

—Soy yo —entró un señor de mediana edad, al verme se quedó en shock.

—Oohh lo siento tanto de verdad, es que yo olvidé ponerme la gorra —dije mientras me ponía de nuevo la gorra —.Una pregunta, ¿aún se ven los cuernos? —le pregunté al señor, él sin poder hablar asintió con la cabeza, me volví a acomodar la gorra —¿Todavía se ven? —le volví a preguntar, esta vez dijo que no con la cabeza.

—N... —el señor intentaba hablar pero simplemente no podía.

—Lamento este incómodo momento, ahora... ¿En que estábamos? Ahhh si claro, mucho gusto soy Lucier, soy el nuevo dueño.

Él señor seguía sin poder decir nada.

—Oookkkaaayyyy, seré breve... solo necesito que suba el salario de la trabajadora Ashley Thorne y que solo trabaje los sábados 2 horas, no quiero que nadie le ponga un dedo encima, si alguien se lo pone me avisan, porque querré a ese tipo solo para mí, okay, eso no sonó bien. Lo que quería decir es que lo quiero para mí pero no de esa forma, ósea.... Solo avísenme, por último, no quiero que sepan que este lugar tienen un nuevo dueño, usted solo haga esos arreglos y tómese unas vacaciones, se ve que las necesita, y le pido que se dé un aumento, ya sabe... por lo del susto y todo eso, si ocupa terapia o algo... yo lo pagaré, ¿sabe qué? Desde hoy se puede ir a vacacionar, si gusta hacerlo durante toda su vida no tengo ningún problema, olvídelo, tenga este cheque — aquí de mi saco uno de mis papeles y llené el cheque con los datos necesarios, le estiré la mano, él tomó el cheque.

—Gra- gracias.

—No agradezca, eso era todo, y en serio lo lamento por lo que acaba de ver —salí caminando de ahí, me hubiera gustado teletransportarme o volar, pero el señor ya había visto demasiado, muy probablemente si hubiera hecho alguna otra cosa para salir le habría dado un infarto... pobre hombre.

LucierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora