Capitulo 9

1K 130 6
                                        

Aunque pude ver a Donna sin su velo por primera vez, en verdad no pude ver su rostro, tan solo su cabello negro agarrado en un moño.

Por otro lado la presencia de Miranda es intimidante sin duda, hace temblar a cualquiera tan solo con tenerla cerca.

Y más aún teniendola de frente mientras esos ojos fríos analizan cada parte de tú ser.

- Se ve saludable, ¿que tienes en mente hacer con ella Donna? - pregunta sin quitarme la mirada de encima desde que fui descubierta.

- Yo...

- ¿Hacer de que?... - pregunto confundida interrumpiendo a Donna lo que parece fastidiar a Miranda.

- Responde - parece forzar a Donna a hablar.

- Una mutación con mis flores.

¿¡Que!?.

- Es brillante esa idea - me obliga a levantar la mirada posando una de sus largas garras doradas bajo mi barbilla, lastimandome en el proceso.

- ¡Auch! - me quejo apartandome, mientras siento una gota de sangre derramarse hasta mi cuello.

- Que delicada - se burla de mi dolor.

- Descuida Madre, haré lo posible por que esto funcione - Donna se interpone entre ambas, como si intentará detenerla.

Y después de su inesperada visita, Donna se encargó de tratar la herida provocada por Miranda.

- Duele...

- Solo se ve como un rasguño - coloca un algodón y una bandita para detener el sangrado.

- ¿Que fue todo eso?.

- Tenías que esconderte bien, ahora ella pensará que eres un experimento mío - fue lo que me dijo.

- ¿¡Y lo soy!?.

- Oye, baja ese tono - interfiere Angie.

- No lo eres, es por eso que preferí mantenerte oculta desde un principio...

- ¿Tú le temes?...

- N-no, ella es mi madre.

- ¿Por qué parece que te intimida?.

- No podría desobedecerla...- me acerco a Donna e intento quitar ese velo pero ella se aparta a tiempo.

- Habías dicho que yo era lo único que tenías, pero tienes a una madre que te quiere...

- Casi nunca tiene tiempo para mí en verdad...

- O para nadie... - digo en mis adentros.

- Te mostraré algo - me toma de la mano y me arrastra con ella.

Nos lleva a ese precioso jardín de flores nuevamente, sus favoritas parecen ser las orquídeas pues abundan de ellas más que ninguna.

Pero las flores no son lo que quiere mostrarme está vez, pues me sigue arrastrando a una parte de el gran jardín y es ahí donde puedo ver dos lápidas.

- ¿Quienes son ellos?.

- Mis padres.

- Lo siento mucho...

- Angie es el último obsequio que mi padre me dió antes de su muerte.

- Debiste sentirte muy sola.

- Así fue pero madre Miranda llegó para acogerme y me adoptó como su hija. Ahora le estoy eternamente agradecida por todo el cariño y atención que me ha dado.

- Eso es hermoso.

- Yo nunca podría oponerme a ella, es por eso que ahora tienes que irte.

- Que inesperado - aúnque fue lo que siempre quise, ¿por qué siento que no debería?.

- Tienes que hacerlo, madre no se detendra hasta conseguir su objetivo.

- Dime cuál es.

Angie comienza a hablar - Mutar a todo humano si es necesario, en busca de el resipiente perfecto para traer a su verdadera hija de vuelta - parece mirarme directamente tras su velo - Tu estás limpia pero pronto querrá infectarte con el parásito y si tienes buena afinidad con él, serás perfecta para ello y te llevará. Pero también es muy probable que no sobrevivas a esos experimentos.

- No puede ser... esto no debería ser más irreal...

- Se que al pedirte que te vayas me estoy oponiendo a mi madre, pero por alguna razón no puedo evitarlo - deja a la muñeca descansando sobre una de las lápidas y se acerca a mí para acariciar mi rostro - Me he enamorado perdidamente de tí Ileana y solo quiero verte bien.

Esas palabras logran estrujar mi corazón.

- Ven conmigo, te sacaré de aquí, huyamos juntas - tomo su mano y la presiono con las mías en una muestra sincera de cariño.

- No puedo, yo necesito de ella...

- Por favor, te lo debo. Eres la única que me a tratado tan bien en esta podrida aldea...

- Es imposible.

- Almenos déjame darte un último beso - suelto su mano para intentar quitar nuevamente ese velo que tanto me impide conocer su cara.

Al hacerlo está vez no ha intentado impedirlo o apartarme.

Entonces lentamente voy levantando la tela, descubriendo una palida y fina barbilla, seguido de unos cenizos pero carnosos labios.

OrquídeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora