Estaba sentado en una sillita, de esas que vienen en los juegos de patio. Mientras esperaba a Irina que despidiera a sus padres, ya que ellos estaban algo preocupados por su hija. Así que, les era un poco difícil dejar la casa.
Stephanie y Alex estaban en su celular. Pero en realidad le importaba poco si ella le hablaba, al menos en aquellos momentos. Al único que no dejaba de mirar, era al castaño; pues este no pensaba en soltar su Nintendo Switch.
¿Debería decirle algo? O simplemente hacer lo que Stephanie y Alex hacían. Estar pegados a sus celulares. Es que enserio parecía que quería atención. Y no estaba diciendo lo contrario. Simplemente que era la atención de una sola persona la que quería, y parecía que esa persona no quería dársela.
Bueno, quizás Rubén ni lo quiera ver. Pero sin razón alguna, porque Samuel no le hizo nada.
Ya se volvió a enojar. Así que sacó su celular, y se puso a ver vídeos de gatitos en Instagram. Y no es que esté como las viejas de hoy en día, simplemente era lo que le aparecía.
—¡Ya llegué! —exclamó la chica rubia entrando al patio trasero de su casa— ¿Por qué habéis venido aquí? Estaba como loca buscándolos por toda la casa —preguntó.
—Aquí está cómodo —fue lo único que respondió Rubén.
—Para ti, todos los lugares son cómodos, Rubén —dijo Alex.
—No sabía que tenías piscina en tu patio trasero — dijo Stephanie.
—Seh, mis padres no la querían, pero como ya venía con la casa, pues ni modo —dijo Irina encogiéndose de hombros.
—¿Quieren algo de comer? —pregunta Irina, después de un pequeño silencio.
—Está bien —es lo único que dice Samuel.
—Pues ven conmigo —dice. Irina estaba sorpresivamente alegre. Todos pensaron que era por su cumpleaños.
Samuel parpadeó varias veces. No pensaba que esa sería una trampa para entrar a la casa. Pero aún así, entró después de que Irina lo hiciera. Siguió a Irina hasta donde ella fue, o sea la cocina.
—¿Estás bien? —pregunta— Estás más despistado de lo normal.
Samuel parpadea varias veces. Así de malo era disimulando.
—Ehm… ¿si? No sé —responde indeciso.
—¿Pasó algo con Rubén? Casi siempre estáis juntos, riéndose de ustedes mismos, o yo que sé —dice un poco sarcástica. Samuel rió.
—De hecho peleamos —dice— ¿Es normal que de la nada te trate mal?
—Ah, a veces lo hace cuando tiene malos días. Por eso se aleja de nosotros por algun tiempo, porque no quiere tratarnos mal —dice Irina— No se deja ayudar, ¿sabes? —comenta mientras sacaba algunos Doritos, seguido de un plato grande con aspecto metálico.
—¿Solo se aleja y ya? —pregunta.
—Si, la primera vez que lo hizo, nos dijo que estaba enojado por algo que pasó en su casa —contaba mientras sacaba una salsa, Samuel no supo de que era, pero siendo honestos, tenía toda su atención en las palabras de Irina— ¿Me pasas esa cuhara grande? —Samuel buscó entre las cucharas, y agarró la grande, y se la dió— ¡Gracias! Cómo te iba diciendo, algo había pasado en su casa, y no nos quiso decir. Sabemos que tiene muchos problemas, pero nunca nos dice. Y como no queremos que se aleje de nosotros, no le preguntamos.
—Que necio es… —murmuró.
—Seeh, siempre es así. Pero se aleja para protegernos —dice— A veces me gustaría que se abriera, es mi mejor amigo, ¿sabes? Pero no sé mucho de su vida personal, o de su pasado, es extrañamente misterioso…
«Entonces no mentía cuando decía que solamente yo sabía lo de su padre y su hermana…»
—Una vez hasta Alex comenzó a llorar, ¡Es muy difícil hacer llorar a Alex! Todo porque Rubén no quería hablar, solamente se alejó y ya —cuenta— Pero después regresó, y se disculpó, aunque Alex le metió unas buenas patadas —dice lo último riendo.
—¿Piensas que es porque tuvo un mal día? —pregunta.
—Es lo más probable —responde Irina— Él… es un caso aparte, ¿sabías que en 6to grado se pasó todo el semestre en la psicóloga? No tomaba el primer periodo, por tener terapia con la psicóloga —dice— Los maestros nos dijeron que era mejor que no intervinieramos, porque era una situación delicada.
—Entonces solamente se sabía que iba al psicólogo…
—Mjm, nosotros no intervinimos porque no queríamos hacerle sentir incómodo. Él, a veces en las clases, lloraba. Pero nadie se daba cuenta, exepto yo y Alex.
—¿Y ustedes hicieron algo?
—Tratamos, pero como dije antes; Rubén no de deja ayudar —responde, y suspira— Lo conozco desde 4to grado, y creeme que su cambio fue… radical.
—¿Su cambio?
—Si, en el verano de 5to grado, estaba este Rubén… ya sabes, el alegre, el que le gustaba hacer bromas, el divertido pero no tan sociable. Durante el verano no supimos de él, y ya en 6to, era alguien totalmente diferente.
Samuel parpadeó varias veces. No se sorprendía. La muerte de un familiar puede cambiar a sus seres queridos.
—¿Entonces no siempre fue así?
Irina negó.
—A veces lo extraño, pero no digo nada porque no quiero hacerlo enojar. Sabes lo molesto que es cuando te dicen “era mejor tu versión de antes” —se explica.
Samuel se quedó allí, mientras le daba a Irina los instrumentos/ingredientes que ella pedía.
—¿Qué piensas de Rubén? —pregunta Irina.
—¿Qué q-qué pienso? —balbucea.
—Normalmente la gente se aleja de él al saber este tipo de cosas —responde— Y no es que quiera que te alejes de él, créeme, le haces bien —añade.
Samuel se sonrojó. ¿Le hacía bien?
—E-ehm… —musita nervioso— En realidad, mi forma de pensar sobre él no ha cambiado, simplemente… pasó por mucho —dijo, murmurando lo último.
—¿Entonces no te alejarás? —pregunta.
—¡No! ¿Por qué lo haría? —responde al instante— Igualmente no me importa si los demás lo dejan atrás, solo quiero que esté bien.
—Oh…
—Pero el muy tonto se enojó conmigo y no me quiere decir porque.
—Quizás deberías intentar hablar con él —sugiere Irina.
—Eso hice, pero salió… ¡horrible! —exclamó.
—Si, pero ¿qué pierdes con otro intento? —pregunta.
Samuel parpadea varias veces. Quizás Irina tenía razón. ¿Qué perdía con otro intento?
Miró hacia la puerta que llevaba hacía el patio trasero. Y vió a Rubén sentado allí, tenía la misma cara de siempre; sería y fría. Pero Samuel sabía que él no era así.
Y estaba orgulloso de ser de los pocos que lo saben.
Suspiró. Ni modo, a hacer la reconciliación.
WE’LL MEET AGAIN IN A SUNNY DAAAAAAAAAAYYYYYY
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son pololos ➹ rubegetta
HumorEn el famoso cuarto C, habían 2 chicos, Rubén, y Samuel. Que se caían bien, y al mismo tiempo se caían mal. Estos, entre una confusión entre que era lo que sentía uno por el otro, se harán más cercanos. Y, ¿quien sabe? Quizás si les den la razón a s...