Orquídea

Capitulo 4

Cuando mi mente vuelve a la realidad ahora todo se ve como un sueño.

Me encuentro sentada sobre la cama, de nuevo cara a cara con Donna, o mejor dicho velo.

- ¿Te gustó lo que has visto? - pregunta con su voz suave y tranquilizadora.

- S-si - quisiera ver el rostro que esconde tras ese velo negro.

Entonces de forma involuntaria alzo mi brazo e intento descubrir su rostro, pero ella fue más rápida y se ha apartado, al mismo tiempo que aparta mi mano con la suya.

- No quieres ver eso, cierra los ojos.

- E-esta bien - aunque desconfío un poco termino haciéndolo.

- Por favor, no vayas a abrirlos - escucho como parece rebuscar entre algunas cosas para después sentir como amarra un pañuelo al rededor de mi cabeza quedando sobre mis ojos.

- ¿Que harás conmigo?...- no obtengo respuesta y en camino siento el colchón de la cama hundirse.

Donna se sentó frente a mí y sin dar vueltas me besa muy dulcemente mientras me tocaba la cara y el pelo, yo intento responder con las mismas caricias pero ella a apricionado mis manos con las suyas.

Son besos dulces como si fueran de amor, mojados para mayor regocijo, nuestras lenguas se enlazan y de a poco nos vamos tocando.
Donna es quién está guiando mis manos, primero el cuello, luego los pechos por encima de la ropa, la cintura, el trasero.

Mientras nos besábamos y tocamos, comienzo a buscar torpemente los listones de su vestido y corset.

Entonces ella vuelve a tomar mis manos para llevarlas a mi objetivo y con su ayuda le quito el vestido.

Noto como sus pechos son grandes, sus pezones ya estaba duros.

Y cada beso que me daba en el cuello me pone más caliente despertando en mi un deseo que nunca me imaginé que podía sentir por alguien.

Este deseo de besarle todo el cuerpo.

Me entrego por completo a mi apetito sexual y comienzo a mamarle las tetas mientras me quito el vestido también.

Parece que ella tiene bastante experiencia con esto, porque su respiración esta agitaba y me pide que siga.

Juego con sus tetas y las pego con las mías mientras le meto los dedos por encima de su ropa interior. Ella hace lo mismo conmigo.

Hasta que llegamos al punto en que caímos enredadas y desnudas sobre la cama.

Nos besábamos, nos tocamos y nuestras pelvis se buscan, entrelazando sus piernas con las mías hasta que su sexo ahora se encuentra pegado con el mío.

Entonces la siento tomar mi tobillo y usándolo de apoyo comienza a restregar nuestros sexos con violencia, puedo sentir nuestros clítoris frotarse mutuamente. Son unos minutos en esta posición y los orgasmos llegan con facilidad para ambas.

Y sin que me diera cuenta ella ha comenzado chupar mi concha, haciéndome temblar.

- ¿P-por qué no puedo verte?.

Donna comprendió que yo no podía seguir en esa situación, así que me metió dos dedos en la concha.

Los mueve mientras me dice que esta bien, que entiende mi molestia pero que estámos en mitad del sexo así que más me valiera que me relajara.

Al terminar esa frase yo estoy gimiendo de nuevo pero no puedo sentirme libre.

Cuando estuve bien atendida se lo hice a ella.

- No, estés tan tensa - dice entre gemidos sosteniendo mi mano que se mueve sobre su sexo, entrando y saliendo mis dedos de su vagina.

- Déjame probarte - ella acepta mi propuesta y procede a guíar mi cara entre sus piernas.

Yo no tardo en comérsela toda, la exprimo con mi boca.

Mientras ella solo repite que no pare así que seguí pasando la lengua por toda su concha como si fuera una fruta, metiendo dos dedos de vez en cuando.

A esto siguieron más besos en la boca y movimientos de conchas alocadas.

Los besos son más profundos y mi concha pide más contacto con la suya así que comenzamos a movernos con más rapidez, mientras nos tocámos y manoseanos nuestros pechos y seguímos besándonos.

Rodamos por esta cama, ambas liberando orgasmos sobre la otra, chorreando fluidos.

Terminamos la noche enredadas en las sábanas.

Tocando nuestras partes íntimas mientras las otras habitantes de el castillo duermen.

Nota: Tarde pero cumplido...Una disculpa mis pajeras.