Capitulo 10

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No quiero decirle adiós a Donna tan pronto, algo me dice que nuestra historia está por comenzar no puede terminar aquí.

Con estos pensamientos tomo una decisión que tal vez quizá me arrepienta después y es negarme a conocer el rostro de Donna apesar de haber ansiado tanto este momento.

Tan solo me limito a besar sus suaves y pálidos labios que acogen los míos con la calidez de su saliva al contacto con la mía.

Al separar nuestros rostros me encargo de acomodar muy bien el velo de Donna justo como estaba.

- ¿Que ocurre?, ¿no era algo que querías?.

- Si Donna, pero no de esta forma - tomo sus manos - No quiero que esto sea un adiós, no quiero que sea la primera y última vez que conoceré tu rostro.

- No sabes lo mucho que me está costando dejarte ir... - suelta sus manos de mi agarre y se aparta.

- Prometo volver y cuando lo haga tú me mostraras quién eres - vuelvo a acercarme.

- No estás hablando enserio...- su voz suena aún más débil de lo que es.

- Si lo hago - vuelvo a tomar una de sus manos - Por lo tanto, deja que te dé la mejor despedida - coloco su mano sobre mi pecho - Quiero tener este recuerdo inolvidable de tí una vez más.

Parece que Donna se ha quedado estática, es como si no pudiera créer lo que yo le digo, y comprendo muy bien su reacción pues todo este tiempo me he mostrado en negación, pero ya no más.

Después de unos minutos en silencio dónde Donna parecía pensarlo, finalmente siento como su agarre en mi mano se vuelve firme y como una niña pequeña me lleva casi a rastras nuevamente dentro de el hogar.

Una vez en la habitación que ambas compartimos me invita a tomar asiento en el borde de la cama.

Después la veo alejaste y apagar todas las velas que iluminaban la habitación dejándonos a oscuras.

- ¿Donna? - la llamo intentando encontrarla con la mirada, pero es imposible la oscuridad es demasiado espesa.

- Estoy aquí - me estremesco de sentirla tan cercas al no poder distinguirla en la oscuridad.

Puedo sentir como estira sus brazos hacia mí esperando a que yo me acercara, ahí fue cuando supe que ella entendió a lo que me refería. Con una sonrisa de felicidad me acerco a ella sintiendo su respiración, lo que me indica que no porta su velo, aunque no pueda distinguir su rostro en la oscuridad, tengo una idea de su forma. Es realmente hermosa.

Y así nuestros labios se juntaron una vez más.

Sus labios están igual de húmedos como los míos, con un sabor a uva fresca, ella aprieta ligeramente mi labio inferior mientras yo acomodo mi cuerpo pegado al suyo, sus brazos me reciben tomándome por la cintura y otra por la nuca, mientras que yo me sostengo por sus hombros.

Su beso se volvió dominante y seguro mientras, que mis labios tardaron un poco en acostumbrarse al ritmo de ella, pero una vez que estuve un poco más segura de mi misma, mi lengua comenzó una entrada exploratoria en su boca, entre besos y mordiscos, mi lengua acaricia su labio inferior y poco a poco fue entrando cada vez más y más, al encuentro de su lengua suave y húmeda. Es una danza lenta, tierna, tomándonos todo el tiempo del mundo.

Sostengo todo el peso de mi cuerpo sobre el brazo derecho para que con mi mano libre pudiera tomarla de la cintura, donde comenzaría un recorrido lento pero con decisión hacia el norte de su cuerpo al pasar por su cadera y después por el área de sus costillas sentí que su cuerpo se removió debajo de mi, ella soltó una risita infantil, entonces seguí subiendo pensando en que en futuros juegos podría torturarla haciéndole cosquillas; mi mano llega hasta sus senos, fue una caricia lenta, muy lenta, al ritmo de sus labios y los míos, y mientras que ella mordía mi lengua con sus labios yo estiraba todos mis dedos para ocupar la mayor porción de territorio sensual en la cúspide de sus senos, su pezón quedó debajo de la palma de mi mano dándome cuenta que no tenía puesto un sujetador bajo ese vestido de funeral. Sin hacer presión solo giro un poco mi mano para acariciar de pezón de Donna

OrquídeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora