Capitulo 7

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Sus manos seguían ahí, acariciando mi piel, rozando tentadora mi zona íntima, mientras lo único que yo hago es permitirlo, sintiendo la fría mirada de todas las muñecas a nuestro alrededor, incluída Angie que se ha quedado inerte sobre el contenedor, obcervado con esos ojos muertos.

Pronto las manos de Donna se detienen para tomar unos de los retazos de tela que descansan sobre la mesa junto a la máquina de costura.

Cuando toma aquella tela en color negro profundo, la ata cubriendo mis ojos nuevamente.

- ¿Por qué tienes que hacerlo?...

- Si no lo hago...me verás - responde con timidez.

- ¿Y que pasaría si...- soy callada por dos de sus dedos que ha introducido en mi boca.

- ¿Te molesta? - dice mientras me hace tragar con sus dedos hasta dejarlos completamente ensalivados.

Cuando los saca respondo con la respiración un poco agitada - Por favor solo déjame verte almenos una vez.

- Lo viste en pintura - siento su aliento tan cercas de mi oído que puedo darme cuenta de que ya no tiene puesto esa barrera que tiene de velo.

- Debes entender que no es lo mismo - suspiro al sentirla bajar para tocar mi zona íntima con ese par de dedos fríos y lubricados por mi propia saliva.

Un escalofrío me recorre por toda la columna y siento de inmediato que mi concha se humedece.

Esto no puede estar pasando...

- Entiéndeme a mí, por favor no insistas más - con su otra mano me sujeta fuerte de el cuello.

Donna lleva sus dedos entre mis labios vaginales que abre delicadamente para hacerce dueña de mi clitoris.

Sus dedos se mojan aún más por mis jugos, su respiración la siento alterada al igual que la mía y mi temperatura corporal esta en gran aumento.

Nacen en mi nuevos deseos, me gusta cuando me toca y ella es consciente de ello.

Mis suspiros comienzan a ser gemidos cuando siento como sus dedos penetran dentro de mi vagina al mismo tiempo que estimula en el clitoris con su palma.

Todo de mi comienza a temblar, ella hace magia con sus dedos, trata de penetrar con profundidad, lo hace con tres, los lleva bien adentro y los mueve hábilmente. Yo estoy en un punto de goce tremendo, mis lamentos llenan el taller, y un gran orgasmo estremece cada una de mis terminaciones nerviosas. Pero no sé detuvo ahí, ella comenzó a besarme el cuello por la espalda, siguió por toda la columna y llegó al principio de mi trasero donde sentí su lengua entrar entre mis nalgas chupando.

De pronto me toma de las caderas y me gira quedando de frente, sintiendo su respiración directamente en sobre mi clitoris, entonces Donna agacha su cabeza y deposita sus labios sobre mi sexo. Es su lengua la que se abre paso entre mis pliegues, mientras alza sus manos para apretar mis pechos al mismo tiempo que sigue dandome un sin fin de intensos orgasmos con su boca, chupando en cada rincón de mi intimidad, pasan tan solo unos minutos y todo el desborde de mi río de placer finaliza en ella.

La sintiendo ponerse de pie a mi altura otra vez, dónde su respiración choca con la mía, hasta que nuestros labios vuelven a juntarse en un beso lleno de deseo por parte de ambas.

Yo me siento acorralada pero esto me resulta tan exitante.

Mis manos torpes buscan su cintura pero en el proceso y de forma inevitable las he posado sobre sus caderas, aún así pude hacer mi cometido de sujetarla para pegarla más a mí y profundizar el beso.

Mi cuerpo desnudo rosa contra su vestido negro de funeral.

Y después de ese repentino y tan exitante momento finalmente me vistió como a su muñeca humana y me llevo a conocer su mansión. Más específicamente su jardín, dónde además de su taller de muñecas parece ser también uno de sus lugares favoritos.

Ella cultiva distintos tipos de plantas y flores muy hermosas.

- ¿Tú tienes un negocio con estás flores?.

- No, ellas me ayudan a dar vida a mis muñecas... - ¿Pero como lo hace?, todo esto es tan extraño. Me pregunto de dónde habrán obtenido estos poderes y habilidades los gerarcas de esta aldea - ¿Tu aún me temes?...- pregunta después de un pequeño período de silencio tranquilizador.

- No lo sé...

Donna ha girado a mi dirección en un movimiento brusco que hace apartarme un poco de la sorpresa.

- Por favor no me dejes, te acabas de convertir en lo único que tengo además de mis muñecas.

- ¿Soy como otra de tus muñecas vivientes entonces?...

- Eres más que eso.

Oculto mi sonrojo apartando mi mirada de la suya, pues admito que sus palabras han logrado cautivarme.

Hace tanto tiempo que no me sentía... ¿amada?.

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