Afortunadamente Donna me ha dado espacio para asimilar lo que está pasando.
He sido tomada por sorpresa, pues de un día para otro pase de vestir sucios trapos de sirvienta a hermosos vestidos elegantes mientras que aparentemente soy querida por ella.
Miro mi reflejo en el espejo de el tocador y una sonrisa se dibuja en mis labios.
No sé si este sea el lugar al que debo pertenecer pero he de admitir que me está gustando.
Después de mi breve reflexión bajo al comedor, lugar donde Donna y sus juguetes me esperan para el desayuno.
- Buenos días Ilea - saluda Angie sentada sobre el regazo de Donna - Te estabas tardando demasiado, ¿cómo te encuentras ahora?.
- Mucho mejor - tomo asiento de el otro extremo de la mesa quedando frente a frente con Donna y Angie.
Mientras las otras muñecas toman las tazas y los platos para servir los alimentos.
- ¿Té, café o chocolate? - pregunta una de esas muñecas con voz infantil y muy aterradora.
- Una taza de té estaría bien...
- Pff que aburrida, a todos nos gusta el chocolate caliente - expresa la misma muñeca mientras sirve torpemente el té mencionado sobre la taza.
- ¡Idiota mira lo que estás haciendo! - exclama Angie al ver la bebida derramándose sobre el mantel de la mesa.
- Miri li qui istis hiciendi - la pequeña muñeca imita la voz de Angie de manera chistosa mientras las otras muñecas a nuestro alrededor comienzan reír.
Yo simplemente las obcervo pensando nuevamente en que esto es una locura.
- Lo siento, ¿estas asustada? - pregunta Donna al ver mi expresión extrañada, entonces las muñecas dejan de moverse y de hablar, callendo inertes sobre los asientos de el comedor.
- No, ya no me asusta, es solo que me causa curiosidad - digo dando un primer bocado a la rebanada de tarta de fresa que me ha entregado aquella anterior muñeca que se burlaba de Angie.
- Te contaré después y a detalle como mis muñecas cobran vida.
- ¿Harías eso por mí? - digo sin poder evitar mostrarme emocionada.
- Eso y más...- responde tímida como es costumbre en Donna.
Así el almuerzo prosiguió acompañado de las muñecas parloteando y cantando sobre la mesa y los asientos.
Honestamente no sabía que ésto era lo que necesitaba en la vida.
Donna ha recibido una llamada por lo que se ha retirado rápido de el comedor para atenderla.
Y yo me he ofrecido a tomar los trastos sucios para limpiarlos y ponerlos en su lugar con ayuda de las muñecas parlantes.
- Deja eso niña nosotras lo hacemos.
- Permítanme que les ayude, solo será está vez.
Las tazas quedaron impecables, pero mi atención deja de ser dirigida a ellas cuando de repente escucho un bajar de escaleras muy rápido.
- ¿Donna?, ¿que pasa?.
- Madre Miranda no tardará en llegar - en su tono de voz parece emocionada pero también muy nerviosa - Escondete...
- Pero...- soy interrumpida por el tocar de la puerta.
- Demasiado tarde, ya está aquí...- dice para después ir rápido a atender la puerta.
Madre Miranda, hace mucho que no la escuchaba, pues apesar de prometer protección y cuidado a la aldea es muy raro verla por estos lares.
¿Cómo se atreve a ser tan descuidada de esa gente que tanto depende de ella?.
- Buen día Madre, es un honor tenerte aquí tan temprano - saluda Angie - Pasa.
- Buen día Donna - está le responde.
Se supone que debo esconderme, ¿pero por qué?. Da igual lo haré solo por qué Donna me lo ha pedido asustada.
Debe haber secretos muy turbios en esta extraña familia disfuncional en la que me he mezclado sin yo quererlo.
Me quito los zapatos de tacón y salgo corriendo deprisa al jardín de flores.
¿Estará bien dejar a Donna con esa mujer que le causa tanta intranquilidad?.
Bueno, quizá hechar un vistazo no estaría mal.
Entonces con sigilo me acerco a la ventana que da visión en la sala de estar.
Y lo que veo no es a Donna en peligro, si no que todo lo contrario.
Ellas están en el sofá frente a la chimenea, Donna ya no tiene ese velo que cubre toda su cabeza y está aferrada a Miranda abrazándola muy fuerte, por otro lado la segunda acaricia su cabeza como si de un cachorrito indefenso fuera.
- Donna, ¿tú no querías que presenciará esto? - susurro.
Es una escena tierna y maternal.
Continué obcervado, hasta que el ruidoso graznido de una ave detrás de mi me hace desvíar la atención.
Es un cuervo y me mira como a una presa.
Que extraño animal.
Cuando vuelvo la mirada a través de la ventana, ellas siguen ahí pero Miranda se ha dado cuenta de mi presencia, pues me mira de reojo.
Sorprendida me agacho en un intento inútil por esconderme de nuevo pero ya no tiene sentido he sido descubierta.

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Orquídea
FanfictionDonna Benneviento Advertencia: Historia no apta para todo público, contiene escenas +18