Ileana Marin en multimedia
- La que sea que esté desocupada, lleva el equipaje de Donna a una habitación - ordena la señora Alcina.
- Con gusto yo me ofresco - no pierdo el tiempo en decir haciendo una reverencia.
- Como sea, apresúrate.
Entonces me acerco a la mencionada Donna y tomo las maletas.
De forma disimulada continuo obcervandola con intriga, pues la duda de que rostro se esconde detrás de ese velo me come la cabeza.
- Ten cuidado muñequita, ahí guardo cosas muy delicadas - dice la marioneta con esa voz inquietante.
- Tendré cuidado...
Caminamos juntas por el pasillo asta llegar a una habitación que recuerdo que es la de huéspedes.
Abro la puerta dejándola pasar, cuando lo hace la miro barriendo su aspecto.
Tiene el vestido de un funeral.
- ¿Se le ofrece algo más? - entro detrás de ella.
- Eso es todo ya puedes irte - responde otra vez la muñeca.
Hago una reverencia y me retiro cerrando la puerta.
Pego la oreja escuchando movimientos de cosas dentro de la habitación.
- ¿Que haces ahí rarita? - Cassandra me toma por sorpresa.
-...- no se que decir.
- Deja de perder el tiempo y dame algo dulce.
Oh, no conozco esa sonrisa.
Me toma de la muñeca y me estampa la espalda contra la pared, descubre con brusquedad mi cuello y parte de mi hombro.
No quiero morir...
La alejo de mi de un empujón.
- ¿Cómo te atreves? - vuelve a acorralarme.
La puerta se abre - ¿Hay fiesta y no me invitan? - abro los ojos aún más aterrada al ver lo que sale de la habitación.
Es la muñeca flotando.
No puede ser, ¿en que lugar me e metido?.
Moscas parlantes, mujeres gigantes y muñecas poseídas.
Aprovecho la distracción de Cassandra para empujarla y salir corriendo.
Estuve apunto de ser acesinada, tengo que salir de aquí y volver a la villa antes de que sea demasiado tarde.
Sabía que pasaría algo así desde el primer pero esto realmente fue inesperado pues asta ahora no había recibido ningún ataque de parte de las Dimitrescu.
¿Pero como saldré si las puertas y ventanas todo el tiempo están cerradas?.
Respiro ondo controlando mi pulso acelerando por la adrenalina, dejando salir unas cuantas lágrimas.
Estoy perdida.
- Ileana - aparece una de mis compañeras - Dime, ¿que a pasado?.
Niego con la cabeza en repetidas veces antes de que me salgan las palabras.
- Tenemos que salir de aquí, Ingrid - me aferro a sus manos buscando un consuelo.
- Estoy ideando un plan, estaremos con vida - sonríe con tristeza - Almenos tu y yo.
Su sonrisa y sus palabras hacen que me tranquilize un poco.
Sabiendo que lo necesito termina abrazándome y acariciando mi cabello que cae atrás de mi espalda.
- Dejen de perder el tiempo ustedes dos y pónganse a hacer algo - Cassandra camina cercas de nosotras en compañía de Donna.
- Si señorita - responde Ingrid, luego se dirige a mi de nuevo - Vamos.
Asiento con la cabeza limpiando mis lágrimas con la manga de el uniforme y caminamos juntas tomadas de la mano.
- Aquí están, la señora Dimitrescu quiere que todas estemos reunidas en la sala principal - dice otra de nuestras compañeras.
- ¿Tienes idea de que se hará?.
Niega - Aún así, tenemos que ir...
Llegamos al lugar indicado nos encontramos a Lady Alcina en compañía de Donna y sus hijas.
Cassandra me mira con maldad y por sus movimientos sé que unas cuantas risas se le escapan.
- Vamos tía Donna, dile a madre lo que a hecho esa mugrosa.
Pero Donna no dice nada, tampoco su muñeca.
- ¿Que está pasando con las sirvientas? , ya diganlo de una vez.
- Ileana intento robar a Donna - me acusa Cassandra.
- Yo no hice eso... - digo temerosa intentando convencer a la matriarca.
- A ti no te e dado ningún permiso de hablar.
Trago saliva.
Miro con suplica a Donna intentando que tenga piedad de mí, pues ella sabe que yo no e echo nada y la e obedecido cuando dijo que ya no me necesitaba.
Tengo la esperanza de que me a visto detrás de ese velo pues su muñeca si lo a hecho.
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Orquídea
Fiksi PenggemarDonna Benneviento Advertencia: Historia no apta para todo público, contiene escenas +18